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ESWARAMA LA MADRE ELEGIDA

ESWARAMA

LA MADRE ELEGIDA

 

 
 

 
 


 
 

 

 

N. KASTURI


INDICE

       PROLOGO 

       1. LOS "PADRES" DEL AVATAR  

       2. EL CIELO Y LA LUNA 

       3. EL NIÑO  

       4. EL MONTE DE LA SERPIENTE 

       5. El ANUNCIO              

       6. LA MADRE COMO MAYA  

       7. LAS PRIMERAS LECCIONES  

       8. TORBELLINO DE ASOMBROS  

       9. LA PLANIFICACION DE PRASHANTI 

       10. HORIZONTES MAS AMPLIOS        

       11. EL NILAYAM

       12. RIOS, ARENAS Y MAR    

       13. EL JUEGO DIVINO DEL AMOR   

       14. LA PRACTICA ESPIRITUAL SILENCIOSA   

       15. LA CONTESTACION AL LLAMADO  

       16. LA VICTORIA LOGRADA         

 

 

PROLOGO

          "Yo determiné mi nacimiento.

Yo decidí quién había de ser mi madre."

Así lo anunció, el 31 de diciembre de 1970, Bhagavan Sri Sathya Sai Baba como respuesta a una pregunta del editor del "Nav Kaal", el diario de Bombay. Nosotros nos encontrábamos presentes durante esa sesión especial de la Academia de Estudiosos de los Vedas (Escrituras Sagradas) fundada y guiada por Bhagavan. "¿Alguna pregunta?", dijo una vez finalizados los discursos con los que misericordiosamente nos había bendecido. "¿Desde cuándo ha mostrado estos signos de Poder Divino?", se aventuró a preguntar el editor. De inmediato vino la respuesta. "Desde el nacimiento mismo. En realidad... desde mucho antes. Estuve como Sai Baba en Shirdi antes de encarnar en la familia Raju en Puttaparti... ¡y antes de eso fui Krishna!"

El editor se qus .1ó mudo. Otro tanto le ocurrió al resto de los presentes en la sala: Sri P. K. Sawant, Ministro de Asuntos Internos del Gobierno de Maharashtra (la reunión se llevó a cabo en su residencia oficial en Bombay), Sr¡ Bharde, portavoz de la Asamblea legislativa de Maharashtra, Sr¡ V S. Page Presidente del Consejo Legislativo, y otros.

"Eso quiere decir...", balbuceó el editor. "Eso quiere decir", le interrumpió Baba, "que fui Yo quien resolvió nacer. Yo decidí quién habría de ser mi madre. Los meramente humanos sólo eligen a quien ha de ser el marido ola mujer. La Madre, empero, fue elegida por el Hijo en las encarnaciones de Rama y de Krishna, y tanto entonces como ahora, la tarea para la cual fue decidido el nacimiento fue la misma: conferirle Amor a todos y que, por medio de ese Amor, se cultive el Correcto Vivir en el género humano."

La Madre por la que se decidió Sai Baba fue Eswarama, un ama de casa de aldea, pobre, de edad madura, de corazón lleno de ternura, piadosa y analfabeta. Había dado a luz siete hijos, de los cuales sólo tres habían sobrevivido más allá de la adolescencia. Este libro representa un humilde tributo al histórico rol con que fuera investida Eswarama y a la firmeza del coraje con que desempeñó este papel y enfrentó el desafío.

El Bhagavata Purana (obra sagrada antigua) y el Ramayana (poema épico) nos entregan sólo atisbos de los altibajos de pesar y alegría, esperanza y desesperación, ansiedad y seguridad que tuvieron que sufrir las madres Yasoda y Kausalya, cuando Krishna y Rama procedieron a revelar sus respectivas magnificencias cósmicas y se lanzaron, aún niños, a castigar a hombres, monstruos y dioses. Eswarama, como toda ama de casa hindú, estaba familiarizada con las baladas, leyendas, cantos folklóricos y relatos que se han ido acumulando en torno de Rama y de Krishna. No obstante, se requirieron años de vivencias íntimas y de cientos de incidentes e indicios inexplicables para convencerla de que ese hijo suyo al que había acunado y mimado desde que era un bebé, había venido a probar que el Bhagavata y el Ramayana eran tan verdaderos y válidos ahora como lo fueran en sus respectivas épocas.

Al echar una mirada a la vida de la Madre del Avatar, encontramos que vamos avanzando a través de la curiosidad, la expectación, la compasión y la maravilla, para desembocar en el aprecio, la admiración y la adoración. A Eswarama le tocó en suerte la tarea rayana en lo imposible de expandir su conciencia más allá del cerco de montañas, más allá de las barreras impuestas por tradiciones y tabúes y de los muros levantados por costumbres y castas. Cargada con el prestigio y el perdonable orgullo de la más preciosa maternidad a la que mujer alguna pueda aspirar, no le fue posible evitar, pese al constante esfuerzo, el homenaje que, proveniente de todos los continentes, atraía hacia sí. Aun ante tal predicamento, al igual que cualquier otro aspirante espiritual ansioso por ganar Su Gracia, también ella tuvo que recorrer la senda interior que lleva de la multiplicidad a la unidad, de la dispersión a la concentración y la meditación, del egoísmo al desapego, de la pasión a la serenidad, de la indiferencia al amor que se preocupa y que comparte, de la irrealidad ilusoria (Maya) al Señor. Todo este recorrido hubo de hacerlo al mismo tiempo que seguía desempeñándose como madre y abuela tanto en la familia Raju como en la familia global de Sai en veloz crecimiento, multilingüe, multirracial y de múltiples credos. Como Madre, su amor tenía que abarcarlo todo, tenía que protegerlo todo y ser incondicional.

Fue, principalmente, gracias a las enseñanzas y a la Gracia de Baba que logró el éxito en esta misión de expandir y profundizar su amor. En su dilucidación sobre el Dharma (Acción Correcta) Baba ha revelado que la mujer representa la concreción de la caridad de Dios. Ella posee una aptitud natural hacia el esfuerzo espiritual, por el hecho de estar dotada de fortaleza, mansedumbre y humildad. La mujer es inteligente y alerta. Posee un innato sentido del honor y de la lealtad a la virtud. Eswarama, en cuanto devota más próxima de Sai, recibió Su ayuda para elevarse hasta aquellas alturas que han sido destacadas como las de la mujer ideal.

En este libro he tratado de retratar a la Madre mediante algunos débiles trazos de mi pincel. He de confesar mi incapacidad en cuanto a presentar un retrato más completo, pese a los veinticuatro. años que tuve el privilegio de pasar en Puttaparti mientras ella se mantenía activa, tanto en el pueblo como en Prashanti Nilayam (la "Morada de la Paz") donde vive Sai Baba. Sucede que ella era demasiado modesta y humilde y muy poco comunicativa como para permitirme sondear en sus acciones y reacciones. Me abrió su corazón sólo en aquellas ocasiones en que necesitaba que se aclarara alguna duda molesta, se aflojara algún nudo de tensión, se exorcisara alguna profunda aprehensión o se investigara algún rumor. En mí encontró a una persona que comprendía sus dificultades y problemas y que la adoraba como la "Madre" elegida por el Señor.

