intradós en arco de alcoba lateral del Salón Dorado y techumbre restaurada |
En el palacio hudí construido durante el reino taifa zaragozano en el siglo XI denominado Palacio de la Aljafería, concretamente en su testero norte, se edifica el conjunto más importante de dependencias en el interior de este conjunto palaciego ya que esta zona incluye el denominado Salón Dorado así como la pequeña mezquita de carácter privado, situada en el costado oriental tras el pórtico de acceso que sirve de antesala al oratorio.
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El acceso a este Salón Dorado se efectúa a través de un lienzo con tres vanos. Uno central muy amplio, que conforman cinco columnas dobles de mármol con capiteles de alabastro en estilo cordobés-corintio muy estilizados que soportan cuatro arcos entrecruzados mixtilíneos, entre los cuales, en altura, se sitúan otros de herradura más simples. Hacia el sur se encuentra otra dependencia que vierte al Patio de Santa Isabel a través de un pórtico de grandes arquerías poli-lobuladas. Sin duda, el llamado Salón Dorado era la estancia principal del palacio.
Por ello, en el frente de la arquería de acceso se reprodujo el lado norte de la arquería de la mezquita aljama de Córdoba mediante los ya citados arcos entrecruzados que se coronan por un bucle decorativo. A estos arcos mixtilíneos se les une la presencia de los túmidos trasdosados por lóbulos en las puertas laterales. Sin embargo, el arco ciego ante el cual se disponía el rey estaba formado por siete arcos lobulados entrecruzados, adoptando así un aspecto más complejo que el del mihrab de Córdoba, intentando con ello santificar su autoridad asociando su poder al del ya desaparecido califato.
puerta lateral en Salón Dorado y arcos entrecruzados del pórtico |
En el espacio tripartito, sus extremos este y oeste se prolongan perpendicularmente con dos galerías laterales a las que se accede mediante amplios arcos poli-lobulados y que rematan en el extremo de sus brazos en sendos arcos apuntados también poli-lobulados cuyo alfiz está decorado por complejas lacerías y relieves de atauriques. Cabe señalar que toda esta estructura busca una apariencia de solemnidad y majestad que la escasa profundidad de estas estancias no daría a alguien que accediera al salón del rey.
Las trazas de arcos mixtilíneos entrecruzados son características, sin duda, de este Palacio de la Aljafería y se dan por primera vez aquí, desde donde se difundirían a las futuras edificaciones islámicas. Al costado oriental del pórtico de entrada a este Salón Dorado se sitúa un espacio sagrado, la pequeña mezquita privada, a la que se accede a través de una portada inspirada sin duda en el arte califal. En su interior, esta mezquita aloja un mihrab cuyo nicho se orienta en dirección a La Meca.
En los extremos del muro septentrional del Salón, se dispusieron dos grandes arcos de herradura que albergaban en su interior otro de diámetro menor, a imitación de las puertas de la mezquita de Córdoba. En sus extremos este y oeste encontramos dos aposentos que fueron alcobas privadas posiblemente de uso regio. Hoy se ha perdido la alcoba del flanco occidental, que se utilizó como dormitorio real y también fue usada por los posteriores reyes de la corona de Aragón hasta el siglo XIV.
detalles del artesonado en el pórtico de acceso al Salón Dorado |
La decoración de las paredes del Salón Dorado ha desaparecido en su mayor parte, aunque aún se conservan restos de su ornamentación en el museo de Zaragoza y en el museo arqueológico de Madrid. En concreto, la mayoría de yeserías de atauriques que tapizaban con paneles decorativos labrados en yeso las paredes de estas estancias, así como un zócalo de alabastro de dos metros y medio de altura y los suelos de mármol blanco del palacio de origen taifal, se han perdido. Los restos conservados, tanto en los ya mencionados museos como los escasos restos que se hallan en este salón regio, permiten reconstruir el aspecto de esta decoración polícroma que, en su día, debió ser espléndida.
Resulta complejo y difícil describir la magnificencia y suntuosidad del techo que cubría este Salón Dorado en su forma original. Actualmente sí podemos admirar, en el Salón del Trono de los llamados reyes católicos, un magnífico artesonado mudéjar sustentado por gruesas vigas y traviesas que se decoran con lacerías y que, en las intersecciones, forman estrellas de ocho puntas, al tiempo que generan treinta grandes y profundos casetones cuadrados. En el interior de estos casetones se inscriben octógonos con un florón central de hojarasca rizada que rematan en grandes piñas colgantes que simbolizan fertilidad e inmortalidad.
Podría decirse que el techo original del Salón Dorado, alfarje en madera, reproducía el firmamento y todo el salón era una imagen del cosmos, cuajada de símbolos del poder que sobre el universo celeste ejercía el rey de Zaragoza, apareciendo así como heredero de los califas. El techo mudéjar que vemos hoy en el Salón del Trono cristiano se refleja en el suelo, que reproduce los treinta cuadrados con sus respectivos octógonos inscritos. Originalmente, todos los suelos de las estancias regias de este Palacio de la Aljafería eran de mármol y las recorría el ya citado zócalo de alabastro.
vista del artesonado mudéjar en el Salón del Trono |
Bajo el artesonado mudéjar de época cristiana discurre una airosa galería de arcos conopiales transitable y con antepechos calados desde la que los invitados o cortesanos podían contemplar las ceremonias regias. Para terminar, toda esta estructura se apoya sobre un arrocabe con molduras en nacela labradas. Se considera que circundaba ambos salones una banda de decoración epigráfica con caracteres cúficos que reproducían suras coránicas aludiendo al significado simbólico de la ornamentación y a la creación. Las suras que corresponden a estas inscripciones epigráficas han podido ser deducidas de los fragmentos supervivientes.
En dos de estos relieves caligráficos puede encontrarse el nombre del rey taifa que ordenó la construcción de este palacio, Al-Muqtádir. Es por ello que se data la construcción del conjunto del palacio, al menos en una primera fase, entre los años 1065 y 1080. En uno de los relieves se nos dice textualmente "Esto (La Aljafería) lo mandó hacer Ahmed Al-Muqtádir Billáh". Por otro lado, hay que tener en cuenta que toda la ornamentación de yeserías del conjunto del Palacio de la Aljafería estaba policromada en tonos azules y rojos en los fondos y de oro en los atauriques.
Entre las filigranas se advierte la representación de un ave, siendo una insólita figuración zoomorfa en el arte islámico que bien podría representar una paloma, un faisán o un símbolo del mismo rey taifa como ser alado. También contamos con paneles decorativos con elementos vegetales de época califal, como las piñas, flores, cuernos de la abundancia, granadas y hojas de acanto, entre otros. Y en los arcos del Salón, de rollos con la franja central vegetal, podemos observar elementos decorativos característicos de la época taifa, como la "palma taifa", gran hoja con digitaciones sólo por uno de sus lados. Además, las ménsulas también están ornamentadas por palmetas y medias palmetas.
vista frontal de arquerías en el Salón Dorado del Palacio de la Aljafería |