¡No me Hables, poeta,
sólo de cosas bellas de la vida,
y de grandes monumentos!
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¡No me hables de economía,
de cuánto tienes y cuánto tengo!
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¡Ni del potrillo aquél de las tres hierbas,
ni de las florecillas del almendro!
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¡Háblame de los que están en el aire
y lo mismo que yo, tú puedes verlos!
¡De todos los poetas de la historia
que para mi no han muerto
y vuelan por la rosa del jardín
y por la boca, cuando habla el pueblo!
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¡Porque están impregnados en el aire,
no están dentro del cementerio!
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¡Háblame del obrero que malcome
y va matando el hambre con sus sueños!
¡Del inmigrante que dejó su tierra
por no morir de hambre y sufrimiento!
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Del que tiene dolores permanentes
y está viviendo dentro del infierno
y de aquellos que huyendo de la guerra
dejan atrás sus muertos
con horror en sus ojos
y miedo en las entrañas de su cuerpo
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De todo el ser humano
que tiene alma y una pena adentro.
Y de tantas y tantas injusticias
que cada día se siguen cometiendo.
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¡Dímelo tú, poeta!
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¿Qué hacemos con un mundo tan horrendo,
donde niñas y niños son violados
por seres que no tienen sentimientos
y son tantas las mujeres maltratadas
(muriéndose de pena y en silencio),
ante la atenta, atónita mirada
de toda la impotencia de un pueblo?
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¡Por eso seguiré denunciando
mientras me quede aliento,
con mi voz y mi pluma,
todo aquello que no vea correcto!
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Alguna tradiciones y costumbres
se siguen manteniendo
y lo más importante de la vida
para mí son los valores humanos
y los estamos perdiendo.
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Cuando también me hables de estas cosas
-si es que las sientes como yo las siento-,
podremos caminar por esa senda
de amor, de paz y buen entendimiento.
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Pedro Toledano Guerrero
de su poemario El sentimiento y la palabra
(derechos de autor)
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