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Si tienes un amigo atrapado en una pirámide, por favor muéstrale esto

Han pasado más de 9 años desde que publiqué "Diez razones para ya no ser un miembro de Herbalife" y, aunque en verdad diez razones son pocas, sigo suscribiendo cada línea. Y reitero mis sinceras disculpas a quienes involucré, a quienes perdieron dinero y tiempo y a todos los amigos que torturé, en su momento, tratando de enrolarlos en Herbalife.

Herbalife fue sancionado en junio de 2016 por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC) por, y cito el comunicado oficial, "haber engañado a los consumidores haciéndoles creer que podrían ganar importantes sumas de dinero vendiendo productos dietéticos, suplementos nutricionales y productos para el cuidado personal".

Al acogerse a un acuerdo con la FTC, Herbalife fue obligado a pagar 200 millones de dólares "en concepto de resarcimiento para los consumidores afectados".

La FTC exigió además a Herbalife rediseñar "su sistema de compensación para que recompense las ventas minoristas a clientes y elimine los incentivos de su sistema actual que recompensa principalmente a los distribuidores por el reclutamiento de otras personas".

Luego te contaré una historia que viene al caso pero, si estás apurado y leerás esto después o nunca, esto es lo que tienes que mostrarle a tu amigo, amiga, hermano, hermana, o quien se que conozcas y estimes, para que abra los ojos y deje la estafa piramidal en la que se encuentra. El documental se llama "Betting on zero" (Apostando a cero) y está disponible en Netflix ahora mismo.

Disculparás que este trailer no esté subtitulado al español. Creo que hasta el momento no hay uno así. Pero sí, el documental sí está subtitulado.


Una historia que se les hará familiar

Hace algunos meses, una pareja de amigos casados nos invitó a mi esposa y a mí a una reunión en su casa para hablarnos sobre su nuevo y prometedor negocio. No había terminado la llamada y ya sabía que ellos habían caído en una estafa piramidal.

Igual fuimos a la reunión en su casa.

Esa noche llegaron más personas, más amigos suyos. Otro matrimonio estuvo a cargo de presentarnos la oportunidad. El negocio de la salud. Lo único que tenías que hacer era usar los maravillosos productos y todos te preguntarían cómo lo hiciste. Porque los productos no se venden en tiendas, sino solo a través de la red de distribuidores. Y podrías subir niveles, y llegar muy alto, y abandonar tu empleo, y trabajar desde casa, y ser tu propio jefe. ¿Les suena familiar?

No era Herbalife. Era un calco muy peruano. Ya habrán adivinado el nombre de la maravillosa compañía que, con ingredientes naturales, había desarrollado fórmulas totalmente efectivas.

Terminó la presentación. Para entonces, un tipo muy elegante y con demasiado fijador en el cabello ya había llegado. Se presentó. Era el patrocinador de los patrocinadores de mis amigos. "El abuelo", lo habríamos llamado afectuosamente en Herbalife, en mis días al menos.

Mi esposa me sostenía fuerte la mano para que no avergonzara a mis amigos revelándoles, con la furia que me corroía, la gran estafa de la que eran víctimas, en su casa, frente a sus amigos, frente a sus patrocinadores. Frente al hombre con demasiado fijador que tenía el porte de triunfador de la vida.

El hombre del exceso de fijador partió las aguas. Quienes estaban interesados en la oportunidad de negocio, se quedan, los que no y solo quieren saber del producto, tomen un poco de información y gracias por participar. Sin decirlo, nos botó de la casa que no era su casa. Ahí solo había espacio para los ganadores, los que estaban dispuestos a entrar en el negocio de sus vidas.

La información de los productos era clara: eran innecesariamente costosos. Más costosos que la competencia. No tendría sentido comprarlos. Nos fuimos.

Días después no me pude contener -ellos pidieron mi opinión, a fin de cuentas- y se los dije: esta es una estafa. Sinceramente, no sé si siguen dentro.

Siempre repito que yo me merecía ser estafado por Herbalife. Era un chiquillo que simplemente quería dinero rápido y fácil. Eso no existe, claro, pero ¡vamos que prometían que sería tan fácil!

Pero las pirámides, al final, tu "inversión", grande o pequeña, solo la pagan con humo.


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