Que en pleno Siglo Xxi un psiquiatra en activo, persona a la que se supone una mínima formación científica, colabore con la iglesia católica para exorcizar a simples enfermos mentales según el delirante rito de unos analfabetos científicos para sacarles los demonios que supuestamente les atormentan, es del todo perseguible.
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