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Historia de Viceversa (XI de XVIII)


Contexto
DINK: otra forma de clasificar a los LGBT


«Un homosexual medio gasta unas 50.000 pesetas mensuales en ocio, casi el doble que el español tipo y un 300% más que los heterosexuales en su cuidado personal. Lee más libros (siete al año), acude más veces al cine o al teatro y un 56% de ellos dispone de un ordenador, según la encuesta de la firma Arco Iris sobre el colectivo homosexual». Así lo reseña Luis Gómez en una nota aparecida en El País de Madrid el 1 de julio de 2001.
   
Según otra encuesta realizada en EEUU ese mismo año, el poder adquisitivo de los homosexuales norteamericanos es 30% mayor que el de los heterosexuales (León, diciembre 2003).
   
De acuerdo a la revista Tourism Industry Intelligence, el turismo gay en EEUU y Canadá produjo 18 millones de dólares en volumen de ventas sólo en 1996. Por ello la publicación colombiana Acento en su cuarta edición no duda en calificar a la comunidad gay como potencialmente próspera.
   
Las organizaciones LGBT no ven con buenos ojos esta tendencia de los publicistas de retratar a la comunidad gay y lésbica siguiendo los estudios de mercado. Según este perfil, los homosexuales serían ciudadanos hedonistas y elitistas.

En algunos países de habla inglesa los publicistas llaman DINK (Double Income - No Kids) a este segmento del mercado. Esta clasificación se refiere al hecho de que los homosexuales tienden a vivir en pareja, suman dos salarios y no tienen hijos ni cargas familiares, «una unidad familiar ideal para el marketing» (Gómez, 1 de julio de 2001).
   
Esta imagen de los homosexuales desconoce la diversidad interna de esta comunidad. Según estos estudios de mercado con frecuencia no habría LGBT pobres, desempleados, con hijos, que descuiden su apariencia personal, que vivan con sus padres o sin estudios universitarios.



Ese retrato no corresponde a la realidad de algunos integrantes de la comunidad LGBT como, por ejemplo, la del joven transgénero que se ve obligado a prostituirse, la de la pareja de lesbianas que decide tener un hijo o la del bisexual que se casa y mantiene una doble vida.

Sin embargo, este perfil ha hecho que en los últimos años las grandes compañías y los publicistas dirijan su mirada hacia el público gay y lésbico porque lo consideran económicamente rentable. Algunas empresas como Coca Cola, Diesel, Calvin Klein, Levi’s, Abercrombie, Vodka Absolut y American Airlines han lanzado campañas publicitarias dirigidas exclusivamente a este segmento del mercado.

En Venezuela se han visto tímidos intentos de medianos y pequeños empresarios que lanzan productos y servicios para este sector. No es de extrañar entonces que una compañía de diseño dirigida por heterosexuales decida editar una revista para homosexuales porque considera que en el país hay un nicho sin explotar. Sin embargo, el éxito no está garantizado. La realidad de la población LGBT es mucho más diversa y heterogénea de la que plantean los estudios de mercado.


Perfil de la publicación
La Revista de variedades para los gays y lesbianas de Caracas


Viceversa fue una publicación de variedades destinada a la población gay y lésbica del área metropolitana. La editó una compañía de diseño y tuvo como elemento curioso la presencia de una pareja de heterosexuales en la directiva del proyecto. Ellos abordaron el mercado gay porque lo consideraron rentable. Sin embargo, la «heterofobia» de algunos LGBT hacia la publicación puso de manifiesto una forma de intolerancia que debe enfrentar la comunidad gay hacia adentro.  Una de las integrantes de esta empresa pidió que se mantuviera en secreto el nombre de la compañía.

