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Jerez de la frontera

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Jerez De La Frontera
patio y Torre Octogonal en el Alcázar de Jerez

Jerez de la frontera, en el interior de la provincia de Cádiz, es actualmente la ciudad más poblada de la provincia así como el tercer conglomerado urbano de la región andaluza. Está situada a doce kilómetros del océano Atlántico y a 85 km del Estrecho de Gibraltar. En su posición céntrica y bien comunicada, Jerez siempre ha conformado un principal nudo de comunicaciones. Su término se extiende sobre el valle del Guadalquivir, incluyendo una amplia extensión del actual parque natural de Los Alcornocales y la Sierra de Gibalbín. 

Jerez de la frontera se encuentra incluida en la actual comarca de la Campiña de Jerez, que comprende los municipios de Jerez y San José del Valle. El territorio de esta actual comarca de la Campiña de Jerez corresponde al anterior término municipal de la ciudad jerezana, siendo éste el de mayor extensión de la provincia gaditana y el sexto de la península, lo que supondría abarcar dos veces la extensión de la isla de Ibiza o la mitad de la actual provincia de Guipúzcoa.

La comarca de la Campiña de Jerez está cruzada por el río Guadalete, que irá a desembocar en la bahía de Cádiz en el Puerto de Santa María. Además, en territorio jerezano se encuentran diversos humedales, como la laguna de Medina y de Torrox. Su agricultura es famosa mundialmente por la denominación de origen de su vino, el jerez, cultivado en el triángulo formado entre Jerez de la frontera, Sanlúcar de Barrameda y el ya citado Puerto de Santa María.

A partir del relativo parecido del nombre, el topónimo Jerez se ha querido derivar de Xera, una ciudad supuestamente fenicia situada cerca del Estrecho de Gibraltar. Posteriormente, los romanos la habrían llamado Ceret. Es posible que el nombre de Jerez documentado por primera vez en textos árabes, como Seris, proceda del nombre de un vicus o aldea de carácter industrial donde se elaboraban vinos en tinajas o serias, que habría sido pronunciado Serés en época tardía. 

vista de viñas en la Campiña de Jerez de la frontera

Con la llegada musulmana, el asentamiento comenzó a consolidarse como ciudad y su denominación evolucionaría de la forma árabe شريش o Sherish. Tras la conquista cristiana pasó a denominarse Xerez en castellano medieval, representando el fonema similar a la sh inglesa con el grafema X, como era regla de la época. A Xerez, posteriormente, se le añadiría -de la frontera- al encontrarse en la frontera con el reino nazarí de Granada siendo un escenario habitual de escaramuzas y enfrentamientos entre ambos reinos. 

En plena guerra civil visigoda, entre el rey Rodrigo y Agila II, sucesor del rey Witiza, llegaron los musulmanes a la península. Rodrigo había subido al trono de forma violenta, lo que produjo la secesión de parte del reino. El general musulmán Tarik Ibn Ziyad, con ayuda de los partidarios visigodos de Agila II, quien recibió a los bereberes, entabló batalla contra el rey Rodrigo en las inmediaciones del río Guadalete, cerca de Jerez, en julio del año 711, siendo conocida como la Batalla de Guadalete y suponiendo una decisiva victoria del emirato omeya.

La derrota visigoda fue tan completa que supuso el final del Estado visigodo en la península. Una de las causas del éxito musulmán en la Batalla de Guadalete fue, sin duda, la inestabilidad de la monarquía visigoda y que su rey Rodrigo se encontraba luchando en el norte contra los vascones, tardando dos semanas en recibir la noticia del ataque musulmán, llegando tarde al sur para luchar contra los bereberes y partiendo ya desde una desventaja. A esto se unía la posterior traición de los partidarios de Witiza, que abandonaron el ejército visigodo pasándose sus tropas al bando islámico.

Jerez ya contaba con producción vinícola propia y, a partir de ese año 711, se siguió consumiendo vino a pesar de la prohibición del corán. Se sabe que en el año 966, el tan afamado hayib o chambelán del califa Hisham II conocido como Almanzor o El Victorioso, cuando aún era visir del califa Al-Hakén II, decidió arrancar las vides, pero los jerezanos convencieron al califa de que las uvas pasas daban energía a los soldados y consiguieron conservar un tercio de dichas vides. Pero no sólo el vino ha jugado un papel clave en la historia de Jerez, sino también el caballo.

ejemplar de caballo andaluz o pura sangre española

Desde el tiempo de los fenicios ya había testimonios escritos por historiadores griegos sobre el especial cuidado que se le daban a los caballos en la zona. El primer cruce de caballos que se dio en Jerez data de este primer tiempo de la conquista musulmana de la península, cuando estos cruzaron sus caballos árabes, conocidos como pura sangre árabe, con el caballo local, dando como resultado el famoso caballo árabe español, más conocido popularmente como pura sangre española o caballo andaluz. 

