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2012: La guerra en Siria y el gran juego.

 

Tenemos en marcha una guerra contra Irán y Siria. La actual Administración norteamericana e Israel (poli bueno, poli malo) y sus seguidores europeos, están actuando con más habilidad que los alegres gerontoboys de Bush. Tal vez se note la llegada de Panetta y Petraeus a sus puestos actuales como Secretario de Defensa y Director de la CIA. En vez de actuar cual elefante en cacharrería, sacando músculo y arrasando países a cuerpo descubierto, han hallado la cobertura perfecta en la llamada “Primavera Árabe” que, aunque bastante enfriada en Túnez y Egipto, aún conserva tirón en la opinión pública occidental.

Así que, mientras las tropas norteamericanas se marchan dejando Irak impotente, al borde de allá del caos y con el Kurdistán (y su petróleo) independiente de facto bajo el paraguas estadounidense, negocian en Qatar con los Talibán el futuro de Afganistán. Es de suponer que los Talibán se comprometerán a permitir aquello que negaron a UNOCAL y les valió una invasión: libre paso de los oleoductos y gasoductos desde Asia Central que dejen a Rusia fuera del juego. Otra cosa es que cumplan, que esa gente es muy suya.

Los “nuevos” objetivos son Irán y Siria. Primero, Siria, que está más madura y es paso previo para aislar a Irán. Siria no es un objetivo tan fácil como Libia, porque su dictador no es tan estridente como el difunto Gadafi, pero es mucho más molesta: tiene una larga historia, trata de mantener su independencia y recuerda a todo el mundo árabe que parte de su territorio sigue ocupado por Israel con el beneplácito de la comunidad internacional. Para completar el cuadro, tenemos la enésima crisis de gobierno en Líbano que, esta vez, puede ir en serio si Siria no está en condiciones de apoyar a las facciones contrarias a Israel-Estados Unidos-Francia.

Libia fue el ensayo general: una guerra justificada por motivos éticos, con la colaboración habitual de ONG’s y gentes de buena voluntad, que dan pie a los medios de comunicación para crear en tiempo récord una opinión pública favorable a la intervención humanitaria.  Lo único que hace falta, aparte de un dictador que no reaccione a tiempo, es dar dinero –más- a los exiliados habituales, facilitar armas –más- a los insurgentes, encuadrarlos y atizar el malestar social. Todo ello ante las cámaras. Vamos, el guión clásico de la guerra revolucionaria. Convertimos unas protestas pacíficas en una guerra civil y a los manifestantes en carne de cañón para la tele de los países ricos: que haya cada vez más muertos y la prensa clame contra la barbarie del gobierno sirio. Se calienta la situación con unos cuantos atentados que –acción-reacción- aumenten la represión y que nadie se va a creer, porque los han perpetrado los buenos y al gobierno sirio ya no le cree nadie. Cuando la situación esté suficientemente deteriorada, es decir, cuando haya muerto suficiente gente, intervención humanitaria al canto. El sistema no es nuevo; lo popularizó Julio César hace más de dos mil años para invadir las Galias.

La información que nos están facilitando nuestros medios –al menos la TV y los titulares de prensa- es intoxicación pura y dura. Su objetivo, que nos alegremos mucho cuando, por fin, el gigante benévolo aplaste al miserable dictador, lleve la democracia a Siria y libere a sus gentes. Como en Afganistán, como en Irak, como en Libia. No hay manifestaciones de “No a la guerra2. Como mucho, pedirán invasión y bombardeos. Las últimas demostraciones en las embajadas sirias por el mundo dan fe de la tramoya.

Cuando lo de LIbia, el Consejo de Seguridad emitió una resolución cuya teórica función era impedir que Gadafi masacrara a la población de Bengasi. En la práctica, como hemos visto, sirvió de tapadera “legal” para que los ejércitos occidentales arrasaran el país, colocando en el poder a no-se-sabe-muy-bien-quién que expulsara del país a las empresas rusas y chinas. Ahora, los contratos de petróleo y gas están en las manos en que deben estar.