Cuando Peda Venkapa Raju terminó su estadía terrenal, Baba declaró que en cada una de las largas Eras de la historia humana sólo a una persona se le concede la reputación única de ser alabada por el género humano en cuanto Padre del Avatar.

Esta narración sobre la carrera terrenal de Eswarama, alabada como la Madre del Avatar, por muy corta, incompleta y bosquejada que sea, servirá para recordarnos la extraordinaria aventura que fuera llamada a emprender; las vacilaciones, vicisitudes, tribulaciones y esperanzas que tuvo que enfrentar y la gloria de su victoria.

Día de Eswarama

6 de mayo de 1984

N. Kasturi

LOS "PADRES" DEL AVATAR

 


Baba ha dicho que son cuatro los tipos de hijos que nacen del hombre. La distinción reside en el impulso que haya motivado el nacimiento. En tres de ellos opera la ley del karma.* El primero es aquél en que uno ha incurrido en deudas durante vidas anteriores y ha dejado de pagarlas. El acreedor nacerá como hijo para exigir el pago y abandonará para siempre el hogar tan pronto haya obtenido el total de lo adeudado. Puede que se reviertan los papeles y que los padres hayan sido los acreedores que han dejado sus cuerpos carnales antes de haberse saldado la deuda. En este caso recibirán como hijo al que debe pagar, el cual partirá, libre de sus grilletes kármicos, tan pronto sea devuelta hasta la última gota de lo adeudado. La tercera categoría está representada por la progenie que nace únicamente como un don, por la Gracia de Dios. Dios otorga un hijo y le confía a los padres la tarea de su cuidado y protección para el cumplimiento de su misión humana. El cuarto y no obstante el principal tipo de hijo, no obstante, es aquél que es el Avatar. En este caso, la Conciencia Cósmica decide un rol humano y elige el tiempo y el lugar, las personas que han de ser consideradas como sus padres y el útero en el que va a iniciar su carrera como un feto conformado por Su infinita potencia.

Según el Ramayana (historia del Avatar Rama), Narayana, el Señor de los Dioses, movido por la compasión ante los ruegos de santos y sabios, dijo: "¡Olviden sus temores! ¡Por el bien Universal, viviré en el mundo de los hombres!". Continúa Valmiki, el autor del Ramayana: "Habiendo accedido de este modo al deseo de los dioses, el Señor Vishnu** se preguntó dónde habría de nacer en el mundo de los hombres. Decidió que el rey Dasaratha habría de ser su padre, luego de lo cual nació como Rama, hijo de éste".

Años más tarde, se presentó la ocasión en la que Rama insistió en que Sita, su mujer, recién rescatada de su cautiverio, pasara por la prueba del fuego, como demostración de su pureza. Los grandes dioses y los guardianes del mundo con Brahma, el Ser Supremo, actuando como portavoz, alzaron sus voces en contra de Rama, acusándolo de comportarse como un mortal común. "¿Y qué?", respondió Rama. "Me considero un ser humano nacido de Dasarathaf No obstante, como es sabido, el rey Dasaratha había sido nulo como progenitor. El nacimiento de Rama se había producido de la siguiente manera: Durante un sacrificio destinado a lograr bendiciones para la paternidad, surgió del fuego un poderosísimo ser de inconmensurable esplendor y se anunció como mensajero de Prajapati. Entregándole a Dasaratha un recipiente de oro bruñido lleno de un brebaje de leche preparado por los dioses, dijo: "Dale de beber esto a tus consortes: tendrás hijos de ellas".

 

 

 

*          Karma: Acción y los efectos resultantes de ella. Ley del Karma: ley cósmica según la cual como consecuencia de las obras, acciones, palabras, pensamientos que componen la vida de cada ser, éste va acumulando residuos favorables o desfavorables que rigen la rueda de nacimientos y muertes, o sea que las futuras reencarnaciones de cada ser llevan una concordancia con su comportamiento de vidas anteriores. Ley de causa y efecto. El Karma no castiga ni recompensa, es simplemente la ley única, universal, que dirige infalible y ciegamente todas las demás leyes.

 

**        Vishnu: El tercer Dios de la trinidad hindú. El protector y preservador de toda la Creación.

Rama preguntó: "Ten la bondad, altísimo Señor, de decirme quién soy, cuáles son mis antecedentes y por qué estoy aquí". Entonces, Brahma, cuyas plegarias en favor de! género humano habían persuadido a la Conciencia Cósmica de revestirse con una vestimenta humana, le recordó a Rama la Realidad que era, la Realidad tan hábilmente velada por la apariencia que hacía que El mismo estuviera tratando de desentrañar la verdad, interrogando a quienes le rodeaban. "Oh Rama, escucha mientras te digo la Verdad. Tú eres el Ultimo, el Absoluto, el Supremo, el Eterno. De ti surge el Universo, y en ti es absorbido. Los videntes te ven en toda criatura, en toda dirección, mas ninguno sabe de tu principio ni de tu fin, ni quién eres en realidad." El sabio Agasthya habló también de manera similar cuando Rama fue instalado en el trono imperial. "¿No has realizado la verdad del 'Yo soy Narayana'? No te confundas. Tú eres el Secreto de los Secretos, eso fue lo que dijo Brahma. Tú eres el Creador de los tres Gunas* y los tres Vedas (Escrituras Sagradas). Tú eres el Residente en las tres moradas. Tú abarcaste los tres mundos en Tu andar. Ahora naciste como hombre para otorgarle Tu favor a los mundos." Estos incidentes descriptos por Valmiki en el Ramayana revelan la intención implícita en el "nacimiento" de un Avatar, la intención de concederle gloria y renombre a aquellos que sean considerados como sus progenitores.

Los eventos relacionados con la venida al mundo de otros Avatares refuerzan la creencia en la prescindibilidad de los "padres" cuando la Conciencia Cósmica resuelve asumir el rol de guía y de guardián. Kapila, a quien se considera fundador de la escuela de filosofía Sankhya, es aceptado por las escrituras como un Avatar de Narayana. Su advenimiento se describe de la siguiente manera: El sabio Kardama dice a su mujer Devahuthi: "Narayana ha respondido a la sincera devoción con la que le has ofrecido tu culto y con la que has practicado las reglas de la dedicación. Ya ha dado la seguridad de que nacerá de ti y que me dotará a mí de la reputación de que 'Dios ha encarnado como hijo de Kardama"'.

