Se suele afirmar que Venezuela está como está por culpa del “chavismo”, es decir, por causa del grupo político gobernante de turno (aunque lleva ya 20 años en el poder), pero la verdad es que las causas de las múltiples crisis que sacuden a este país son más profundas, diversas y antiguas que la llegada al poder de Hugo Chávez y sus ideas.
Lo sucedido con el problema del Transporte en la Urbanización El Encantado, en Macaracuay, Caracas, me permite ejemplificarlo y demostrarlo perfectamente.
Prosiguiendo con la historia narrada en el artículo anterior, tras varios meses, la Alcaldía de El Hatillo, estrenando nuevo alcalde, apoyó a los vecinos y solicitó a algunas líneas de transporte que incluyeran dentro de sus rutas a la de El Encantado. Finalmente una aceptó, con las siguientes condiciones: solo de lunes a viernes, para empezar, en dos horarios, pasaje más caro y sin pasaje preferencial, un mínimo de pasajeros diarios, dos paradas: una en Hidrocapital (apenas saliendo de El Encantado) y la otra en la Calle Santa Ana de El Cafetal, sin recoger personas en el camino (servicio semi-privado), poniendo para ello a la disposición tres (3) unidades.
La representación de los vecinos, llamada Macrocondominio, indicó que en la urbanización había más que suficientes vecinos sin carro que necesitarían el transporte, aceptó el pasaje más caro (el doble del pasaje público normal de entonces) y aplaudió la designación de las paradas, días, horario y número de unidades ofrecidas.
Se acordó realizar una prueba piloto durante una semana para evaluar la cantidad de pasajeros y el uso de las unidades. Las Juntas de Condominio realizaron un esfuerzo para la limpieza y demarcación de 3 paradas en el interior de la urbanización y notificaron a toda la vecindad la buena noticia de que ya iba a haber transporte pero había que darle uso para que los transportistas le vieran utilidad económica al servicio y se quedaran.
¿Qué pasó?
Los vecinos
- Se negaron a usar el transporte porque era “muy caro”. Ni siquiera durante la semana de la prueba piloto.
- Preferían seguir pidiendo cola, con la incomodidad de compartir carros con extraños. Claro, también tenían semanas usando ese sistema gratis y se acostumbraron a esa “golilla”
- Llegaron a acusar a miembros de la Junta de Condominio de tener un “chanchullo” con los transportistas.
- No usaban el transporte porque había que pagar en efectivo. Se dispuso un sistema de tickets con pago por transferencia y de todas maneras, lo usaron muy poco.
- No esperaban al autobús en las paradas, limpias y demarcadas por el esfuerzo de la Junta, sino que lo hacían en otros puntos desde donde pudieran “pescar” alguna cola.
- Le pedían al autobús que se parara en otros lugares distintos a los acordados e informados.
- Los que tienen carro siguieron dando la cola, a pesar de que se les pidió igualmente que por favor dejaran de hacerlo, al menos durante la prueba piloto.
- Se empezaron a quejar porque los autobuses “tardaban mucho en llegar”
- A la tercera semana de funcionamiento se montaron unos atracadores en una de las paradas internas y robaron a todos los pasajeros.
Los transportistas:
- Apenas al tercer día de la prueba piloto, solo dejaron asignado un autobús porque no le vieron “el queso a la tostada”
- Con el sistema de tickets se quejaban de que el Macrocondominio se tardaba mucho en depositarles y además “se quedaban sin efectivo”
- Empezaron a pararse en lugares distintos a los acordados a recoger o dejar personas con las que se fueron encompinchando.
- La parada de la Calle Santa Ana dejó de realizarse porque, supuestamente, era necesario obtener un permiso de la Alcaldía de Baruta.
- Apenas a la siguiente semana de la prueba piloto, la línea abandonó el servicio y solo se quedó un chofer de la misma línea haciendo el servicio, con una sola camioneta, pero a motu propio.
- Este señor finalmente dejó también de prestar el servicio, a pesar de ser más caro del que prestaba fuera de El Encantado y además haber sido aumentado luego de las vacaciones de Semana Santa.
En resumen:
Los vecinos quieren un servicio gratuito, a toda hora y que los deje y los recoja donde les dé la gana, mientras que los transportistas quieren un pasaje extra caro, montañas de efectivo, no tener que esperar por pasajeros y además tampoco tener que cumplir horarios ni paradas.
Resultado:
El Encantado, una vez más, se quedó sin servicio de transporte, ni público, ni semi-privado, ni privado.
Un nuevo retrato, en micro, del problema cultural que aqueja y azota a Venezuela y nos tiene así como estamos.
