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LAS VERDADERAS FLORES DE LA DEVOCIÓN

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LAS VERDADERAS Flores DE LA DEVOCIÓN

12 de Mayo de 1981

Dharmakshetra, Bombay


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Cuando se ha limpiado la mente de todo sedimento e impureza y se cultivan sentimientos nobles y puros, entonces puede alborear la Visión de la Sabiduría y se percibe la Creación toda en su real esplendor de Brahman (la Divinidad Suprema misma.

Cuando se ha limpiado la mente de todo sedimento e impureza y se cultivan sentimientos nobles y puros, entonces puede alborear la Visión de la Sabiduría y se percibe la Creación toda en su real esplendor de Brahman (la Divinidad Suprema misma.

Encarnaciones del Espíritu Divino: no es correcto ni adecuado para nadie mantenerse siempre en el mismo estado. Así como ningún estudiante aceptaría permanecer siempre en el mismo grado en su escuela, sino que cada año manifestará su entusiasmo por progresar de un curso al siguiente.

En este mismo contexto, a ningún aspirante espiritual le conviene o le es beneficioso mantenerse en un mismo nivel, sin progresar ni ascender cada vez más alto. Nadie debería quedarse atrás manteniéndose en la senda de la dualidad durante toda su vida. Uno debe progresar de la dualidad a la no dualidad calificada y de allí a la no dualidad (es decir, el estado Advaitico) para tratar, finalmente, de experimentar y tomar conciencia del Principio y la Realidad Supremos.

Sin embargo, aun manteniendo esto como el ideal y el objetivo últimos, hay que comenzar por dedicarse a prácticas devocionales como la repetición del Nombre del Señor y la adoración ritual a modo de disciplinas preparatorias.

Esto ha representado la tradición en India: adorar a Dios con flores llevando a cabo las dieciséis modalidades de servicio. Pero hay una modalidad superior a esta forma normal y frecuente de devoción. Esta modalidad superior se practica por medio de pensamientos positivos y puros, a través de una conducta buena y pura. Ello representa un tipo de devoción superior.

Es así que aquel que continúa con sus acostumbradas prácticas devocionales de ofrendas de flores y objetos materiales, que representa la forma inferior de devoción, se mantendrá también en los niveles inferiores y no podrá progresar en la senda espiritual.

Ello no quiere decir que esta forma de devoción no sea necesaria en las etapas iniciales, en donde resulta beneficiosa. Lo que no está bien y resulta lamentable es el permanecer todo el tiempo en este nivel elemental y no evolucionar hacia niveles más altos.

El propiciar a Dios a través de una buena conducta, de buenos pensamientos y de buscar sólo la buena compañía representa una forma muy superior y más noble de adorarlo. Es así que el adorar a Dios a través de las virtudes propias representa una forma mucho más avanzada y superior que la tradicional.

En las Escrituras se hace referencia a esta modalidad como adoración a través de virtudes, gracias a la cual Dios se sentirá complacido y nosotros podremos merecer Su Gracia.

Las verdaderas flores de la devoción son las que siguen:

No violencia es la primera de estas flores.

Control de los sentidos es la segunda flor.

Compasión por todos los seres es la tercera flor.

Paciencia y tolerancia es la cuarta flor.

Ecuanimidad es la quinta flor.

Práctica espiritual ascética es la sexta flor.

Meditación es la séptima flor, y

Verdad es la octava flor.

El adorar a Dios con estas ocho flores puede llevar a ganar Su Gracia plena. Y es mejor que adorarlo con flores obtenidas de la Naturaleza, las que se ponen mustias, pierden su fragancia y se secan en corto tiempo.

En lugar de adorarle con estas flores y ansiar recompensas tan transitorias como ellas, deberían tratar de adorar a Dios con flores reales, duraderas y persistentes: las flores de vuestras virtudes para ganar con ello lo permanente y duradero: la recompensa de la experiencia y la realización de la Realidad última.