La historia de Sri Krishna, aceptado universalmente como el Purna Avatar  advenimiento total  constituye la prueba más clara de la inmaculada concepción del Divino Niño. Como lo relata el Bhagavatha, la agonía de la Madre Tierra congela la compasión de la Omnivoluntad en la resolución de encarnar como el sustentador, el solaz y el salvador del género humano. Brahma escucha la voz del Dios Vishnu, el que todo lo impregna, que transmite la bendición y merced; y anuncia a todos los sufrientes suplicantes que han llegado hasta El: "Bhagavan mismo, el Todopoderoso Residente en Todo, movido por Su propia voluntad, asume el nacimiento en la casa de Vasudeva".

Una vez que Devaki, la consorte de Vasudeva, hubo dado a luz a siete hijos y los hubo ofrecido uno tras otro a su hermano, como había prometido, la Voluntad decide que ha llegado el momento para que se produzca el Advenimiento. Dice el Bhagavatha: "El Señor que es el Soberano del Universo, decidió entrar en la mente de Vasudeva, como una faceta de Sí mismo, con el propósito de conferir arrojo a los buenos y piadosos". "Amsa", el término sánscrito empleado en el texto, traducido aquí como "faceta", se interpreta habitualmente con el significado de "parte". Mas el Absoluto Universal no puede ser dividido. El antiguo comentarista Anandagiri explica la palabra como "con un cuerpo moldeado por Su propia Voluntad y capaz de engañar al mundo haciéndole creer que es humano." "Entonces, ese indestructible Principio Divino que estaba destinado a establecer la paz y la prosperidad en el mundo, fue aceptado en la mente de ella, al igual que el cielo oriental acepta a la luna o que el discípulo recibe de su gurú (maestro espiritual) el mantra* iluminador."

El énfasis puesto en la mente tanto del "padre" como de la "madre", nos anuncia que el advenimiento del Avatar ocurre por vías suprafísicas. La madre sirve como el recipiente inaugural, para contener la Esencia Cósmica y permitirle su despliegue de acuerdo con los dictados de Su Voluntad. El sabio Viswamitra, por ejemplo, se dirige a Rama como "el buen hijo de Kausalya", porque fue ella quien.crió en su matriz al Verbo hecho carne.

Pese a que Sri Sathya Sai Baba ha declarado y revelado que El es la personificación de todos los nombres y formas que el hombre le ha atribuido a la Omnivoluntad, en una oportunidad se ofreció, con un ánimo juguetón pero profundamente significativo, a develar Su Realidad a través de una fotografía que permitió que un joven le sacara. La película no mostró la Forma Suya tal como la conocemos, sino la de Dattatreya, una deidad que representa a la Trinidad hindú de Brahma, Vishnu y Shiva en un solo cuerpo. Los tres fueron propiciados con tanto amor y devoción por las penitencias del sabio Atri y por la castidad de su mujer Anasuya que les concedieron el premio de un hijo con tres cabezas que les traería la fama al ser conocidos como los padres del Señor. Dattatreya significa "concedido a Atri". También lleva el celebrado nombre de Anasuyaputra o "el hijo de Anasuya", aquel que salvó a Anasuya de la perdición.

La encarnación de Buda también fue igualmente maravillosa. Las siguientes líneas provienen del poema épico "La luz del Asia" de Edwin Arnold: "Los devas (deidades protectoras), conocen los signos y dijeron: 'Buda irá de nuevo a ayudarle al mundo'. 'Sí, dijo El, ahora iré a ayudar al mundo. Descenderé entre los amigos que adoran al Señor, a la sombra de las nieves del sur de los Himalayas, donde vive gente piadosa y solamente un rey'. Esa noche, la mujer del rey Suddhodana, la reina Maya, dormida al lado de su señor, tuvo un extraño sueño, 'soñó que una estrella del cielo, espléndida, de seis rayos, de color rosa perlado, cuyo símbolo era un elefante de seis colmillos y blanco como la leche de Kamadhuk, cruzó rauda desde el espacio y, brillando dentro de ella, entró en su útero hacia el lado derecho"'. El Buda formó un cuerpo para sí dentro de aquel nicho maternal, confiriéndole el status de "padre" a Suddhodana, en tanto que Maya meditaba sobre la luna de Siddhartha dentro del cielo de su propio útero, hasta el momento en que todos pudieron ser testigos de la gloria del niño en la cuna.

María, la madre de jesús, fue bendecida de manera similar. "El Arcángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen casada con un hombre cuyo nombre era )osé, de la casa de David. El nombre de la virgen era María. El arcángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Has de concebir en tu seno y darás a luz un hijo al que pondrás por nombre Jesús..." María dijo al arcángel: "¿Cómo ha de ser esto?, pues yo no conozco varón..." El arcángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por cuya causa el santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". Y así llegó a suceder, como lo sabe todo el mundo.

*  Mantra: Potente canto vibratorio. Texto sánscrito sagrado.

Volvamos ahora a la historia del advenimiento de Sri Ramakrishna Paramahamsa, quien disipó las dudas de su reacio discípulo Narendra con la revelación de que El era el mismo fenómeno que había asumido forma humana como Rama y como Krishna. También en su caso el "padre" representaba una ficción y la "madre" sólo una alternativa elegida. A los sesenta años, Khudiram Battacharya recorrió a pie las cien millas que le separaban de Gaya, con el objeto de llevar a cabo los rituales propiciatorios a sus antepasados. De acuerdo con las escrituras, estas ceremonias son altamente eficaces cuando se llevan a cabo en este sagrado lugar. Después de completar los ritos, Khudiram visitó el santuario de Gadadhar. Allí "escuchó" el misterioso mensaje: el Señor le bendeciría muy pronto con el raro honor de ser padre de un Avatar de Sí mismo. Khudiram expresó humildemente que su casa y su corazón eran demasiado pequeños e indignos como para contenerle a El. Pero el Señor no se retractó. Abrumado por la felicidad, aunque temeroso de revelar este Mensaje, Khudiram regresó a su casa. Una vez allí, incluso antes de poder sobreponerse a sus vacilaciones en cuanto a si revelaba o no su visión, su mujer Chandramani Devi le confió el secreto que ella guardaba. "Cuando fui al templo durante tu ausencia  le dijoun súbito relámpago de luz indescriptible entró en mí, me envolvió y me traspasó por completo, dejándome abrumada. Luego se redujo a una encantadora llamita que se ha mantenido instalada en mí. Estoy permanentemente consciente de su suave y sublime luminosidad desde entonces, y mucho más patentemente ahora que te estoy hablando sobre ello." Khudiram se quedó maravillado, porque era un hombre viejo y su mujer era sólo diez años menor, mas la voz que él había escuchado antes, resonaba ahora en sus oídos y se aferraba a su corazón. "Escúchame", dijo, "pero no le cuentes nada a nadie. El Señor te ha dado un mandato a través de mí. Dios mismo ha decidido gatear por este piso polvoriento, sufrir nuestras dificultades y miserias y, lo que es más, El se siente seguro de desarrollarse, al igual que Krishna, más allá de sus travesuras infantiles y atraer al mundo a Su presencia, ya sea con una flauta o un látigo."