Durante la época islámica en esta zona, que se prolongó durante más de cinco siglos, la ciudad de Jerez de la frontera, entonces denominada Sherish, fue una urbe de gran importancia en su mayor parte englobada dentro de la kora de Sidueña. Posteriormente, tras la caída del califato cordobés a mediados del siglo XI, la ciudad de Jerez pasa a pertenecer al clan de los Banu Jizrun del reino taifa de Arcos, siendo de esta época los restos arquitectónicos más antiguos hallados en el Alcázar. Por otra parte, Jerez, por su condición de plaza fuerte, padecía ya desde el siglo XI los diferentes ataques y asedios que llegaban desde el norte de África. 

En el siglo XII, como respuesta contra la autoridad del imperio almorávide, Jerez se proclamó taifa independiente bajo el gobierno de Abu Al-Gamar Ibn Garrun, el rey de Ronda de los Banu Ganiya. Debido a los ataques africanos, se señala históricamente el año 1133 como la fecha en que la ciudad de Jerez decide fortificarse, estando ya bajo gobierno de los almorávides, aunque en los lienzos de muralla hay indicios de la existencia de población en el siglo X o incluso antes. A partir del año 1146, la ciudad juró fidelidad a los almohades que desembarcaron en la península, quienes se harían con el control de todo Al-Ándalus en su lucha contra los reinos cristianos del norte peninsular. 

El rey de la taifa, Abu Al-Gamar, reconoció al nuevo califa almohade y le prometió obediencia a cambio de conservar los privilegios de la ciudad. Gracias a este hecho, la ciudad de Jerez disfrutó de sus bienes libres y exentos de impuestos durante el periodo almohade y evitó la confiscación de la cuarta parte de los bienes, como sí sucedió con otras poblaciones que los almohades fueron conquistando en Al-Ándalus. La fidelidad de Abu Al-Gamar a los almohades explica, por tanto, el trato especial que tuvo la ciudad, convirtiéndola en una de las ciudades andalusíes más relevantes y en el principal centro del bajo Guadalquivir.

vista de torre de muralla en la ciudad de Jerez

Puede decirse que durante los siglos XII y XIII, la ya medina de Jerez vivió una etapa de gran desarrollo alcanzando rápidamente los 20.000 habitantes, incluyendo envíos de vino a Inglaterra donde se empezó a conocer por el nombre árabe de la ciudad, Sherish, origen de la palabra actual Sherry. Jerez fue, sin duda, una de las principales poblaciones del siglo XII y en ella se construyeron también adarves, una alcaicería y arrabales. A lo largo de ambos siglos, también se construyó y amplió su sistema defensivo a la vez que se configuró el trazado urbanístico del actual casco antiguo de la ciudad, incluyendo la judería. 

El nuevo trazado de muralla construido, ampliando la medina a su máximo, define las murallas que nos han llegado hoy en día. El negocio aumentó en la ciudad de Jerez, sin duda debido principalmente a la exención de impuestos e incluso se acuñó moneda propia en plata. Al tratarse de una gran población en aquella época, sabemos por el historiador y geógrafo Ibn Said Al-Magribí, en el siglo XIII, que "Jerez es una gran ciudad, con grandes comodidades y con edificaciones y medios de subsistencia copiosos, así como con gentes principales".

En el año 1231 se produjo la contienda conocida como la Batalla de Jerez, a la cual el rey Fernando III de Castilla mandó a su hijo, el infante Alfonso (futuro rey Alfonso X), junto al comandante Álvaro Pérez de Castro y Gil Manrique. Antes, desde la ciudad de Salamanca y pasando por la ciudad de Toledo, se dirigieron hacia Córdoba, donde una vez tomada la ciudad en el año 1236 y devastada la región marcharon hacia Jerez. La Batalla de Jerez, que se produjo en las inmediaciones del río Guadalete, se saldó con una victoria castellano-leonesa y las tropas musulmanas del rey de Murcia, Ibn Hud, huyeron hacia la ciudad de Jerez.

restos arqueológicos en el interior del Alcázar de Jerez

Tras esta Batalla de Jerez se debilitó sin duda el poder del reino taifa de Ibn Hud, quien entre los años 1228 y 1238 conquistó casi la totalidad de los territorios de Al-Ándalus, perteneciendo a su vez a una importante familia de abolengo como eran los hudíes de Zaragoza. Al tiempo, se acrecentaba la influencia de su rival en la batalla, Muhammad Ibn Nasr, entonces rey de Arjona y próximo fundador de la dinastía nazarí en Granada como Muhammad I, Alhamar o الأحمر, lo cual facilitó la penetración en el valle del Guadalquivir de las tropas del rey Fernando III de Castilla.