El equipo de la revista lo integraron Javier Romero, director, Claudia Rodríguez, directora de comercialización, y Gianni Finco, editor. Se diseñó una campaña de suspenso antes de sacarla con unos volantes y unas chapas. Se editaron cuatro números entre mayo y agosto de 2001, es decir, uno por mes. Su tiraje fue de 6 mil ejemplares por edición. El formato era en papel glasé a color y tuvo la peculiaridad de estar cortado por el lado derecho en forma de V. Cuando se abría la revista, se observaba una flecha en doble sentido. No trajo encartados ni tenía página web. Los tres primeros números se distribuyeron de manera gratuita en los sitios de ambiente. El cuarto intentó venderse, pero el resultado no fue el esperado, lo que confirmó en el grupo la decisión de suspender la publicación. Cerró por problemas económicos.

Luego se estudió la posibilidad de lanzar una versión digital de Viceversa pero el proyecto no se concretó. A pesar de que la revista estaba registrada en el depósito legal, su equipo no entregó los ejemplares a la Biblioteca Nacional, por lo que se hace difícil encontrar los cuatro números editados.


Testimonios Historia de Viceversa
Javier Romero: «Reconocimos que podía ser un nicho»


Javier Romero y Claudia Rodríguez, junto a un tercero, crearon una compañía de diseño gráfico unos años atrás para realizar varios proyectos editoriales. Los dos conocían el medio porque Romero era diseñador gráfico y Rodríguez era publicista, así que comenzaron su empresa y desarrollaron tres revistas antes de Viceversa.

La idea de producir un medio para homosexuales surgió de Daniel Coelho, el manager de Key Club, uno de los sitios para gays más populares de esos años. Él conocía la compañía de diseño de Romero y Rodríguez, sabía de su experiencia en publicaciones y veía al colectivo gay como un segmento rentable, así que les comentó que no existía en el mercado venezolano una revista exclusivamente gay. «Reconocimos en ese instante que podía ser un nicho –relata Romero– y comenzamos a trabajar en el proyecto». Eso ocurrió aproximadamente 6 meses antes de que saliera el primer número.

Poco a poco le dieron forma a la revista. El formato fue una idea de Rodríguez, se escogió un tamaño pequeño y discreto para comodidad del público. Respecto al nombre, Romero propuso Viceversa y el resto estuvo de acuerdo, se decidió por consenso. «Nos gustó porque representaba la ambigüedad y podía conceptualmente identificarse con nuestro mercado meta», comenta Rodríguez.

Se busca editor
Romero era el responsable de casi toda la «imagen» del proyecto. Ha¬cían una especie de tormenta de ideas pero no obtenían mayores resultados. «Nuestra intención –aclara Romero– fue siempre que el peso editorial del proyecto fuese dirigido por un editor gay y que todos los colaboradores fuesen gays también. Hicimos contacto con algunas personas y al final Gianni Finco fue incorporado al equipo». «Tiempo después y por su excelente desempeño –menciona Rodríguez– Finco pasa a ser socio de la publicación».

«Cuando tengo la primera reunión con Romero y Rodríguez –recuerda Finco–, ellos tenían casi todo montado (diseño gráfico, estrategia de comercialización, etc.), pero les faltaba el contenido y a mi entender tenían una visión simplista de la comunidad homosexual». Al equipo de colaboradores se incorporaron familiares o amigos del grupo. Se reunían en casa de Romero o Rodríguez y los viernes en la noche se encontraban en el Café Rajatabla o Sublime para decidir los temas y evaluar el progreso de las tareas.

Algunas publicaciones extranjeras sirvieron de referencia, pero Rodríguez aclara que deseaban que Viceversa fuese única, no una guía, sino una revista con contenido variado dirigida a la comunidad gay y lésbica del área metropolitana.

En esos meses el ambiente estaba movido. Se conformó la Red LGBT de Venezuela, instancia que agrupaba a las organizaciones gays y lésbicas del país, además se preparaba el primer orgullo de la diversidad sexual. También la guía En Ambiente se acercaba a su segundo aniversario.

Inicio de Viceversa
El lanzamiento estaba preparado para febrero de 2001 pero por falta de recursos económicos se retrasó tres meses y el primer número apareció en mayo. Antes de sacarla se hizo una campaña de suspenso que consistió en repartir volantes y chapas en sitios de ambiente de Caracas con la frase «Viceversa porque el mundo no gira en un solo sentido».