Swami ha declarado a menudo que este Avatar de Sai descendió porque los santos y los hombres piadosos de todos los países rezaban por Su venida. "Yo elegí a la madre que había de experimentar Mi cercanía durante la gestación. Nadie más que el Avatar tiene esta libertad de elección. En otros casos, son las acciones las que determinan el momento y el lugar, el grupo humano y el nivel", ha dicho. La madre es el primer recipiente de la Gracia del Avatar. El padre que protege y mantiene ala madre es recompensado con la fama que alcanza su nombre. Cuando Peda Venkapa Raju abandonó sus vestiduras mortales en 1963, Swami escribió una nota dirigida a quienes lloraban la muerte del "padre", que fue publicada en el "Sanathana Sarathi". "Y bien, ustedes dicen que era un Alma bendita desde el momento en que partió a una edad avanzada sin caer enfermo y en completa posesión de su conciencia y su memoria. No fue ésta la única forma en que fue bendecido, ya que éstos no son más que signos e indicadores. El día en que pudo llegar a ser conocido como 'padre' de esta Manifestación, el día en que esta Manifestación permitió que se supiera que era su 'hijo', ese mismo día fue bendecido y su vida se santificó y se hizo sagrada. Esta buenaventura puede ser ganada sólo por un individuo en toda una Era (yuga). Y está fuera del alcance de los demás."

En el Ramayana, Rama se declara a Sí mismo "un hombre" y "nacido de Dasaratha", debido a que había que respetar la convención. Obedece a su "padre" y acepta el exilio en la floresta para mantener la inviolabilidad de las normas morales. Sin embargo, lamenta el destino de Dasaratha, esclavizado por la pasión y carente de voluntad. Le dice a Lakshmana: "Imposibilitado y anciano, sin tenerme a su lado, ¿qué podrá hacer, esclavizado como está por la lujuria, después de haberse dejado atrapar en las garras de la reina Kaikeyi? ¿Abandonaría quizás un hombre ignorante a su hijo a cambio de una mujer hermosa, a un hijo que le venera, como él me ha abandonado a mí?". No obstante, ante el recuerdo de su madre, su corazón se llena de simpatía: "¡Después de haberme alimentado por tanto tiempo, de haberse tomado tanto trabajo en educarme, Kausalya se ve privada de Mí, justo cuando esperaba recoger su cosecha de alegría!". A la madre del Avatar se le ofrece gratitud y gracia; su rol es único, íntimo, personal.

Si es un hecho que el Avatar elige a sus padres, naturalmente elige también el lugar de su nacimiento, el que ha de ganar una fama perdurable. Permítanme que cite aquí un poema que recité en presencia del Avatar Sai en 1959. Me atrevía describir la escena en el Cielo, cuando el Señor anuncia Su descenso entre los humanos como el Avatar Sathya Sai en respuesta a sus plegarias:

El Señor, un día, ya hace treinta y tres años,

expresó: "He de nacer como hombre una vez más

para servir a los humanos, a sabios y a ignorantes por igual".

"¿Cuál es el lugar afortunado?", los devas preguntaron,

y el Señor les respondió: "Mmmmm... mmmm... Adivinen...

Por supuesto que ha de ser en Bharath Desh (India)

y tenía ese nombre desde antaño.

Una aldea, esta vez, con montículos de culebras.

No ha de ser ciudad ni bosque, ni una ermita solitaria.

Ni cárcel ni palacio ni bastiones que prohíban la entrada.

No todos son pastores de vacas.

Prefiero un pequeño cambio.

Pasa un río por su lado, por mucho tiempo ignorado;

amplias dunas arenosas en su lecho me permitirán jugar.

Montañas la rodean, de variados colores del negro al marrón y azul."

"Algunas claves más... ¡Sólo cinco o seis!",

clamaban los devas sin llegar a decidir.

"El cielo está cubierto con trazos de nubes,

con halos como gemas y festones como plumas.

Amplio tapiz verde cubre la tierra ahíta de arroz,

de caña, de nueces y de frutos.

El ganado regresa lento con el anochecer

cargado de alimento para el hambre de los niños;

dibujan círculos las águilas en las alturas distantes,

y rebaños de temerosas cabras y ovejas

balan ante los chacales como ladrones rezando.

Los bueyes en parejas, jadean, arrastrando

sus cargas desde pozos extremadamente profundos.

Entretanto los muchachos lugareños cantos épicos

[afinadamente entonan..."

"¡Basta!" y al unísono los dioses se levantan.

"¡Puttaparti... el Gokul* otra vez!" El Señor asiente:

"Sí... Han acertado."

Cuando reflexionamos sobre la providencial elección de un pequeño hogar en la aldea de Puttaparti, nos vemos llevados a los versos 28/34 del capítulo 24, parte III, del Bhagavantham, libro sobre la Forma de Dios. Allí el "padre" del Avatar Kapila alaba la buena fortuna de su aldea y de su hogar, con extasiada alegría: "A lo largo de muchas vidas pasadas, dedicadas a ejercicios espirituales y a silenciosa meditación en lo Divino, los buscadores aspiran a ganarse una fugaz visión de los Pies de loto del Señor.

Ahora, ese compasivo Señor, siempre dispuesto a exagerar las virtudes de sus devotos, ¡condesciende a iluminar este humilde hogar de aldea!"

El hogar de la familia Rathnakaram Raju que el Señor eligiera y el nombre del poblado en donde descendiera a la Tierra como el Avatar de la Era, quedarán inscriptos en la historia del género humano, en forma tan indeleble como Ayodhya o Brindavan.

El día fue el 23 de mayo de 1940. Asediado por las dudas y confundido por el misterio de todo ello, el "padre" no pudo seguir conteniéndose. Su hijo Sathya tenía catorce años, pero hablaba el lenguaje del Vedanta, componía cantos que los mayores difícilmente lograban pronunciar, rompía con muchas de las estrictas convenciones y urgía a otros a hacer lo mismo; reunía a multitudes en torno de sí, derramando dulces regalos de la palma vacía de su mano. En cierto momento, el padre decidió detener al muchacho en su acción de seguir "actuando los roles de Gurú' y Dios y de reunir multitudes". Armado de un grueso bastón, se abrió paso, indignado, por entre las filas de aldeanos y se detuvo amenazador frente al "niño maravilla". "¡Quién eres tú! ¡Dímelo enseguida!", le espetó a gritos. "¡Eres un fantasma... un loco... un fraude! ...o... ¿eres un Dios?"