El todavía infante castellano Alfonso, quien muy posiblemente estuviese presente también en el final de la Batalla de Jerez, se refirió posteriormente a la misma expresando "conviene que sepades los que esta estoria oyredes que la cosa del mundo que más quebrantó a los moros, porque el Andaluzía ovieron a perder e la ganaron los christianos dellos, fue esta cabalgada de Xerez, ca de guisa fincaron quebrantados los moros, que non pudieron después acer el atrevimiento nin el esfuerço que ante avíen contra los christianos, tamaño fue el espanto e el miedo que tomaron desa vez".

Con la conquista cristiana de Sevilla, en el año 1248 por las tropas del ya citado rey Fernando III el Santo, el área de Sherish quedó a merced de los cristianos siendo sometida bajo protectorado castellano o vasallaje, entre la nueva zona conquistada y la frontera de Granada, desempeñando Jerez la función de centro de poder de las tierras del Guadalete. La primera toma de Jerez por las tropas cristianas sucedió en 1249 tras un duro cerco en el que se devastaron los cultivos y alquerías para forzar la rendición de la ciudad. A la vez también cayeron Vejer, Puerto de Santa María y Cádiz en manos cristianas. 

Ante la falta de apoyo por parte del ya monarca nazarí Muhammad I de Granada, el gobernador musulmán de la ciudad de Jerez, Ibn Abit, decidió capitular. En dicha capitulación, le entregaba la llave de la ciudad y el Alcázar al rey castellano a cambio de que le dejasen salir con sus pertenencias hacia su exilio en el cercano reino nazarí recientemente creado. El monarca castellano Fernando III aceptó la negociación por la dureza del asedio y por la urgencia en ocuparse de la repoblación de Sevilla y, por lo tanto, quedaron "todos los moros en sus casas en la dicha villa y heredades" a excepción de algunas personalidades que emigraron.

vista de arcos en el interior del Alcázar de Jerez

El Alcázar entonces fue entregado en propiedad al noble castellano Nuño González de Lara y posteriormente, en el año 1264, sucedió la revuelta de los mudéjares. El ambiente se había enrarecido y, por una parte, existía el deseo del reino nazarí de frenar la expansión castellana mientras que, por otra, era evidente el fortalecimiento de los benimerines del Magreb. Estos desembarcaron en Jerez y, señalando una fecha para la sublevación general, se levantaron los vasallos musulmanes del monarca castellano en la ciudad. Tras esta revuelta, una campaña militar del ya rey Alfonso X de Castilla, el Sabio, incorporó definitivamente la ciudad de Jerez a la corona de Castilla.

El rey Alfonso X, para ello, respondió asediando durante cinco meses y, ante la falta de apoyo musulmán nuevamente desde el reino de Granada, los musulmanes de Jerez intentaron la negociación, pero "el rey no quiso sino que se saliesen sin otra cosa más que sus cuerpos" por lo que finalmente fueron expulsados la mayoría de los musulmanes de la ciudad. Según el Libro de repartimiento de la ciudad, redactado tras esta conquista del año 1264, existían en Jerez veintiún cascos de bodega y siete mezquitas. Sin embargo, algunas investigaciones recientes sitúan la reconquista de Jerez en el año 1266 por un fuero del rey castellano. 

En cualquier caso, el rey de Castilla decidió dejar una guarnición de 300 caballeros en el Alcázar y les mandó "dar y repartir las casas y tierras y heredades" que componían el alfoz de Jerez, facilitando su repoblación mediante la concesión de mercedes y privilegios. La población mudéjar pasó a ser muy escasa y, tras esta conquista castellana, se estableció también el actual escudo de la ciudad y comenzó realmente a extenderse el consumo de vino. Los cristianos lo bebían al igual que comían cerdo, principalmente para diferenciarse de los musulmanes. Incluso parece ser que se lo daban a beber a los caballos antes de las batallas.

torre de muralla formando parte de actual bodega de Jerez

Diego Fernández de Herrera, ilustre caballero jerezano, defendió Jerez de la frontera de las últimas invasiones musulmanas. Luchó en el año 1339 bajo el reinado de Alfonso XI de Castilla, el Justiciero, contra los continuos asaltos de Abu Malik Abd Al Wahid, hijo del sultán meriní del Magreb. Años antes se había producido la llamada Batalla de los Cueros, que tuvo lugar en la dehesa de Martelilla en el término de Jerez. Esta batalla enfrentó las fuerzas cristianas de la ciudad de Jerez, dirigidas por la alcaidesa del Alcázar al quedar viuda, contra las musulmanas del reino de Granada. 