El formato tenía un estilo original. El lado derecho de la revista estaba cortado en forma de V y cuando se abría, lucía como una doble flecha. La imprimieron en Tecnigráfica San José S.R.L., uno de los proveedores de Romero y Rodríguez.

El contenido era variado, había desde astrología y chismes, hasta artículos densos. Se distribuía de manera gratuita y tenía unos cupones que los lectores podían usar en los locales que anunciaban. Este sistema no ha sido frecuente en el país y tuvo poca receptividad en el público.

El editorial del primer número decía: «(…) el mundo no gira en un solo sentido, y no sólo hablamos de las diferencias que separan a los homosexuales de los heterosexuales, sino también de aquellas que existen entre ‘nosotros’, si es posible hablar de un ‘nosotros’ definible en el ambiente venezolano. (…) Es por eso que hemos decidido asumir el riesgo (ya tomado por otros en Venezuela) de crear un espacio abierto al mayor número de matices, pues es en el terreno de lo impreciso, ambiguo y contradictorio donde se advierte que, en definitiva, el mundo no gira en un solo sentido; anverso y reverso que nos ha permitido vivir en un ‘ambiente’ de relativa tolerancia» (Editorial, nº 1, p. 2).

Viceversa y la revolución cotidiana
El lanzamiento de este primer número se hizo en Sublime, un café de ambiente de Plaza Venezuela. Esa noche también se presentó la obra ‘La Revolución’ de Isaac Chocrón que trata sobre un travesti de una zona popular. En la segunda edición de Viceversa se reseñó ese evento con una nota titulada «Un Sublime encuentro con la Revolución».

«No cabe la menor duda que fue el clima político venezolano lo que inspiró a la revista Viceversa a realizar su fiesta de lanzamiento incorporando la magistral obra La Revolución de Chocrón. Atrevimiento que llegó a su clímax en la propuesta realizada por nuestra madrina Stayfree donde la podemos ver [en la portada] articulando la sensata sobriedad del uniforme militar con la irreverencia de un ‘militante’ de la causa gay venezolana. (…) ‘¡Venezuela salió del closet!’, pero no para ‘proclamar’ una revolución [gay] sino para ‘hacerla’» (Editorial, nº 2, p. 2).

En esa edición Reinaldo Guédez se incorporó al equipo como fotógrafo y fue el responsable de diseñar la portada. En la carátula del segundo número estaba Stayfree, madrina de la revista, vestida de militar y con una boina roja. Esto no obedeció a vínculos políticos sino que querían ser provocadores. Además esta imagen se vinculaba al tema de esa edición: la revolución cotidiana de los LGBT.

En ese editorial se planteaba la necesidad de construir una revolución gay que se materializara en los pequeños cambios cotidianos. «Como diría Stayfree, ésta es una tesis muy Stayfree –relata Finco–, muchas de las libertades, muchos de los espacios que han logrado los homosexuales han sido producto de la loca peluquera que se ha calado los coñazos desde que estaba en el preescolar. Como dice Stayfree que se caía a golpes desde que estaba en primer grado, marico sí, pero no mocho. Ese era su grito de guerra». Para Finco la tolerancia no fue un regalo, sino el producto de muchas luchas. Sin embargo, recuerda que esos espacios de tolerancia así como se ganaron, pueden perderse.

Se hizo visible a la mujer lesbiana
En esa edición comenzó a publicarse la sección Salud, Sexualidad y Vida de la mujer lesbiana, una colaboración de Amazonas de Venezuela, una ONG exclusivamente de lesbianas. Este espacio evidenció una política editorial que de manera consciente y asertiva incluyó al colectivo lésbico dentro del público meta de la revista.

«Ese era un punto que nosotros desde el principio consideramos muy pertinente y necesario –recuerda Finco–. La sección fija para las lesbianas era importante, pero nosotros no tuvimos buena suerte con las colaboradoras que encontramos en ese momento, tuvimos muchas diferencias con ellas».

La tercera edición salió durante el primer orgullo LGBT celebrado en el país y se repartió de manera gratuita en la marcha de la diversidad sexual en Caracas. En esa edición anunciaban que el próximo número sería vendido a mil bolívares. Finco comenta que el criterio para establecer el precio fue el valor de una cerveza.