Aquí, en India, hubo muchos que llegaron así a alcanzar un estado superior, el estado de la Realización Divina, a través de la práctica de esta modalidad de devoción.

No obstante, es común que la gente siga ofreciendo las flores que otorga la Naturaleza y no se decida por la modalidad superior y, puesto que la recompensa que reciben es tan mezquina y transitoria como las flores que utilizan, siempre están insatisfechos y descontentos. Es por ello que todo aspirante que desee alcanzar el estado más alto de provecho, duradero y permanente, deberá orientarse a la modalidad superior: la adoración con las flores de las virtudes.

Deben darse cuenta, entonces, de que las flores requeridas para la modalidad superior son las flores del propio corazón y no aquellas que crecen en los jardines y que pueden adquirir en cualquier parte por canastas.

Las flores de la virtud que se mantendrán siempre frescas, lozanas y fragantes son las que crecen y florecen en el Brindavan de vuestro corazón.

Encarnaciones de la Divinidad: las flores que emplean diariamente en sus devociones habituales no son creación de ustedes. Sólo se las procuran de árboles y jardines en donde florecen por la voluntad de Dios y ustedes se las ofrecen de vuelta a Él.

¿En dónde está la grandeza de ofrecerle a Dios aquello que sólo El ha creado?

La gente va a bañarse al sagrado Ganges, recoge agua con sus manos y se la ofrece de vuelta al río. El agua que ofrecen no les pertenece, ni les ha sido legada como herencia por sus ancestros ni es creación propia.

En cambio, si del árbol de vuestra vida cortan las flores y frutos que han cultivado y desarrollado, las virtudes que han cultivado en sus corazones, y hacen ofrenda de ellas al Señor, ello representa algo verdaderamente especial y noble.

El cultivar buenas cualidades requiere de un esfuerzo perseverante que les obligará a salvar muchas barreras.

Sólo con el cultivo de las virtudes se purificará vuestra mente como para adquirir unidireccionalidad y llegar a concentrarse en la contemplación y la meditación Divinas. En ausencia de tales cualidades, la mente no logrará permanecer quieta y calma ni por un instante.

Si la mente no está dotada de buenas cualidades y buenos pensamientos, cómo podrá centrarse con éxito en la meditación?

Si no han conseguido ladrillos y cemento, cómo podrán llegar a levantar una casa?

De modo que si desean empeñar y asumir la mente en la meditación, deben ante todo saturarse de buenas cualidades y de buenos pensamientos.

La primera flor de virtud es la No violencia.

En el lenguaje común .se entiende que No violencia significa no causarle daño físico a ningún ser viviente. Éste no es su sentido verdadero. No violencia implica y significa realmente no causar ningún daño a ningún ser, ya sea de pensamiento, de palabra o de obra. No violencia implica el proceso de limpiar y purificar los pensamientos, palabras y obras propios.

Nuestro pensamiento, palabra y obrar deben armonizarse y unificarse y la ofrenda a Dios debe hacerse con esta flor.

La segunda flor es el control de los órganos sensoriales.

Habitualmente, nuestros sentidos corren desbocados sin restricción ni control alguno. Si se dejara libres a los caballos y a los animales y se les permitiera hacer lo que quisieran, el resultado sería peligroso. Es por ello que debemos controlar y refrenar los sentidos, regulándolos y guiándolos por la senda y en la dirección correcta.

Es a través de la discriminación entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es permanente y duradero y lo que es pasajero y fugaz, que debemos disciplinar nuestros sentidos e imponerles nuestro control.

Encarnaciones del Espíritu Divino: el cuerpo, los órganos, la mente y la inteligencia son como la vestimenta que usamos.

El cuerpo ha sido definido como "aquello que se quema". Por ello no debemos entender como cremación al hecho de que se lo entregue al fuego después de muerto. El cuerpo está permanentemente en llamas; todo el tiempo está siendo abrasado por todo tipo de preocupaciones y problemas.