Sesenta corazones ansiosos esperaron la respuesta. La atmósfera estaba tensa. "Yo soy Sai Baba. He venido a salvarles a todos del temor", fue la respuesta del niño. Su voz era resonante. Sus ojos relampagueaban. El aturdido Venkapa Raju dejó caer el bastón al suelo. El hijo habló nuevamente: "Vuestro antepasado Ven~ ka Avadhuta elevó sus plegarias para que Yo naciera en vuestro hogar, y he venido".

¡Esto sí que era una noticia! El padre estaba abrumado, el abuelo, en cambio, se sintió regocijado al escuchar el nombre de Venka Avadhuta. Suspiró tan profundamente que hubo que sujetarlo para que no se cayera. Ocho años más tarde tuve la buena suerte de recoger algunos detalles de su asociación con el Avadhuta, después de una serie de largas conversaciones. Con las palmas unidas en homenaje, Kondama Raju me contó todo lo que podía transmitir con palabras sobre aquel legendario "Solitario" conocido como Venka Avadhuta, aquel "Idolo de Bienaventuranza total" al que había instalado en su corazón como su Gurú.

"Avadhuta" significa un anacoreta que no echa anclas; una balsa que va a la deriva por aquí y por allá, arrastrada por las mareas del tiempo. La "A" del nombre significa, de acuerdo con las Upanishads, "Aquel que se ha sumergido en Akshara"  la indestructible y eternamente existente Realidad . "Va" significa "el más noble entre los mortales", y "Dhuta" "aquel que ha pulverizado los grilletes que lo atan a este tentador mundo de apariencias". Kondama Raju tuvo el privilegio de alimentar a Venka Avadhuta y de

 

*          Gokul: Pueblo en las riberas del río )umna donde Krishna vivió sus primeros años como uno de los niños que tenían a su cargo el cuidado de las vacas.

escuchar sus axiomas sobre el hombre, la naturaleza y Dios. "Nadie podía nunca mantener una expresión seria en su presencia, debido a su permanente jovialidad. No había puerta que se quedara cerrada a su paso. Todos le invitaban a pasar a sus casas. En todas partes, la gente lo reclamaba como pariente, pese a que él, en todo momento, se rehusaba a aceptar cualquier tipo de relación o de lazo con alguien. Se sentía hambriento cuando alguien sentía hambre en su presencia. Usaba ropas sólo cuando alguien recubría su cuerpo y llevaba las vestimentas puestas hasta que se le caían a pedazos. Llevaba su cuerpo como si fuera una tela impermeable, la lluvia lo lavaba, el sol lo secaba. El sueño le visitaba sentado o de pie. Y le abandonaba cuando le resultaba ingrato. Su voz nunca llegó a ser cascada, sus ojos brillaban con vivacidad. Cuando tocaba con su mano la cabeza de alguien, ese contacto representaba la antesala del paraíso. El era una brisa, una nube, un ave en vuelo desde la tierra hacia el cielo.'

"Nadie supo nunca", decía Kondama Raju, "de dónde provenía ni adónde se dirigía. Estaba allí, acá, en todas partes, por más años de los que alguien supiera o pudiera calcular." Su cuerpo físico se encuentra sepultado ahora en Hussinpura, Pavagada Taluk, Estado de Karnataka, a pocas millas de la frontera de Andhra Pradesh. Los habitantes del área me contaron que sus abuelos creían que el Avadhuta había venido a Andhra desde la región de Maharashtra y hay algunos que insisten que, en verdad, se trataba del Maestro bajo cuyo patriarcal cuidado había pasado su niñez Sai Baba de Shirdi.

Kondama Raju tomó mis manos y me hizo acercarme a él. "Una tarde", me confió, "mientras estaba sentado junto al Avadhuta bajo un plátano, me dijo: 'Bhudevi (la Divinidad de la Tierra) está llorando, de modo que viene Narayana (el Creador). Tú podrás verle. El te amará'." Y me repitió estas palabras al oído. Por último, me hizo prometerle que creía en lo que me decía. "Nunca soñé que realmente vería a Narayana en forma humana, en mi casa y sentado en mis rodillas." Sus ojos se mantenían entrecerrados por el éxtasis mientras hablaba. Kondama Raju sabía que su Gurú se contaba entre las muchas almas sublimes y compasivas que anhelaban el advenimiento de Dios en la Tierra para salvación del género humano.

El Sathya a quien llamaba su "nieto" ha proclamado en múltiples ocasiones esta singularidad. Hablándole a los miles de almas reunidas en el Mandir (templo) durante Mahashivaratri (la celebración de la gran noche de Shiva) en 1955, cuando tenía veintinueve años, hizo esta declaración: "Los malvados no van a ser destruidos por este Avatar. Serán corregidos, reformados, educados y conducidos nuevamente hacia el camino del cual se desviaron. Este Avatar, además, no elegirá ningún otro lugar fuera de éste, el de su nacimiento, como centro de Sus juegos divinos, milagros y enseñanzas espirituales. Este árbol no será trasplantado; crecerá allí donde brotó". "Otra cualidad especial de este Avatar", agregó, "es que no tendrá afinidad ni vínculos con la familia en que nació. En encarnaciones previas, como las de Rama y de Krishna, su vida se desarrolló primordialmente para los miembros de las familias y los parientes, entre los cuales mayormente se quedaron. Mas esta encarnación es sólo para los devotos, los santos y los aspirantes espirituales."

Kondama Raju fue una figura venerada. Fue un apoyo incansable para los afligidos. Los aldeanos buscaban ser bendecidos por él antes de emprender cualquier tipo de actividad, incluso labores tan rutinarias como las de arar, sembrar, cosechar o comprar bueyes. Durante las negociaciones previas a los matrimonios se le pedía su bendición y, si eran concluidas exitosamente entre las familias involucradas, éstas recibían de sus manos el auspicioso regalo del Mangalasutra, la joya que la novia lleva al cuello como símbolo del lazo matrimonial. Cientos de leyendas y de mitos extraídos de fuentes sánscritas y del telugu fueron atesorados en su memoria. Innumerables recuerdos de los santos lugares que visitara y de los santos a los que sirviera se mantenían permanentemente actuales.