No esperaban recuperar una gran inversión, pero querían sondear si el público estaba dispuesto a comprarla y los clientes potenciales, a anunciarse. «Desde el principio pensamos en la idea de venderla –expone Rodríguez–, pero teníamos que darla a conocer primero. Vendimos la número cuatro porque consideramos que era el momento».

En julio la revista realizó una reunión con la Red LGBT de Venezuela que en algunos momentos se tornó tensa. «Algunos integrantes de las organizaciones prácticamente nos exigían una militancia a ciegas y todos coincidimos en que no», recuerda Alejandro Coronado, colaborador de la revista.

Ese encuentro produjo una respuesta sobre el activismo en el editorial del número siguiente. «No esperen, pues, amigos de la Red, un apoyo incondicional; tampoco pretendan crear conciencias políticas ni educar a las masas gays, no solo porque estos argumentos son de un setentoso desvencijado, sino porque los miembros de la comunidad gay no son tan homólogos entre sí y no se sienten todavía representados por ninguna organización» (Editorial, nº 4, p. 2).

Esa cuarta edición tuvo una oferta temática más rica y diversa. Aunque mantuvo la cantidad de anunciantes, aumentó el número de páginas y el contenido. Mejoró su presentación gráfica y tenía secciones de noticias internacionales, psicología, chismes, páginas web, lesbianas, entre otras.

En las páginas centrales salió un reportaje de la marcha de la diversidad sexual en donde se felicitaba a los organizadores y se reconocía la cobertura respetuosa del evento por parte de los medios de comunicación.

La nota sobre el orgullo concluye con lo siguiente: «No cabe la menor duda que quienes marcharon aquel día no dudaron en hacer un llamado claro a fin de recordar la existencia de una comunidad homosexual que no está dispuesta a perder más tiempo y energías en el ejercicio de la tolerancia con la intolerancia. Aquel día nadie salió del closet pues quienes marcharon hace tiempo que salieron de él, no siempre con facilidad, atino ni heroísmo pero sí con la voluntad de quien se atreve a exponerse para que otros lo puedan hacer. ¡Anímate! Te esperamos el próximo año» (Velazco, nº 4, p. 16).

Viceversa no era un proyecto rentable
«El último número se parece más a lo que nosotros soñamos que iba a ser la revista –confiesa Finco–. Este era el sueño verdadero». Sin embargo, los ingresos en publicidad no cubrían los costos de producción. Esta edición intentó venderse pero no salió como se esperaba, lo que corroboró en la directiva la decisión de suspender la revista.

Finco se retiró después de esa edición. Aunque él no manejaba las cuentas, en su criterio desde el número dos Viceversa dio pérdidas. Se llegó a montar el quinto número pero no se imprimió porque no tenían los recursos económicos. En ese momento Reinaldo Guédez, el fotógrafo, pasó a ser el editor y propuso algunos cambios en el estilo y el contenido de la revista.

Al ver que era difícil seguirla reproduciendo, se estudió la posibilidad de lanzar una versión digital de la publicación, incluso se compró el dominio www.viceversa.com.ve, pero tampoco pudo concretarse. Así termina Viceversa, sin duda, el proyecto más ambicioso en publicaciones LGBT en el país de los últimos años y que tuvo la particularidad de ser impulsada por una pareja de heterosexuales.