Existe también otra definición del cuerpo: "Aquello que está en permanente desintegración". Sólo imaginar que de alguna manera pudiéramos alcanzar alguna felicidad real mediante este cuerpo que se está desgastando constantemente y que está condenado ala destrucción, no es sino un engaño absoluto.

Dios nos ha dotado, a cada uno de nosotros, con los órganos de nuestro cuerpo, con un propósito específico y particular. Y será únicamente cuando hagamos uso de estos órganos de manera adecuada al propósito para el cual fueron creados, que estaremos cumpliendo con el propósito Divino y podremos ser merecedores de Su Gracia.

Cada uno de los órganos humanos debe ser utilizado únicamente para la finalidad para la cual ha sido creado y destinado. Su funcionamiento debe ser regulado y controlado dentro de márgenes adecuados.

Dios nos ha dado la nariz. Su propósito es que, a través de ella, inhalemos y exhalemos el aire, percibamos fragancias. Si utilizamos, en cambio, la nariz para oler rapé, se habrá desperdiciado y perdido su propósito.

Del mismo modo, Dios nos ha dotado de una boca y una lengua con el fin de ingerir alimento nutritivo y puro. Pero si usamos la boca para tragar alimentos impuros y bebidas intoxicantes, se habrán perdido la santidad y la finalidad de la boca.

Manteniendo todo esto en mente, tendremos que discernir y razonar, para aclarar así la finalidad y el modo en que deben utilizarse los diferentes órganos de los que disponemos, a fin de usarlos únicamente de la manera correcta.

Encarnaciones del Espíritu Divino: en sí mismo, el cuerpo es algo inanimado.

Se preguntarán seguramente ¿si es inanimado, cómo es que se desarrolla...? La respuesta es que para el aumento en tamaño no se requiere del principio de la vida. Si todos los días, después de barrer la casa, arrojan la basura en el mismo lugar, podrán observar que con el paso de los días, se habrá formado un gran montón. El crecimiento de este cuerpo inanimado se produce de manera similar.

Cada día, de la mañana a la noche, están echando algo dentro del cuerpo: comidas, meriendas, café, etc. Y por ello vuestro cuerpo crece. Dejen de alimentar el cuerpo y verán que su crecimiento también se detiene.

Ahora bien, si el cuerpo en sí mismo es inanimado, ¿podremos controlar los órganos?

Los órganos no deben utilizarse en aventuras excitantes o perturbadoras. Ni debemos infligirles aflicciones que no sirven a propósito alguno.

la aflicción y el sufrimiento no son connaturales al hombre. Su real naturaleza es la dicha.

A pesar de esto el hombre piensa equivocadamente que su sino es el dolor, y se expone inútilmente al sufrimiento.

Si sometemos nuestros sentidos a agitaciones o a penurias innecesarias, se viciarán y debilitarán nuestra fuerza y energía. Las enfermedades corporales sobrevienen sólo debido a las agitaciones y excitaciones de la mente.

El someterse a excitaciones y sufrimiento también hace que el hombre envejezca con mayor rapidez y muy prematuramente.

La razón para el despilfarro que hacemos de nuestra preciosa vida humana reside únicamente en la falta de un apropiado control de los sentidos. De ahí que sea tan importante adorar a Dios a través de la restricción y el control de los mismos, la segunda flor de virtud.

La tercera flor es la compasión por todos los seres vivientes.

En nuestra ignorancia, sólo vemos la variedad en la Creación, vemos únicamente la multiplicidad superficial y no tratamos de ver el Principio Divino básico y unificador, la Unidad que es Dios. Nos sumimos en actividades mundanas y nos extraviamos en la prosecución de deseos mundanos. Y como estos deseos mundanos jamás encuentran su satisfacción, nos volvemos en contra de Dios.

Cuando llegan a ser satisfechos algunos de nuestros deseos mundanos, nuestra devoción hacia Dios recibe un repentino estímulo; y cuando nuestros deseos se frustran, nuestra devoción hacia Dios se transforma instantáneamente en antipatía...

