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Cuando lo Monumental obnubila y esconde lo absurdo

Foto tomada de www.dinero.com


Por: Ricardo Buitrago C.

Bien trajeados, preocupantemente orondos, y con ese espíritu de hacerle fiesta hasta a la servida de un tinto, más de 500 invitados asistirán a la inauguración de una imponente Obra, como efectivamente lo es, el Nuevo Puente Pumarejo. Obnubilados por la magnitud de la construcción que esconde lo absurdo de la desconexión de decisiones para afrontar un problema vial dejarán, sin esta conscientes de ello, un testimonio histórico de torpeza, conformismo e ignorancia, el que aplicándole la sabiduría del refranero popular así debería rezar: “la bestia no es el caballo sino quien pretende ensillarlo antes de tenerlo”.
¿Duro el introito?, no, dura la realidad. Esa imponente obra en estos momentos aparte de ser vehículo para la recreación visual y la admiración de la grandeza de su ingeniería servirá para nada, para nada, y para nada. No soluciona lo que debería ser su función prima.  
La utilidad de un puente, estimado lector, no está en la capacidad del tráfico vehicular que por sí mismo pueda albergar sino en su concatenación y simetría con las vías que se propone unir y es allí, en la disparidad de esos factores, en donde me nace la crítica sobre la parafernalia y regocijo por su inauguración. ¿Para qué sirve una monumental obra con dos calzadas de tres carriles cada una si la vía Barranquilla-Ciénega, a la que va a estar unida y a donde se trasladará el tráfico por el soportado, solo tiene dos miseras y angostas vías y su ampliación no solo se ve lejana sino incierta?
Ah, es que el gálibo del Nuevo puente es el que siempre habíamos pedido y soñado para que las grandes embarcaciones puedan navegar rio arriba, dirán algunos. ¡Fantasiosa ilusión! ¿Cómo van a pasar las embarcaciones si la vieja estructura sigue existiendo? ¿No están enterados que, por una parte, la construcción del nuevo puente no contempla la demolición del actual y sobre ese tópico no hay, ni contrato, ni licitación, ni recursos presupuestales para hacerlo? Y esa demolición, por las características ambientales y de navegabilidad no es de poca monta técnica y económicamente hablando.
¿Es esta una apreciación aislada de quien estas líneas escribe? No, hay muchos que la tienen clara, aunque omiten la contundencia al expresar su percepción. El editorial del diario El Heraldo titulado “Una buena noticia, pero…” al enumerar con suficiencia varios de los juicios aquí formulados matiza lo que para mi es un “no sirve para nada”, con  un suave “no hay plenas garantías de que la obra vaya a prestar a cabalidad… los servicios para los que fue concebida” y remata con una clara definición e interpretación de lo que es nuestra pueril idiosincrasia expresando: “ El próximo viernes, una vez se apague la celebración por la inauguración del nuevo Pumarejo, los barranquilleros y costeños deberemos ponernos en la tarea de exigir que tenga el sentido para que se construyó” ¿No era eso lo primero que debimos hacer cuando aplaudimos la contratación de la obra?
Ah pero tranquilos, el nuevo puente es una mega obra que servirá para magnificas e imponentes fotos que, en forma mentirosa, darán la impresión de un desarrollo e infraestructura de transporte inexistente. Así somos, nos obnubilamos fácilmente


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