A más de mil millas de distancia de Puttaparti se encontraba la aldea llamada Kolimikuntla en la región de Kurnul, gobernada en aquel entonces por el Nizam de Hyderabad. En una granja del lugar vivía Suba Raju, un ardiente devoto del aspecto Eswara de Dios. Eswara es extremadamente compasivo e incluso se adelanta siempre a bendecir a sus devotos. La experiencia de Suba Raju confirmaba tan profundamente su fe, que procedió a construirle a Eswara un templo en la aldea, en el que se llevaba a cabo diariamente el culto del Lingam* instalado allí. A la hija que naciera poco tiempo después le puso por nombre Eswarama, agregándole el sufijo femenino al nombre de Dios. Ello ya auguraba su futura gloria. El nombre significa: Madre de Eswara. Fue un afortunado golpe del destino el que recayó sobre la madre de Eswarama. El padre de Suba Raju vio una vez, por casualidad, una pequeña cara angelical en casa de un conocido, y de inmediato solicitó que se le hiciera el presente de la niña para casarla con su hijo. Para su inmensa alegría, el acuerdo se produjo de inmediato. El Señor en verdad le había guiado hasta ese hogar para conferirle a la niña el don de llegar a ser la madre de Easwara.

Kondama Raju se encontraba en peregrinación hacia Sri Sailam. Desde allí planeaba seguir viaje para visitar a algunos parientes lejanos que seguían viviendo en sus tierras de origen, y llevó consigo a su hijo mayor, Peda Venkapa Raju. Pasaron por Nandyal y Mahanadi, regiones santificadas por el culto a Nandi, el toro vehículo de Shiva, y caminaron a través de las junglas infestadas de bandoleros para poder llegar a su destino. Fueron recibidos con alegría por sus parientes ya que, pocos días antes, los bandidos habían dado muerte a seis miembros de un grupo que se había aventurado por la misma senda. Kondama Raju advirtió de inmediato las oscuras nubes de peligro bajo las que vivían esos parientes, del aislamiento y el temor que los afectaba y de la aridez del terreno y lo riguroso del clima de la zona. Trató, entonces, de persuadir a Suba Raju para vender sus tierras y su casa y trasladarse al área del Chitravati, donde encontraría tierras de cultivo regadas por el embalse de Bukapatnam. Dándose cuenta de las vacilaciones y las dudas de Suba Raju, agregó una oferta irresistible que finiquitó el asunto: su hijo Peda Venkapa se casaría con la hija de Suba Raju. Entraba a jugar el plan Divino. Suba Raju emigró hacia las riberas del Chitravati y se estableció en Karnatanagapalli, frente a Puttaparti. El sagrado vínculo se consumó, tal como se había prometido ante Dios. La niña tenía apenas catorce años de edad. Llegó al hogar como un rayo de sol. La belleza es una flor del árbol de la virtud, que ella poseía en abundancia.

* Lingam: Talla de forma oval, símbolo de la Creación, lo sin principio ni fin.

EL CIELO Y LA LUNA

La casa de Kondama Raju que recibió a la novia, no sólo albergaba a los padres y a sus dos hijos, sino a algunas tías viudas y a sus huérfanos, a tíos, primos y a los hijos de éstos, porque, aunque la casa era chica, el corazón era grande. Eswarama era aún muy joven para llevar la carga que representaba ser la mayor de las nueras en una familia con tantos allegados. Sin embargo, como nos contó más tarde, los largos días de trabajo y de esfuerzo que implicaba llevar la casa, se veían bien compensados por el amor que le demostraban los padres de su marido.


Su suegra era una mujer piadosa y temerosa de Dios, enseñada por el santo Kondama Raju a no herir ni insultar nunca a nadie. Sus constantes ciclos de puja (ritual de adoración al Señor) y de peregrinación la mantenían muy ocupada como para advertir las alteraciones en las labores domésticas en que podían incurrir las mujeres a su cargo. Su deidad favorita era Vishnu. En la región se había vuelto popular el culto a Sathyanarayana (Narayana como la Verdad de las Verdades) con sus especiales ritos de adoración y de oración. Se había extendido ampliamente en Maharashtra, donde se encuentra Shirdi, pasando desde allí a Andhra, Orissa y a otros Estados. Tanto el ritual como los votos que lo acompañaban, eran considerados eficaces como manifestación del "Verdadero Narayana". Lakshama, la suegra, asistía a la puja de Sathyanarayana en la casa de un sacerdote brahmín, el cual también era el astrólogo por herencia, para atender las consultas de los aldeanos. El meticuloso cuidado y la fe que él ponía en la puja, la cautivaban más que cualquier otra ceremonia. El sacerdote solía recitar historias para ilustrar la eficacia de la puja y para poner en guardia a la gente sobre las tristes consecuencias que trae la vacilación en la fe. Lakshama resolvió observar ella misma los votos del culto a Sathyanarayana y participar, siempre que le fuera posible, en la ceremonia oficiada por el sacerdote. Resulta interesante observar que la puja es celebrada aún hoy en el templo de Shirdi, por multitud de devotos. Sathyanarayana es el Señor cuya palabra es Verdad y que acepta a la Verdad como la ofrenda más preciosa que el hombre pueda llevar ante El.

También Eswarama era una ardiente devota del Señor. Se había ganado el amor y el respeto de las mujeres de la aldea y de los servidores que cultivaban las tierras de la familia de los Rathnakaram. Cada sábado se dirigía al templo de Hanuman junto a las demás mujeres de su edad. El ídolo de Hanuman había sido instalado siglos antes, como guardián del fuerte adjunto a la aldea. Los lunes, día dedicado a Shiva, visitaba el templo erigido para El y, cada vez que podía, visitaba también el templo de Venugopalaswami. Había sido Venka Avadhuta quien había relatado a Kondama Raju los legendarios orígenes del trozo de roca que era adorado en ese templo y, años más tarde, Sathya Sai Baba reveló la autenticidad de esas leyendas. Hizo notar a los aldeanos los trazos que delineaban sobre la roca el relieve de la figura de Gopala (Krishna como Dios pastor de vacas) con la flauta en la que tocaba para impregnar el espacio de dulzura y luz.

Eswarama se integró a la familia Rathnakaram por su nacimiento. La palabra sánscrita "Rathnakaram" significa "el arca del tesoro de gemas": un nombre que presagiaba el advenimiento de la Gloriosa Gema que había de iluminar a un mundo sumido en tinieblas. "Raju" denota la casta de los Kshatriyas. La nobleza de los Kshatriyas no sólo proviene de sus triunfos en los campos de batalla, sino también de sus victorias sobre los enemigos internos: las tendencias hacia lo inferior que se esconden en la mente. Son numerosos los gobernantes Kshatriyas mencionados en las Upanishads que habían llegado a la realización de las Verdades del Hombre, de Dios y del Universo, y eran buscados por los aspirantes espirituales.

Los Raju habían desechado desde hace mucho tiempo su rol de Kshatriyas militantes a cambio del más fundamental y beneficioso de interpretar y popularizar la literatura sagrada a través del drama, la poesía y la pedagogía. El hogar de los Rathnakaram Raju era una verdadera colmena de actividad todo el día. Los hombres se ocupaban de escribir y ensayar obras de teatro, poniéndole música a los poemas y aprendiendo a tocar distintos instrumentos. Las mujeres tenían sus interminables labores propias: Doler, lavar y descascarar, cocinar, ordeñar y batir la leche para extraer los subproductos. Debían cuidar y alimentar a los numerosos miembros de la familia. Sobre todas ellas presidía el patriarca, Kondama Raju, el amigo y el guía, el apoyo y consejero de jóvenes y viejos que llegaban desde las aldeas de los alrededores para caer a sus pies y recibir su contacto patriarcal.