Viceversa: la organización
La política editorial

  • La misión de Viceversa era brindar información variada para un amplio sector de la colectividad gay y lésbica. Su visión era «ser la referencia editorial de todo aquel que perteneciera o simpatizara con la comunidad LGBT venezolana», comenta Romero.
  • La estructura temática era diversa, había secciones de análisis y debate como En Perspectiva y Editorial, y espacios ligeros como Gastronomía y Horóscopo. Se observaron varios géneros como las noticias, reseñas, entrevistas, etc. Hubo una sección permanente destinada a la mujer lesbiana que era una colaboración de Amazonas de Venezuela. No había palabras tabúes. El VIH/SIDA no tenía una sección fija pero se tocó de forma secundaria en otros espacios. «No queríamos asociar de entrada a los gays con el VIH», menciona Finco.
  • Viceversa no tenía ningún tipo de filiación política con partidos o ideologías de izquierda o derecha. Era una revista con fines comerciales que además de promover el consumo de bienes, mantenía una línea de información y defensa de los derechos de gays y lesbianas
  • El diseño estaba bien cuidado. En el uso de imágenes no predominaba el estilo macho pero sí había algunas fotografías de hombres desnudos o simulando relaciones sexuales, sobre todo en los anuncios publicitarios. Viceversa tuvo una experiencia innovadora con los cupones. Todos los anunciantes tenían un cupón de descuento, la revista cubría el gasto de impresión; los patrocinantes, el descuento en sus locales. El objetivo era demostrarle a los comerciantes que la revista estaba llegando al público y darle al lector un valor agregado. Pero los cupones no tuvieron el éxito esperado.

Estructura
  • El equipo estaba conformado por Javier Romero, Claudia Rodríguez y Gianni Finco en la directiva. Algunos de los colaboradores eran Arturo Vangelis, Alejandro Coronado, David Puig Martí, Reinaldo Guédez, Jany Campos, Luis Enrique Peñaranda (Malicia Macabra), entre otros. Había mujeres en el equipo aunque no en igual proporción que los hombres. En las reuniones editoriales el ambiente de trabajo era bien informal. Muchos de los integrantes estaban relacionados con el área de medios, publicidad y diseño. En la mancha además del cargo de Finco, Romero y Rodríguez estaba un consejo editorial y los colaboradores (Ver organigrama).
  • La organización madre que produjo Viceversa fue una agencia de publicidad propiedad de Romero, Rodríguez y un tercero. Ha realizado trabajos de publicidad, diseño de páginas web, entre otros. Se financia con los ingresos generados. No pertenece a alguna institución mayor, ni está relacionada con algún grupo comunicacional, religioso, político o financiero. Crearon Viceversa porque consideraron que era un mercado con gran potencial económico. Durante esos meses esta revista fue el proyecto bandera de la empresa. Finco se incorporó como socio a la publicación, pero no a la compañía.
  • Relaciones con otras instituciones. (1) Con la Red LGBT las relaciones no fueron muy buenas, como se percibe en el editorial número cuatro. Amazonas de Venezuela fue colaboradora de la revista y repúblicagay.com también cooperó. (2) No hubo nexos con ONG’s de LGBT o VIH/SIDA de otros países, con entes públicos nacionales como el MSDS, con partidos políticos o con centros universitarios. (3) Tampoco se registraron vínculos con otros movimientos de protesta como las mujeres, los campesinos, etc. (4) Respecto a la competencia, Rodríguez considera que mantuvieron buenas relaciones con la guía En Ambiente.

Procesos
  • Sobre la toma de decisiones cada uno de los tres directivos era autónomo en su área. Las decisiones relevantes se tomaban por consenso entre Finco, Rodríguez y Romero. Respecto a los sistemas de recompensa, en principio, ellos dividirían las ganancias entre los tres, pero Viceversa no fue un proyecto rentable y terminó exigiendo inversión de sus socios en lugar de reportar ganancias. El resto de los participantes prestaba un trabajo voluntario y no esperaba recibir dinero a cambio. No había sistemas de control y evaluación formales. Había una línea de autoridad clara encabezaba por la directiva de la revista. Referente a los canales de comunicación, Finco con los colaboradores ha¬cían una reunión editorial los viernes en algún café. También en casa de Romero o Rodríguez se reunían los tres para resolver los problemas operativos.

