Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Cuando mi madre no me quiso comprar una Barbie

Hace 25 años y a pesar de mi poderosa insistencia en forma de rabietas públicas y manifestaciones de ira en los pasillos de los centros comerciales, mi madre rechazó comprarme una Barbie. Su negativa no era porque fuera el juguete de moda que todas las niñas tenían ni porque le pareciera absurdamente caro sino porque, a su juicio “representaba precisamente todos los valores que NO le quería inculcar a su hija”. Para mi madre, aquella escultural rubia de PVC no tenía ningún valor didáctico y no haría más que alimentar la vena superficial de una hija única ya suficientemente caprichosa por aquel entonces. Le inquietaba que, si yo jugaba con una Barbie, me convirtiera en una mujer frívola, más preocupada por las apariencias y el aspecto externo que por las cosas realmente importantes de la vida.

Y yo no lo entendía, porque Barbie era una mujer independiente y súper polifacética y así se lo trataba de hacer ver a mi madre. Barbie era una gran amante de la naturaleza (tenía un traje de exploradora color caqui con un sombrero de ala ancha monísimo a juego); era muy deportista (montaba a caballo, usaba calentadores para hacer aerobic, esquiaba y en los años 90 se pasó al snowboard) y, además, era muy trabajadora (en los expositores de las tiendas juro que la vi uniformada de azafata, enfermera, socorrista, chef y presentadora de televisión). Todo ello, sin dejar de atender sus obligaciones amorosas hacia su musculoso novio Ken ni abandonar el hábito de tomar el té con sus amigas del Club de Tenis y, lo que es más importante, sin que se le despeinara un solo pelo de su rubia cabellera ni se le corriera el rimmel. Barbie era, a todas luces, una mujer 10 y la insensata de mi madre no lo veía.

La polifacética Barbie trabajó de “Vigilante de la Playa”, entre otras muchas cosas

Siempre tenía tiempo para reunirse con sus amigas

No os penséis que mi antojo con la muñeca yanqui fue flor de un día. Durante varios cumpleaños y Navidades seguí manifestando mi interés en hacerme con una ante la pasividad de mi madre hasta que, finalmente, mi abuela me la compró. Quizá fuera que tantos años de espera habían mermado mis expectativas o, simplemente, que la muñeca vestida de intrépida amazona lucía ridículamente inmóvil en la alfombra del salón (el caballo lo tenías que comprar aparte), pero lo cierto es que cuando tuve a la Barbie en mi poder no me pareció gran cosa y pronto pasó a acumular polvo en una estantería rodeada de otros juguetes olvidados.

El caballo de Barbie era rosa y lo vendían aparte

Ken era rubio y musculoso…

…aunque también lució barba y pelo largo

Ahora me doy cuenta de que mi madre fue una visionaria. En los últimos tiempos, millones de madres (y padres) en todo el mundo se han puesto de nones y han echado por tierra la estrategia de marketing de Mattel, la compañía americana que fabrica a la muñeca. Se niegan a comprar Barbies alegando que sus medidas imposibles y su imagen de mujer superficial no ayudan a crear niños y niñas equilibrados y seguros de sí mismos, porque fomentan una baja autoestima y alimentan prejuicios sexistas. Como consecuencia, las ventas han caído a mínimos históricos en los últimos tres años. En el segundo trimestre de 2014 las ventas mundiales disminuyeron un 15% respecto al año anterior y se trata del tercer trimestre consecutivo con pérdidas de dos dígitos.

Para defenderse de las críticas, Mattel argumenta, en voz de su presidenta Lisa McKnight, que la marca siempre “ha dado el poder a las niñas de ser quien quieran ser… Barbie era astronauta antes de que Neil Armstrong llegase a la Luna”. Para defender esta versión han lanzado una campaña de marketing que, lleva el lema “Todo es posible” (#unapologetic) y pretende hacer a la muñeca un ejemplo de persona que consigue exactamente lo que quiere a través de sus múltiples facetas. Entre las acciones realizadas dentro de esta estrategia de marketing destacan una portada en la revista Sports Illustrated, donde se muestra a Barbie en traje de baño, así como el lanzamiento de Barbie empresaria, presentada en la semana de la moda de Nueva York con diseños a tamaño natural.

La última campaña de Mattel vuestra a Barbie en la portada de Sports Illustrated

Sinceramente, no sé qué tiene de novedosa esta campaña ni de qué manera pretende cambiar nuestra percepción de la muñeca si la sigue vinculando con la moda, las revistas de éxito y los eventos de alto standing. Si realmente quieren ganarse a su target deberían acercarse a las mujeres reales creando, por ejemplo, una Barbie ama de casa entrada en kilos, una Barbie senderista con mallas del Decathlon o un Ken peludo y con barriga.

Total, que al final he descubierto que la Barbie no es para tanto y he tenido que darle la razón a mi madre. Yo, igual que la Barbie pero con menos de tres décadas a mis espaldas, he hecho lo mismo que ella a lo largo de sus 55 años de historia. Eso sí, con mucho menos glamour, todo hay que decirlo. He pasado por la universidad dos veces, pero he tenido que trabajar de camarera, dependienta y teleoperadora, antes de trabajar como periodista y marketer. Como la Barbie, también he montado a caballo pero me caí y me tuvieron que poner una férula en pleno verano que me provocaba intensos picores obligándome a rascarme la pierna metiendo entre la piel y la escayola una aguja de tejer. Concilio vida familiar, profesional y social a duras penas y a costa de lucir unas eternas ojeras y, además, no he sido capaz de redactar este artículo sin despeinarme. Eso sí, yo al menos puedo levantarme sola de la alfombra del salón.
 

Autor: Helena Íñiguez Álvarez Comunicadora 2.0, especialista en marketing de contenidos y blogger a tiempo completo.



This post first appeared on Contenidosparaweb | Marketing De Contenidos Aplica, please read the originial post: here

Share the post

Cuando mi madre no me quiso comprar una Barbie

×

Subscribe to Contenidosparaweb | Marketing De Contenidos Aplica

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×