A los dos años de casada, Eswarama quedó embarazada, para gran alegría de su suegra. Su primer hijo fue un varón y unos años más tarde dio a luz una niña; luego siguió otra hija. Los Raju eran felices con la casa llena de risas, cantos y oraciones. Pero también los pesares hicieron su aparición. Eswarama tuvo una serie de embarazos que terminaron en abortos. Los mayores lo atribuyeron a magia negra. Se consultó a una serie de exorcistas y se echó mano a numerosos talismanes. Se dispuso realizar ceremonias (pujas) propiciatorias en los templos locales y en lugares sagrados como Kadiri. Cuando Eswarama comenzó su octavo embarazo, su suegra prometió un número de ofrendas a Sathyanarayana, para lograr ser bendecida con un nieto. ¡También Krishna fue el octavo hijo de sus padres!

Años más tarde, un día que Swami se encontraba sentado en medio de un círculo de devotos, se produjo una abrupta intervención. Un erudito muy versado en los sagrados Puranas (libros de mitología hindú) sintió un súbito impulso por plantear la siguiente pregunta: "Swami, ¿Tu encarnación fue una admisión o un embarazo?". Personalmente no pude entender la importancia de la interrupción que a todos los sobresaltó como para hacerles perder el ánimo festivo que reinaba hasta el momento en la conversación, pero Swami sabía la razón. Volviéndóse hacia Eswarama, sentada al frente, le dijo: "Cuéntale a Rama Sarma lo que sucedió aquel día cerca del pozo, después que tu suegra te hubiera puesto sobre aviso". La Madre dijo: "Ella había soñado con Sathyanarayana Deva y me advirtió que no me asustara si llegaba a sucederme algo por la voluntad de Dios. Esa mañana me dirigí al pozo y, cuando estaba junto a él sacando agua, una gran bola de luz azul vino rodando hacia mí y me desmayé y caí. Luego sentí que se deslizaba dentro de mí". Swami se volvió hacia Rama Sarma con una sonrisa: "¡Ahí tienes la respuesta! No fui engendrado. Fue una admisión no un embarazo..."

Volviendo al período en que Eswarama estaba encinta... Kondama Raju comenzó a soñar con Venka Avadhuta, el cual le instruía para que estuviese preparado, pero no le indicaba para qué. Peda Venkapa Raju, el padre, era despertado de noche por dulces notas musicales que surgían espontáneamente de los instrumentos de cuerda y de percusión que se mantenían en la "sala de ensayo". ¿Angeles... espíritus...? ¿Antepasados músicos? Fue a golpear a las puertas de los astrólogos. Al contarme sobre sus tentativas por entender lo que ello significaba, me describió su tensión en esa época y la reconfortante explicación de un astrólogo de Bukapatnam. "La música, ¿es dulce y serena?", preguntó. Peda Venkapa Raju le contestó que los sonidos y la percusión eran muy gratos. "¿Hay una mujer encinta en la casa?" Cuando la respuesta fue afirmativa, el astrólogo predijo que los dioses tocaban la música para deleitar al niño en el vientre de su madre, y procedió a recitar versos en sánscrito de un libro de horóscopos para tranquilizar al confundido padre.

Había llegado finalmente el momento elegido por el Señor para aparecer en la Tierra en Su forma encarnada. El lunes, día del culto a Shiva, estaba por pasar al martes, día dedicado a Ganesha. Eran las 5.06 de la madrugada del 23 de noviembre de 1926 y la estrella regente era Ardra. Desde las 4.00 de esa mañana, la suegra Lakshama se encontraba en la casa del sacerdote realizando el culto a Sathyanarayana. Fue llamada en más de una oportunidad para que volviera a la casa, a medida que se acercaba el alumbramiento, pero ella había determinado no regresar antes de tener el alimento consagrado por la deidad (prasad) para Eswarama, el que no podía obtener hasta finalizar la ceremonia. Finalmente, llegó y entregó el alimento bendecido que fue aceptado e ingerido. Y el Hijo nació.

Una estera cubierta por una gruesa manta había sido preparada en un rincón de la habitación, tan pronto habían comenzado las labores de parto y entonces el bebé fue acostado sobre ella por la abuela. De pronto, observaron que los cobertores subían y bajaban a ambos lados de la criatura. La abuela levantó al niño y lo abrazó. ¡Una serpiente estaba enrollada bajo el cobertor! Cierto es que había numerosas serpientes en Puttaparti, las que se arrastraban por las grietas o a lo largo de los muros, o se escondían en cualquier hueco. ¡Pero una serpiente en la habitación de la parturienta pretendiendo ser un lecho...! ¡Ese había sido el papel que desempeñara Adisesha para Vishnu que descansaba en sus anillos! Esto representó el primer milagro de la Encarnación. Cuando se preguntó a Eswarama sobre este acontecimiento épico, confesó que entonces se sentía tan embargada por la alegría del nacimiento de un hijo que ni siquiera había notado la conmoción a su alrededor.

El niño fue bautizado como Sathyanarayana. La asociación y la unión de lo humano y lo divino se hacía clara por ese Nombre. Anunciaba que el niño al ser Narayana era Sathya (Verdad). Dios como Sathyanarayana había entrado a las mentes de la madre y de la abuela y llenado la casa de los Ratnakaram Raju con una melodía y una fragancia divinas. Narayana viniendo como Sathya representaba la consumación que el mundo había anhelado desde hacía tanto tiempo.

EL NIÑO

 


Kondama Raju estaba realmente feliz de que este "nieto" suyo fuera bautizado como Sathya, porque le hacía recordar lo anunciado en el Bhagavatha Purana respecto a que cuando Narayana nació en la Tierra como Krishna, Brahma, el primero de la Trinidad, llegó hasta la Divina presencia y alabó al Bebé como "la Verdad de Verdades, la Triple Verdad, el Centro de la Verdad, la Verdad más Alta, la Verdad Viviente, el Guía hacia la Verdad y la Fuente de la Verdad". El abuelo se había construido por sí mismo una "ermita", una pequeña choza junto a la casa familiar. Eswarama se veía obligada a ceder cada vez que su suegra tomaba al hermoso bebé y se lo llevaba a Kondama Raju. Este lo "instalaba" en su rincón de adoración y de meditación. "El niño nunca me molestó en mis plegarias. Por el contrario, su presencia me ayudaba a calmar la mente y a dirigirla hacia Dios", me confió el anciano.

