He llegado a la conclusión de que soy bastante desprendido con la Plata, lo mismo al momento de las propinas que en los goces del amor que en otras variadas circunstancias. Quizá sea, gracias a Dios, de que he sido agradecido con lo poco o "mucho" que he tenido. Aunque también puede haber algo de irresponsabilidad en cierto sentido. Sin embargo, he recordado muy bien a lo largo de los años que el poeta romántico José de Espronceda, al irse al exilio a Portugal (luego de estar luchando por sus ideales liberales) y verse frente al puerto de Lisboa en la embarcación que lo llevaría a la costa, lanzó al agua la única moneda que tenía y expresó: " Yo no puedo entrar en tan gran ciudad con tan poco dinero". Me gusta pensar que quizá éste gesto de Espronceda, romántico al fin, quedó como algo que llegó a formar parte de mi intelecto y a su vez de mi personalidad, unido a la educación familiar recibida. Sólo Dios lo sabe.