Perseguidos permanentemente por los deseos mundanos, pensando erróneamente que la satisfacción de éstos es la única finalidad y meta de la vida, y olvidándonos de la Omnipresencia de Dios y del verdadero propósito de la vida, perdemos nuestra fuerza innata y nos sentimos débiles e impotentes.

Pese a que las Escrituras han proclamado que la Verdad es una sola, nos dejamos, sin embargo, atraer y engañar por la irreal apariencia de la variedad y fracasamos en aprehender la Realidad Divina no dual tras esta variedad.

Estamos plantando ahora sólo una pequeña semilla. Con el paso del tiempo, de esa pequeña semilla crecerá un árbol inmenso. De ese árbol surgirán miles de frutos y en cada uno de esos frutos se encontrará el mismo tipo de semilla que hemos plantado.

Del mismo modo, ha emergido este inmenso árbol de la Creación desde la semilla de la Divinidad. En el árbol de la Creación, los seres vivientes y los hombres son como los frutos. En cada uno de estos frutos se encuentra latente la Divinidad primordial.

Es por ello que en el Bhagavad Gita el Señor dijo: "Yo soy la fuente y el origen de todos los seres vivientes y soy inherente a ellos como la semilla lo es al fruto. Yo soy el Alma, el Principio Divino en todo y en cada cosa".

Solamente a la luz de esta Verdad, reconociendo a Dios como inherente, como Alma en todo, debemos cultivar y manifestar Amor hacia todos los seres. Esto es lo que se significa a través de la ofrenda de: Amor y compasión hacia todos los seres.

Dios, el Señor, está presente en todos los seres.

Sólo cuando llegamos a aprehender esta Verdad, florecerá la flor de la compasión en nuestros corazones y llegaremos a poder ofrendarla, en toda su belleza y fragancia, a los Pies del Señor.

La cuarta flor es la de la paciencia, la tolerancia.

De hecho, una de las virtudes principales y más altas del hombre es la tolerancia.

Lamentablemente, el hombre desarrolla una visión extremadamente estrecha; en lugar de expandir su corazón, lo constriñe alimentando ideas como el "yo", el "mío" y el "para mí". Equivocadamente piensa: "Sólo importo yo y lo mío. Los otros son algo ajeno y diferente a mí. ¡No son de mi incumbencia!".

En tanto ideas tan estrechas como éstas estén enraizadas en nuestro corazón, no podrá crecer nunca en él la flor de la tolerancia.

Solamente cuando logremos desarrollar el sentimiento de que todos somos hijos de Dios, que conformamos una hermandad única y que nadie es realmente ajeno y extraño a nosotros, se abrirá la flor de la tolerancia en nuestro corazón.

Sólo cuando haya Amor habrá tolerancia. La tolerancia no es sino el resultado del Amor y la compasión hacia todos los seres.

Un pequeño ejemplo. En nuestro hogar están nuestros hijos y también nuestro sirviente. Lamentablemente nuestro hijo ha adquirido malos hábitos; diariamente despilfarra dinero o algo de la casa. En estas circunstancias lo reprendemos y, a lo sumo, llegaremos a castigarlo; pero jamás pasaría por nuestra mente entregarlo a la policía.

En cambio, si el sirviente comete el más mínimo hurto, si llega a robar aunque sea una pequeña cucharita, de inmediato lo denunciamos y lo entregamos a la policía.

¿Cuál es verdaderamente la razón para que mostremos tanta indulgencia hacia nuestro hijo, por grandes que sean los robos que esté cometiendo, en tanto que por el insignificante robo de una cuchara creamos casi una epopeya y entregamos al sirviente a la policía? Esto responde únicamente a la estrecha idea: "El niño es mi hijo, me pertenece"; piensan, en cambio, que el sirviente es algo ajeno, que no les pertenece... y de allí que no quede lugar para la tolerancia hacia el sirviente en nuestro corazón.

