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Volver de todas las muertes






Domingo tercero de Pascua

Para el día de hoy (18/04/21):  

Evangelio según San Lucas 24, 35-48


Estaban allí, prisioneros de sus miedos, vestidos de fracaso e incomprensión, con las esperanzas derrotadas y una sensación de que todo había sido en vano. Aún cuando los caminantes a Emaús les relataran la maravilla sucedida, no podían dar ningún paso, algo más que una puerta estaba trabado en ellos.


Esos muros de desaliento que han levantado en torno a ellos no son obstáculo para la el Verbo que crea y recrea, y por ello Jesús de Nazareth irrumpe mansamente en esa estancia apretada con un saludo de paz. La paz es signo certero de la presencia de Dios y de los suyos en aquellos sitios en donde la vida viene en retroceso, en donde nada bueno ni nuevo puede acontecer.


Aún así, ellos se asustan y suponen ver a un fantasma. A nosotros también nos asusta la presencia real de Jesús Resucitado, tan cómodos estamos con postales y estampas a medida del Cristo celestial, tan ajeno a nosotros, tan conveniente a nuestra razón. Hacer vida que, precisamente, el Resucitado es el Crucificado supone un éxodo interior.


Allí están visibles las marcas de los clavos, allí están la violencia y la crueldad dejando huella en sus pies. Manos a las que se trata de Volver inútiles al trabajo, al afecto, al abrazo. Pies a los que se les quiere impedir el andar. Esas heridas son la identidad definitiva y definitoria del Resucitado, las marcas de la cruz, la presencia del amor mayor.


Por eso, quizás hemos de suplicar ese derribo necesario, esa irrupción santa puerta adentro de nuestros miedos, en el encierro de nuestra falta de fé y de nuestro no querer mirar y ver.

En la comunidad que comparte el pan se hace presente el Resucitado, abriéndonos en entendimiento para comprender la paradoja y el escándalo de la cruz, la eternidad que empuja y florece con todo y a pesar de todo.

En nuestros hermanos heridos, en todos los que han sido lastimados hemos de descubrir a Aquél que está vivo y es la vida.


Y desde allí, resucitar. Volver de tantas muertes con el alma recreada.

Quizás por ello la Iglesia sea comunidad de Resucitados que dan testimonio de que la vida prevalece.


Paz y Bien



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