En aquella ocasión, Rusia y China permitieron la resolución del Consejo. Esta vez, han decidido no hacer el membrillo y todos los medios de comunicación nos explican lo malos que son los rusos y los chinos, que están dispuestos a sacrificar a los civiles sirios para mantener al pérfido dictador que les compra armas. Obviamente, las dictaduras árabes enemigas de Irán y Siria, encabezadas por Arabia Saudí, dan cobertura a la operación, como cuando enviaron su famosa delegación de observadores capitaneados por un general sudanés sospechoso de genocidio que ni se molestó en salir a la calle ¿para qué? Pero las dictaduras buenas, compran las armas a quien deben y las usan contra quien deben,  también. Mientras tanto, esas armas no paran de entrar en Siria, es de suponer que junto con consejeros militares y esos muyahidín que tan útiles le son a Washington en los sitios donde no quiere o no puede enviar marines.

Rusia también defiende sus intereses. En diciembre pasado, fue ella la que presentó un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad, (condenaba la violencia del régimen, pero rechazaba la injerencia extranjera, llamaba a la negociación, y a cortar el suministro de armas a la oposición) que las potencias occidentales rechazaron porque no pretendía derrocar al régimen. Hoy, sigue intentando que las partes se reúnan y lleguen a alguna clase de acuerdo sobre el futuro de Siria que no pase por su (re)colonización. Porque, claro, uno de los objetivos occidentales es echar a Rusia de allí. La “oposición” se niega rotundamente, ¿cómo van a aceptar, si Hilary Clinton llama a derrocar al tirano allá por donde pasa? Todo está ocurriendo ante nuestros ojos. Mientras, la gente muere en Siria. Los ataques armados de la “oposición”, los atentados con bomba, la situación en las zonas “liberadas” y las venganzas sectarias, sencillamente no existen. Los sesudos analistas, como de costumbre, como en Ruanda, como en Yugoslavia, ya han hecho sus cuentas y dividido el país en “etnias” o “sectas”, alauís, chiís, Sunís, Cristianos… para justificar las barbaridades que están por venir: ya se sabe cómo son estos moros, etc.

La destrucción de Siria es el paso previo al ataque contra Irán. También hay una guerra de nervios y los medios llevan tiempo familiarizándonos con la idea. La armada estadounidense tiene tres grupos de combate de portaaviones en la zona: un despliegue en toda regla. Intimidatorio. Está por ver que Rusia y China asistan impertérritas a lo que viene. ¿Qué va a pasar? Pronto lo veremos.

 

P.D. Hoy, Estados Unidos ha congelado todos los fondos del Estado iraní en territorio bajo su control. Es decir: los ha robado. No hay que perder de vista que Irán sigue cumpliendo la legalidad internacional en materia de energía nuclear, cosa que no hacen, por ejemplo, ni Israel, ni Pakistán, ni India. Las sanciones se basan en la propaganda de los sancionadores. Una provocación más para que el gobierno iraní dé un paso en falso y apretarle –más- las tuercas.

 

P.P.D. Hoy me desayuno con esta foto de las manifestaciones habidas en Kuwait ante la embajada rusa. Observen Vds.

 

Aparte que ¿qué menos que un plano general que mostrara las multitudes de indignados kuwaitíes? Llama la atención lo pulcro de los medios: El cartel en ruso perfectamente impreso en material rígido preguntando por qué al presidente Medvedev y al pueblo ruso. ¿No se dan cuenta de que habría quedado mucho más realista una pancarta en una sábana escrita con espray o rotulador edding? Claro: si es grande hacen falta por lo menos dos, y habría que abrir el plano y se vería cuánta gente hay. Y, ¿el retrato de Medvedev-Hitler? Entiendo que los posters de Medvedev deben de ser un artículo común en Kuwait, pero… ¿los pósters de Medvedev impresos a todo color en couché (ese brillo) con bigote hitleriano y la bandera nazi perfectamente impresa? Es que cuando uno tiene pasta y medios para las campañas espontáneas le pasa eso, que descuida los detalles.





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