únicamente cuando hayamos logrado un corazón amante y el sentir "todos son míos" podrán adquirir la virtud de la tolerancia. Y sólo entonces podrá también crecer el Amor en ustedes. Ésta es la razón por la cual se ha dicho que el Amor sólo vive gracias al dar y al perdonar. El Yo vive gracias al recibir y al olvidar.

Por ello, si deseamos cultivar en nuestro corazón la flor de la tolerancia, debemos empezar por promover el Amor hacia todos los seres y, entonces, ella florecerá automáticamente en nosotros.

La quinta flor es la de ecuanimidad y paz.

La paz no debe interpretarse como el permanecer obstinadamente callados, a pesar de estar siendo golpeados o interpelados, sin emitir ni el más leve murmullo, aunque en lo interno estén mentalmente agitados o iracundos. La paz ciertamente no es eso.

La verdadera paz consiste en ser capaz de mantener la ecuanimidad mental y permanecer imperturbable, sin agitación alguna, cuando alguien nos hace falsas acusaciones o nos atribuye faltas que no hemos cometido. Ésta es la paz real.

Sólo cuando vuestro corazón está lleno y pleno de Amor, la paz es una consecuencia natural.

¿Cuándo es que no tenemos paz?

En verdad, la paz no es algo que puedan lograr desde el exterior. En gran medida la paz se pierde como consecuencia de malas cualidades.

Con pensamientos puros, el hombre se vuelve puro. Con pensamientos impuros, el hombre se convierte en víctima del sufrimiento. Aquel que ha llegado a sublimar todos sus pensamientos, llega a ser un sabio, afirmado en la paz.

Cuando uno está libre de todo pensamiento, cuando se ha llegado a aquietar toda perturbación de la mente, ya sea buena o mala, recién entonces se halla establecido en la paz. Por ello, cuando sean capaces de detener todos sus pensamientos y agitaciones mentales podrán gozar de paz.

¿Cuál es la razón para todo nuestro dolor y sufrimiento?

Sus propios pensamientos negativos e impuros son la causa de vuestro dolor y sufrimiento.

Sólo a través de buenos pensamientos e ideas santas uno llega a ser un hombre sabio. Por hombre sabio no debe entenderse a alguien que viste una túnica azafrán, se ha afeitado la cabeza y lleva un rosario de "rudraksha" en el cuello. Hombre sabio es realmente aquel que está lleno de ideas santas, que ha llegado a ser una encarnación de todas las ideas puras y santas.

En estado de paz la naturaleza del hombre se asemeja a la quieta superficie de un lago. El agua aposada se riza y forma ondas causadas por el movimiento y el juego del viento. En esta superficie rizada y agitada vuestro reflejo será borroso e inestable. En aguas sucias y barrosas vuestro reflejo será poco claro y difuso. En el agua pura, quieta y lisa, vuestro reflejo también se verá estable y claro.

Del mismo modo, pese a que la Realidad básica, la Realidad del Alma, es sólo una y la misma en todos los seres y en toda la Creación, su reflejo, su grado de manifestación, empero, variará de acuerdo con la pureza y con la naturaleza del medio que la refleje. Cuando el Alma se refleja en Tamoguna (la tendencia a tomar lo falso por verdadero, lo hace como ignorancia.

En el Rajoguna (el impulso de hacer servicio con pizca de ego), el Alma se refleja como ser encarnado.

En el puro Satvaguna (el altruismo feliz y constante, sin apego) el Alma se refleja como Maya (ilusión), como Maya asociado a lo Divino.

Maya es la vestidura de Dios, el Gran Señor.

En consecuencia, Maya es de naturaleza Divina. El reflejo sátvico es Dios. El reflejo del Rajoguna es el ser encarnado; el del Tamoguna es la Naturaleza.

Es por ello que debería reconocerse y tomarse conciencia de que, a pesar de que los reflejos puedan parecer diferentes, no lo son real y básicamente, puesto que todos derivan del mismo Principio Divino. Es así que, en esencia, Dios, Hombre y Naturaleza son una sola cosa.

