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¿De verdad la presencia de Dios desciende cada vez que adoramos? (5 argumentos en contra)

—Karla, te enteraste de que me voy a casar, ¿verdad?

—¡Sí, Raquel! ¡Felicidades!

—Recibiste la invitación, ¿verdad?

—¡Sí, claro! Es el otro mes, ¿no?

—¡Exacto! Pero ya que estás invitada, quería pedirte si cantabas ese día y dirigías el tiempo de alabanza. Tú sabes, hemos sido amigas desde hace un tiempo y sería muy especial para mí que tú lo hicieras.

—¡Por supuesto, Raquel! ¡Cuenta conmigo! Yo hablo con los muchachos del ministerio y te apoyamos cantando ese día. ¡A ver! Tengo aquí la tarjeta de invitación, dice que será el sábado a las 5 de la tarde. Van a iniciar puntual, ¿verdad?

—Sí, eso esperamos.

—¡Genial! Entonces, como te vas a casar en la iglesia, llegaremos a las 4:30 para ajustar el sonido y ya a las 5 estaríamos listos para cantar en la ceremonia.

—Mmm… Karla… ¡ese es el detalle! Que no quisiera que llegaran media hora antes para ajustar el sonido, sino que quisiera que comenzaran a ajustarlo a la 1:30 pm y ya a las 2 en punto comenzaran a cantar alabanzas.

—No comprendo, Raquel, me dijiste que la boda comenzará a las 5 pm. Si la gente no va a llegar hasta las 5, ¿por qué quieres que cantemos desde las 2 pm si no habrá nadie?

—Es que mi esposo y yo creemos que si tú y los muchachos comienzan a ministrar desde las 2 de la tarde, cuando la boda comience a las 5, entonces la presencia de Dios ya habrá descendido y se glorificará en nuestra boda.

—¡Eh… eh… eh! Oye, Raquel, jamás me habían solicitado algo como lo que me estás pidiendo y creo que lo que tu esposo y tú creen sobre la presencia de Dios no es bíblico; sin embargo, esto es lo que te propongo: nosotros llegaremos a las 4:30 de la tarde y me comprometo a que todo esté listo para iniciar a las 5. ¡Solo eso! Si mi propuesta no te parece, entonces, ¡lo siento!, creo que tendrás que buscar a un ministerio de alabanza que acepte cantar desde las 2 pm porque como ministerio no estamos dispuestos a prestarnos para hacer algo como lo que me has pedido.

La conversación es verídica. Cambié los nombres de las protagonistas por cuestiones obvias. Pero es una realidad, hay cristianos que siguen creyendo que cuando nos reunimos o nos congregamos como cuerpo debemos pedirle al Señor que descienda sobre nosotros para que nos acompañe. Pero esto no solo lo cree el cristiano promedio, sino que lo enfatizan algunos de los directores de adoración más reconocidos. Po ejemplo, hay canciones con títulos desde Desciende aquí (Marcos Witt), pasando por Ven a este lugar (Danilo Montero) hasta un montón más que le piden al Espíritu Santo que venga o que entre a nuestra vida. Claro, yo no creo que sea un delito federal cantar canciones como estas en la iglesia; lo que creo es que no comunican adecuadamente lo que la Biblia enseña sobre la presencia de Dios en la vida de la iglesia y del creyente.

Uno de los principales problemas de cantar canciones que dejan entrever que Dios está ausente de nuestras vidas y que hay que pedirle que descienda, es que están escritas solo a la luz de lo que enseña el Antiguo Testamento. Porque si alguien compone canciones donde se le pide a Dios que descienda, baje, llegue, venga o aparezca basado solo en el Antiguo Testamento, efectivamente, hay pasajes que describen a Dios viniendo a su pueblo. Por ejemplo: cuando Moisés consagró el tabernáculo de reunión (Éxodo 40:34-35) y cuando Salomón consagró el templo (2 Crónicas 7:1-2). En ambas ocasiones se describe a la presencia de Dios descendiendo sobre esos lugares y llenándolos poderosamente. En este sentido, hay pasajes en el Antiguo Testamento que hablan de que la presencia de Dios desciende en un lugar; sin embargo, yo pregunto: como cristianos, ¿debemos componer canciones solo a la luz del Antiguo Testamento o debemos componerlas a la luz, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento? Yo creo que debemos escribirlas a la luz de los dos testamentos, no solo de uno. Porque si solo las escribimos a la luz del Antiguo Testamento no comunicaremos con precisión lo que las Escrituras enseñan sobre la presencia de Dios.

¿Por qué es importante componer también a la luz del Nuevo Testamento? Porque en el Antiguo Testamento la presencia de Dios venía y se iba, se iba y venía, etc. Pero en el Nuevo las cosas cambiaron. La presencia de Dios vino y vino para quedarse. A continuación, te comparto cinco argumentos que confirman que como cristianos no debemos ver la adoración como la forma de hacer que Dios descienda sobre nosotros o sobre un lugar específico.  

El argumento del Padre y el Hijo

Jesús enseñó que cuando creyéramos en Él, tanto el Padre como el Hijo vendrían a hacer morada en nuestras vidas: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada” (Juan 14:23). Por lo tanto, si ambos ya vinieron a morar en nosotros, ¿por qué entonces hay que pedirles que desciendan?

El argumento del Espíritu

Así como el Padre y el Hijo vinieron a morar en nosotros cuando creímos, también el Espíritu Santo: “Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5) y “Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes” (Romanos 8:9). Es decir, la Trinidad ha venido a vivir adentro del creyente. Por lo que vuelvo a preguntar: ¿por qué pedirle a Dios que descienda si ya viven en nuestra vida?

El argumento de la casa de Dios

El Nuevo Testamento describe al cristiano como la casa de Dios. Vamos, tú conoces los textos: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?… ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros” (1 Corintios 3:16 y 6:19). Ojo, Pablo afirma de que somos la casa de Dios, no su hotel. Es que Dios no vino a nuestra vida por unos días o por una breve temporada para luego irse. No, Él vino y vino para quedarse. Por lo tanto, si ya vive en nosotros, ¿por qué pedirle que descienda?

El argumento de estar “en Cristo”

El apóstol Pablo escribió: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están EN CRISTO JESÚS, los que no andan conforme a la carne…” (Romanos 8:1) y “Mas por obra suya estáis vosotros EN CRISTO JESÚS, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios…” (1 Corintios 1:30). Estos dos textos son ejemplos de un montón más donde Pablo emplea la expresión estar “EN CRISTO”. Y esto se debe a que cuando te conviertes en cristiano estás en Él, no fuera de Él. En este sentido, si Él está en ti (como vimos en los argumentos anteriores) y tú estás en Él, ¿por qué pedirle que descienda si y eres uno con Él?

El argumento de sus promesas

Si lo anterior no fuera poco, el Señor nos prometió que siempre estaría con nosotros: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20) y “Porque Él mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé” (Hebreos 13:5). Por lo tanto, si Él nos prometió su compañía permanente e incesante, ¿por qué le pedimos que descienda si Él nos prometió que nunca nos abandonaría? ¿Acaso creemos que nos mintió y por eso hay que pedirle que descienda? ¿Acaso no creemos en su promesa de que siempre nos acompañaría?

Repito: yo no creo que sea un pecado federal que se piense, crea, ore, cante o diga que la presencia de Dios debe descender en un lugar o sobre una persona; sin embargo, quienes tienen una mentalidad así, lamentablemente, solo delatan su incomprensión bíblica sobre el tema.

Noel Navas.



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