Cómo se hacía una edición de Viceversa
  • Se necesitaban tres semanas aproximadamente para sacar un número de la revista. Finco, Romero y Rodríguez realizaban una reunión para fijar las líneas de cada edición. Luego Finco hacía una reunión editorial los viernes en algún café (Rajatabla o Sublime) con el resto de los colaboradores (redactores, corrector, voluntarios, etc.). Ahí se fijaban los temas que irían para el siguiente número, los plazos de entrega, etc. Después de recibir los artículos, Puig Martí los corregía, y Romero los montaba y diseñaba. La relación con los anunciantes fue buena. Finco se encargaba de visitar los sitios de ambiente para vender espacios publicitarios. Sobre el tipo de anunciantes, había locales comerciales, la mayoría dirigido al público gay y algunos relacionados con el comercio sexual como la venta de videos pornográficos. No tenían recursos vinculados con el SIDA. Se imprimían 6 mil ejemplares en papel glasé a color. La tipografía se llamaba Tecnigráfica San José S. R. L. un proveedor de Romero y Rodríguez. El equipo no recuerda cuánto costaba hacer un número de Viceversa, pero mencionan que fácilmente podía llegar a 7 cifras. La distribución la hacía Finco con algunos colaboradores en los locales de ambiente de Caracas. La zona principal de difusión era el área metropolitana. El último número se intentó vender, pero no tuvo mucha acogida. No había otras actividades organizadas por la publicación.

Relación con el público
  • Viceversa estaba dirigida a un amplio sector del público gay y lésbico. El objetivo era llegarle desde el homosexual que deseaba encontrar contenido, hasta los que querían saber sobre las fiestas y chismes del mes. Las mujeres tenían una sección fija desde el segundo número. Había un correo electrónico, mas se recibieron pocos mensajes. No basaron sus decisiones en estudios de mercado del público gay, pero por ser profesionales del área manejaban conceptos de mercadeo y publicidad que les pudieron ser útiles. La revista estaba destinada a gays y lesbianas, hombres y mujeres. No había secciones para transgéneros o bisexuales.

Medios alternativos: acceso, participación y autogestión
  • Aunque Viceversa tenía un correo electrónico y los integrantes colocaron sus teléfonos en la mancha, el acceso y la participación del público en la producción de la revista fue escaso. No se hicieron reuniones con los lectores. Sólo el espacio En la noche, que reseñaba los locales de ambiente, tenía una parte para las opiniones del público sobre estos sitios. Se pensó en una sección de cartas del lector, pero la revista cerró muy rápido y no se concretó esta idea. La audiencia no participó tampoco en la autogestión de Viceversa. La toma de decisiones estaba concentrada en Finco, Rodríguez y Romero.



Rostros Reseña biográfica del sociólogo
Gianni Finco: «Viví Viceversa como una experiencia
de crecimiento personal»


Sublime, un café de ambiente de Plaza Venezuela, estaba repleto. Era el lanzamiento público de Viceversa. Estaban Claudia Rodríguez, Javier Romero y Gianni Finco. «Stayfree –recuerda el editor– nos presentó diciendo: Vean esta revista, es llevada a cabo por heterosexuales. Me sentí tan orgulloso ahí parado al lado de ellos, de Claudia y Javier. Claro que enseguida le pedí a Stayfree que aclarara que yo era homosexual, porque podía perder muchas oportunidades de levante por esa vaina (risas)».

De madre española y padre italiano, Gianni Finco nació el 26 de julio de 1976 en Caracas. Estudió primaria y secundaria en el Colegio San Agustín del Sur y se graduó de sociólogo en la Universidad Católica Andrés Bello. Durante su estadía en la UCAB participó en el grupo de cuenta cuentos. Como un fiel admirador de Pedro Almodóvar, puede recitar de memoria el monólogo de la Agrado en la película Todo sobre mi madre.

La gente que conoce a Finco admira su ciego optimismo, su sinceridad, su constancia y su perseverancia. «Gianni es una excelente persona y un profesional muy capacitado», expone Rodríguez. «Es súper trabajador», menciona Romero. «Era el cerebro de la revista, el motor de Viceversa. Gianni es el perfecto líder del grupo. Sabe cómo hacer que el equipo trabaje», agrega Coronado. ¿Defectos? No es muy paciente y, según Rodríguez, fuma mucho.