En el siglo XV, Jerez vivió nuevamente un fuerte desarrollo cultural, social y económico impulsando su agricultura, comercio y su industria vinícola. En el año 1465, la ciudad -ya con el añadido de Jerez de la frontera- fue nombrada "muy noble y muy leal" por el rey Enrique IV de Castilla, albergando en la actual calle Chancillería el Alto Tribunal de Apelación de Castilla hasta finales del siglo. La conquista de América y del reino de Granada, en el año 1492, facilitaron que Jerez fuera una de las ciudades más prósperas del sur de la península gracias al comercio y su cercanía a los puertos de Sevilla y Cádiz.

Durante los siglos XV y XVI, el vino de Jerez se convierte en una fuente de riqueza para toda la región, siendo protegido por el rey y exportándose ya a Inglaterra, Francia y Países Bajos. Como ejemplo, puede decirse que en todos los barcos que iban hacia América, se reservaba un tercio de la carga para el vino jerezano. En cuanto al caballo en el siglo XV, los monjes de la Cartuja de Jerez llevaron a cabo un nuevo cruce, entre el caballo hispano-árabe con uno de origen alemán, dando lugar a la famosa raza cartujana o caballo jerezano, que ha perdurado hasta nuestros días.

También cabe destacar de esta época que la estratégica ubicación de la ciudad de Jerez hizo que el entonces rey Felipe II el Prudente, hijo del emperador Carlos V, se planteara construir un estuario navegable para que los barcos pudieran llegar del embarcadero de la ciudad, en El Portal, a la misma ciudad de Jerez a través del río Guadalete y fue también el citado rey Felipe II el que ideó que Jerez fuera incluida entre las 480 ciudades del mundo que forman parte del Civitates Orbis Terrarum.

arcos en interior de la mezquita del Alcázar de Jerez

En cuanto a la arquitectura histórica, en la estructura urbana de Jerez podemos distinguir claramente el casco antiguo de fisonomía andalusí. En buen estado de conservación, la ciudad de Jerez conserva lienzos de la muralla islámica así como su Alcázar, que guarda aún en su interior tanto los baños árabes como la mezquita. Cabe señalar también que la actual Plaza del Arenal, en el centro de la ciudad, fue una musara andalusí, es decir, un lugar donde se desarrollaban las grandes manifestaciones como paradas militares u oraciones multitudinarias. 

Esta Plaza del Arenal también contaba con alhóndiga o al-fondaq, siendo un local para la compra-venta y depósito de cereales. La plaza tomó forma como terreno a las afueras de la ciudad amurallada, en el lugar en que se solían realizar enterramientos islámicos. Posteriormente en esta plaza destacarían los "juegos de toros y cañas" así como "lances a la gineta". Esta plaza se encontraba a su vez cerca del Alcázar y junto a la Puerta Real que, separada por un foso, comunicaría la plaza con la actual calle Consistorio.

Asimismo, la ciudad de Jerez cuenta con varias iglesias construidas sobre antiguas mezquitas o edificadas en estilo mudéjar, siendo éste último el caso de la iglesia de San Juan de los Caballeros, un templo de gran interés artístico. Conserva su primitiva planta mudéjar, con tramos góticos y renacentistas, siendo destacable su fachada manierista, las portadas y el ábside almenado de estilo mudéjar que data del siglo XIV. La iglesia de San Lucas, por su parte, se construyó sobre una antigua mezquita en estilo mudéjar.

Torre de la Atalaya en iglesia de San Dionisio

La iglesia de San Marcos fue levantada también sobre una anterior mezquita, constando de una sola nave en estilo gótico y lo mismo ocurrió con la construcción de la iglesia de San Dionisio, siendo éste el patrón de la ciudad de Jerez tras la conquista cristiana del año 1264, aportando también elementos mudéjares y resaltando necesariamente su llamada Torre de la Atalaya, una torre vigía del siglo XV anexa a la construcción principal con la función de dar aviso de los ataques berberiscos a la costa de Cádiz ya que, con frecuencia, llegaban embarcaciones ligeras desde África.

Por su parte, la actual Ermita de la Ina es un edificio construido en el último tercio del siglo XIV, de estilo mudéjar, y parece pertenecer al tipo de las basílicas visigóticas, como la de San Juan de Baños, y si bien no tiene la misma antigüedad, está construida bajo la influencia arquitectónica visigótica, empleada en los templos mozárabes sobre todo en el sur peninsular, donde no se siente apenas la influencia del arte románico.



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