Allá en el año 1992 de nuestro Señor, entré a la Secundaria en la escuela técnica 17 "Artes Decorativas". Recuerdo que fue la época en que los microbuses tenían poco tiempo de haber visto la luz en el hoy ya desaparecido Distrito Federal.

Fui generación 1992-1995... Han pasado ya 25 años después de mi primer día de clases..., 25 años, prácticamente una vida. Tengo infinidad de anécdotas qué contar de esa época que hoy miro hacia atrás con verdadera nostalgia.


Recuerdo a todo mundo, incluso sin rencor a quienes me hicieron pasarla mal de vez en cuando. En una ocasión, en la clase de Educación Física un compañero maldoso me bajó el short echándose a correr en el acto, y mientras yo me lo subía para cubrir mi vergüenza, todos reían de mí... Nunca alcancé al niño endemoniado, y aunque en ese momento quise matar a ese niño, hoy no guardo de todo ello más que un recuerdo amable y gracioso.

De mi época de alumno, desde el jardín de niños hasta la universidad, no guardo aprecio por nada ni por nadie sino por mi escuela secundaria. ¿Dónde están mis compañeros? ¿Qué les deparó el destino? No lo sé. Pero tanta es mi mala suerte que es probable que mi generación se reúna periódicamente a mis espaldas mientras yo hago el ridículo escribiendo este post añorando esos que fueron para mí los años maravillosos (¿recuerdan la serie?).


Sin importar lo que hoy pase a mis espaldas, dónde se encuentren mis compañeros y que el tiempo se haya tragado la única época que guardo con aprecio, sólo puedo terminar este post con una frase de Woody Allen con la que no puedo más que coincidir: yo era feliz, y no lo sabía.

Hoy en día, cuando de vez en cuando paso frente a la que fue alguna vez mi escuela, exteriormente nadie podría notar nada en mí. Pero por dentro sonrío y me alegro como si fuera hoy tan feliz como antes, esperando poder reunirme una vez más con mis compañeros de secundaria antes de morir.