Respecto a la revista Finco expone que fue editor de un modo casi accidental, porque llegó por una amiga que escuchó del proyecto. Pero además de editor, era vendedor, escritor, articulista, cobrador. «Claudia, Javier y yo nos apropiamos de la revista, pasó a ser nuestra hija. Yo viví Viceversa como una experiencia de crecimiento personal».

En las páginas de la publicación el tema de la revolución gay era una constante, pero ¿cómo se hace una revolución gay? Para Finco, ésta se materializa con los pequeños cambios cotidianos que debe haber en una sociedad. Hablar de la homosexualidad hace 20 años hubiese sido prohibido y ahora hay marchas y organizaciones. Insiste en que la tolerancia no fue algo que cayó del cielo, los espacios ganados fueron producto de muchos esfuerzos, de muchos conflictos y, como pueden ser ganados, se pueden perder.

«Es falso pensar que las sociedades evolucionan hasta mayores niveles de bienestar e igualdad –afirma Finco–. Evolucionan, involucionan, retroceden, dan salto atrás. La ecuación no es muy sencilla, no hay una ecuación lineal. La sociedad alemana, por ejemplo, una de las más cultas de los años treinta, dio paso al nazismo, la Europa que salió a perseguir brujas y hechiceros era la Europa del principio de la Ilustración. Lo que quiero decir es que los espacios de aceptación de la homosexualidad se ganan, pero también pueden perderse».

Asimismo, cree que la comunidad homosexual debe mirar hacia adentro, porque algunos repiten el mismo esquema discriminatorio pero en sentido contrario. «Una vez estábamos Claudia, Javier y yo, llegó un personaje de una ONG que trabaja con LGBT y nos saludó diciendo cómo están los heterosexuales que explotan a los gays, me provocó darle un coñazo». La heterofobia es una conducta igual de irracional que la homofobia y se hace necesario acabar con ella dentro del colectivo LGBT.


Balance Reflexión sobre la revista
Unas palabras sobre Viceversa

Aciertos y errores
Un acierto de Viceversa fue tener una sección fija para las mujeres lesbianas. Respecto a los errores están los siguientes: (1) a pesar de la formación profesional del equipo, no hicieron un estudio de mercado, (2) la regalaron durante mucho tiempo y (3) no llevaron los ejemplares al depósito legal de la Biblioteca Nacional.

Análisis DOFA
La principal oportunidad que ofrecía el entorno era que no existía una revista de variedades con contenido para el público gay, había un nicho que no se había explotado. En cuanto a las amenazas se mencionan: (1) un circuito de locales gay muy reducido, (2) una competencia consolidada, la guía En Ambiente tenía año y medio en el mercado, tenía trayectoria, un grupo de clientes fijos y se distribuía de manera gratuita, (3) los grandes anunciantes no se arriesgaron a abordar directamente el sector gay y lésbico por temor de que asociaran su marca a este target y (4) la heterofobia presente en algunos integrantes de organizaciones LGBT que no entendían las razones para que una pareja heterosexual editara una revista para homosexuales y lesbianas.

Dentro de las fortalezas de Viceversa estaban (1) ser una propuesta de revista de variedades con contenido, (2) ser editada por una empresa que conocía el área de las publicaciones y que estaba integrada por profesionales capacitados en diseño gráfico, publicidad y mercadeo, (3) estar integrada por una pareja de heterosexuales, lo que le da un sano equilibrio a este tipo de proyectos, (4) estar dirigida a un amplio sector de la comunidad gay y lésbica, no exclusivamente a los hombres homosexuales, (5) tomar las decisiones de manera consensuada, (6) tener un tamaño discreto y cómodo para el lector y (7) partir de una idea sólida y original, «Viceversa, porque el mundo no gira en un solo sentido» unido al corte en los lados que daban la impresión de una doble flecha, evidenciaba un concepto consistente y creativo. Algunas de las debilidades eran (1) no ser un producto rentable, (2) el formato de la revista en cuanto a colores y papel era muy costoso, (3) ser un proyecto complejo que exigía mucho tiempo a sus participantes y (4) la concentración de tareas en el equipo directivo. Además, (5) Viceversa tenía un claro objetivo comercial y cuando no generó ganancias, se decidió cerrarla. Otras publicaciones no han dado dividendos al principio pero continúan haciéndose porque hay otras motivaciones en los promotores.