Las mujeres de los hogares vecinos se arremolinaban en torno del encantador bebé, mimándolo y acariciándolo por horas. Era frecuente que Eswarama se olvidara de que algunas de esas mujeres pertenecían a castas que eran tabú; efectivamente, el niño extendía sus bracitos hacia esas "madres" como si quisiera saltar hasta sus brazos. Se ponía a llorar lastimeramente si ellas no lo tomaban, de modo que Eswarama se veía obligada a suprimir sus escrúpulos cada vez que el niño manifestaba que para él no existían. La doctora Jayalakshmi que hace veinte años sirve en el Hospital Sathya Sai en Prashanti Nilayam, escribe que quería saber de labios de Eswarama cómo era de encantador Swami de pequeño. "Llevé conmigo un cuadro pintado por un famoso artista que representaba a Krishna en cuclillas junto a un pote con mantequilla, comiendo del contenido. Era un cuadro grande que yo había sacado de un calendario que tenía en el muro de mi habitación. Cuando Eswarama lo vio, dijo: '¡Sí, su carita brillaba como ésta, igual que la luna! Tenía el mismo cabello negro y ensortijado. Sus músculos eran fuertes y bien formados. Sus cejas eran distintas a las de Krishna, se unían en el centro'. Indicando las joyas que lucía Krishna, suspiró: 'Nosotros éramos pobres. No pudimos ponerle las joyas que adornan a este niño'."

Subama, la esposa del Karnam, solía tomar al niño en brazos y apretarlo contra su pecho. El bebé gorjeaba deleitado y ella se lo llevaba afuera en triunfo. Había sólo una casa entre la de los Raju y la del Karnam. El Karnam pertenecía ala casta de los brahmines, a la cual, de acuerdo con los dictados de la tradición, todas las demás le debían reverencia ceremonial. Era el administrador hereditario de la aldea, encargado de las actas territoriales y del cobro de impuestos por cuenta del gobierno. El Karnam junto con el patel, brahmín también y autoridad hereditaria encargada de la ley y el orden, eran los más poderosos dignatarios de la aldea. Subama tenía una edad avanzada y no había tenido hijos, de modo que al compasivo corazón de Eswarama le resultaba imposible decirle "no" cuando se llevaba a Sathya para mimarlo. "Este es un niño brahmín" murmuraban otras mujeres, al observar la felicidad con que Sathya se dejaba llevar por Subama a su casa. Los parientes más intuitivos, como Kondama Raju, sacaban por conclusión que el niño prefería los mimos de Subama, porque el régimen de su casa era vegetariano. Otros, menos perspicaces y sensibles, sólo imaginaban que prefería gatear por los espaciosos y pulidos pisos de la amplia mansión. El niño nunca reía tan espontáneamente en su propio hogar, como lo hacía en el de Subama. Eswarama se sentía feliz al ver a su pequeño convertido en el centro de atención y del amor de todos y constatar que se iba convirtiendo cada día en una criatura más dulce.

Hay una muy antigua devota conocida como Shirdi Ma por el hecho de haberse encontrado en Shirdi cuando vivía Sai Baba. También se la llamaba Peda Bottu, debido al gran punto de kumkum (polvo generalmente de color rojo), que llevaba en el entrecejo. Entre sus recuerdos, cuenta que en todo momento urgía a Eswarama para que le relatara algunos de los milagros de Swami cuando era niño. La mayoría de las veces Eswarama eludía sus preguntas, diciendo que no había observado ninguno o que no los recordaba. Sin embargo, un día reveló una experiencia profundamente conmovedora que había mantenido en secreto por más de treinta años, debido a que se le había dicho que no hablara al respecto.

"Swami tenía nueve meses entonces, dijo Eswarama, puedo recordar claramente el incidente y lo tengo fresco en la memoria. Yo recién lo había bañado y vestido, y le puse un colirio refrescante en los ojos, luego le puse algo de vibhuti* del templo de Shiva y un poco de kumkum del templo de Sathyama, en el entrecejo. Lo acosté en la cuna y la impulsé para que se balanceara mientras me dirigía al fogón porque la leche había comenzado a hervir. De pronto lo oí llorar. Esto me sorprendió muchísimo, porque desde que naciera no había llorado nunca por ninguna razón, ni de hambre, ni por sentirse incómodo, ni por algún dolor. Lo saqué de la cuna y lo puse en mi falda. Dejó de llorar. Entonces, vi que lo rodeaba un halo de luz brillante, un círculo de luz que irradiaba de él. Pero esa luz no me lastimaba, era tan fresca, pese a su brillo y a su proximidad. Me quedé sentada allí, quieta, sumida en un maravilloso encanto. La luz se mantuvo allí por largo tiempo, antes de ir desapareciendo poco a poco. Cerré los ojos y probablemente perdí la conciencia de todo lo que me rodeaba, hasta que llegó mi suegra y me hizo volver a la realidad. El niño estaba dormido, aparentemente. Ella me preguntó qué había sucedido y le conté lo del halo de luz que aún entonces podía ver claramente delineado. Mi suegra se llevó un dedo a los labios y me dijo: 'No le hables a nadie de esto, ya que no lo entenderían. Lo único que harían, sería difundir toda clase de historias'. Pero creo que ella se lo contó al abuelo, porque él me lo preguntó más tarde."

Sathya, rodeado de toda clase de signos y maravillas, comenzó sus primeros ejercicios de moverse gateando por todas partes, de intentar sus primeros pasos, avanzando inseguro de las manos de algunos de los mayores a las de otros que le esperaban, de aprender a sortear los umbrales de las.puertas, de correr unos pocos pasos, de emitir sus primeros monosílabos de cariño. Estos primeros balbuceos parecían a quienes los escuchaban mucho más dulces que los de sus propios hijos.

Peda Bottu pudo convencer a Eswarama para que relatara algunos hechos de la infancia de Swami. Un día en que ambas jugaban sobre un tablero a cuadros, usando conchas de mar como piezas, Eswarama le dijo: "Ustedes lo alaban como Narayana y como Krishna. Pero yo lo consideraba un Krishna especial, que me preocupaba especialmente, porque nunca fue como los demás niños. Nunca pedía ninguna ropa o comida especial. Se traía una pila de ropas de Hindupur o de Anantapur y los mayores, el padre o el abuelo, reunían a los niños de la familia, indicándole a cada uno que eligiera por sí mismo lo que quisiera. Sathya se mantenía indiferente hasta que todos hubieran terminado de elegir y entonces tomaba lo que hubiera quedado, lo que había sido rechazado por los demás. No

 

*          Vibhuti: La sagrada ceniza que se usa para sanar enfermedades físicas, mentales, emocionales y espirituales.

parecía tener nunca deseos propios o algo q



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ESWARAMA LA MADRE ELEGIDA

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