Por lo tanto, deberíamos tratar de aprehender la Verdad básica: Dios es la fuente de todo.

He aquí un fruto, que aunque parezca insignificante ahora, se hará muy dulce al madurar plenamente.

También en el caso de la ecuanimidad, únicamente cuando hayan alcanzado el estado de perfección podrán alcanzar y gozar de la dicha y suprema dulzura de la paz. Este estado de paz lo conseguiremos una vez que hayamos promovido la virtud de la tolerancia en nosotros.

La sexta es la flor de la práctica espiritual ascética.

¿Qué se quiere significar con ello? No es que renuncien a mujer e hijos y se vayan a esconder en un bosque y se coloquen en algún lugar parados sobre la cabeza y con los pies en el aire. La noción que tenemos del ascetismo es justamente ésta, de huir a un bosque y dedicarse a la contemplación de Dios y otras cosas similares.

La práctica espiritual ascética significa, en primer lugar, limpiar la mente de todo pensamiento impuro.

Implica, realmente, la coordinación de nuestros pensamientos, palabras y obras, su armonización.

Cualquiera sea el pensamiento que surja en nuestra mente, expresarlo sin alteraciones en palabras y llevarlo fielmente a la acción, eso es lo que implica disciplina ascética.

Únicamente en este contexto se dice que aquel en quien el pensamiento, la palabra y la acción son armónicos y coincidentes es un Mahatma (un Alma grande).

El ahuyentar y eliminar de la mente todos los malos pensamientos representa un sacrificio. Ello los conducirá al Yoga.

El deshacerse de la propiedad, apartarse de la mujer y aislarse en el bosque nada tiene que ver con Yoga.

El concepto común del sacrificio es el de deshacerse de una propiedad y abandonar a la esposa. Ésta es una noción de sacrificio equivocada y falsa.

Hay que ahuyentar de la mente todo pensamiento malo e impío y hay que purificarla. De ninguna otra manera deben interpretar lo que es práctica espiritual ascética. Consiste en coordinar y armonizar vuestras palabras con vuestros pensamientos, y vuestra acción con vuestra palabra.

La séptima flor es la meditación.

La meditación ha tomado muchas formas hoy en día y ha asumido muchas connotaciones. Todas las clases de meditación que la gente está adoptando en la actualidad van en contra del verdadero espíritu, la cultura y la tradición de la India.

El sentarse en posición de loto y tratar de despertar la energía vital en el Muladhara (chakra, centro energético), haciéndolo ascender al Sahasrara (otro chakra), en la cabeza, nada tiene que ver con la verdadera meditación.

La verdadera meditación consiste en reconocer la presencia de Dios en todas partes y en manifestar esta conciencia espiritual en cada uno de los trabajos que realizamos.

Dios lo impregna todo. Él es el Ser Interior en todo, es la Realidad y el Principio Inmanente en toda la Creación.

Esto contrasta con el tratar de limitar y confinar la presencia de Dios al lugar que hayan elegido para vuestra meditación, lo cual no es más que una visión excesivamente estrecha y constreñida de vuestra parte.

Cuando conducen un coche deben sentir que el coche es vuestro Dios.

Cuando lleven a cabo una transacción de negocios en el mercado, deben sentir que el mercado es vuestro Dios.

En lo que concierne ala tradición sagrada de nuestro país, se ha convertido en hábito el rendirle homenaje al trabajo que emprendemos.

Antes de comenzar cualquier trabajo, deberíamos empezar por sentir que ese trabajo es Dios.

Mi respeto al trabajo es la instrucción de las Upanishads: "Considero como Dios el trabajo que tengo que realizar y le rindo homenaje a Dios a través de ese trabajo".

Encarnaciones del Espíritu Divino: En nuestra experiencia cotidiana y de un día para otro tenemos constantes instancias para esta visión y este sentimiento devo



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