¿Por qué dejó de editarse? Viceversa cerró por razones administrativas, una decisión de su directiva, y por problemas económicos, los ingresos no cubrían los gastos de producción. En palabras de su director, era «económicamente inviable». También salió del mercado porque la directiva se sobrecargó de tareas y porque el circuito de locales de ambiente era muy pequeño y un negocio de ambiente no podían anunciar en varios medios impresos y digitales al mismo tiempo. «Creo que teníamos ideas muy ingenuas y el mercado era muy duro», acota Finco.

¿Era realmente un medio para toda la comunidad LGBT? Fue uno de los pocos intentos que, además de dirigirse a los hombres homosexuales, incluyó de manera consciente a la comunidad lésbica dentro del público meta. Sin embargo, no había secciones para transgéneros ni bisexuales. Puede decirse que Viceversa era una publicación para la población gay y lésbica del área metropolitana.

¿Era un medio alternativo? Viceversa no era una experiencia de comunicación alternativa porque el público no participó en la elaboración de los contenidos ni en la autogestión de la revista. La toma de decisiones estaba concentrada en Finco, Rodríguez y Romero, se estableció una relación vertical con los lectores y se impulsó un monólogo con la audiencia en lugar de un diálogo.

¿Promovía la pasividad del público? o ¿era una comunicación emancipadora? Viceversa con una amplia oferta de contenidos no promovió la pasividad del público. No consideraban que la militancia y el activismo debía ser una obligación para los LGBT, pero había una clara intención de contribuir a desarrollar esa «revolución cotidiana» que permitirá en un futuro el ejercicio equitativo de los derechos civiles del colectivo gay y lésbico. Viceversa fue un intento de comunicación emancipadora.

Viceversa: una oportunidad para hablar de la heterofobia de los LGBT. Para Finco y Romero, la presencia de heterosexuales en la dirección de esta empresa editorial generó problemas con algunos integrantes de organizaciones LGBT. Viceversa en lugar de contar con el respaldo de la comunidad gay y lésbica, puso de manifiesto en algunos activistas gays una nueva forma de discriminación e intolerancia: la heterofobia. Esta conducta, al igual que la homofobia, es sinónimo de ignorancia. Actitudes como esas frenan la participación de muchos heterosexuales solidarios con las demandas LGBT.

Aunque Viceversa no cerró por esta situación sino por problemas económicos, Javier Romero, el director de la revista, comenta: «Viceversa tuvo, además de otros elementos en contra, el rechazo disimulado y en otros casos manifiesto de miembros de la comunidad LGBT y de los integrantes de algunas de sus organizaciones, basado ‘exclusivamente’ en la orientación sexual de sus directivos. Gran paradoja, cuando hacemos referencia que la principal dificultad de las personas LGBT es la misma discriminación de la que son víctimas en la calle, los medios, la familia, etc. Curioso ¿no?».

Frente a esas actitudes ‘medievales’ se impone la necesidad de conformar un movimiento mixto e incluyente en donde participen homosexuales y heterosexuales, hombres y mujeres, por igual. Viceversa fue reflejo de ese movimiento mixto e incluyente y también cumplió una labor informativa entre sus lectores. Esas características le dan fortaleza a cualquier proyecto en esta materia. Además le otorgan consistencia con el objetivo final del movimiento de liberación homosexual que es conseguir la convivencia respetuosa de los LGBT con el resto de la sociedad.

Cierre
Viceversa fue una revista de variedades destinada a la población gay y lésbica del área metropolitana que tuvo como principal logro ser el proyecto editorial LGBT más ambicioso del 2001. De las experiencias de años recientes, ésta fue la única que ofreció una propuesta informativa sólida y completa que abarcaba desde espacios de debates y reflexión, hasta secciones de astrología y chismes. También incluyó de manera consciente al público lésbico y evidenció una vocación incluyente e integradora con el resto de la sociedad.


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