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Reseña: Algo Prestado #1 - Emily Giffin



He descubierto que no puedes crear tu propio calendario y lograr que se haga realidad solo con desearlo. 

Título: Algo prestado #1 Titulo Opcional ¿Me lo prestas?
Título Original :Something Blue (Darcy Y Rachel #1)
Autora: Emily Giffin
Serie Darcy y Rachel
Publicado 2004

Sinopsis:Una chica perfecta e impecable… hasta que intima con el novio de su mejor amiga.
Durante su paso por el instituto y la universidad, Rachel solamente cosecha sobresalientes y, al final de la carrera consigue licenciarse con cum laude. Abogada de un importante despacho en Manhattan, el día de su treinta cumpleaños, su mejor amiga Darcy le organiza una fiesta. Por primera vez en su vida, Rachel se deja llevar por sus impulsos; el problema es que el chico con el que acaba en la cama es el prometido de Darcy. Solo es un desliz, se dice Rachel, pero pasan los días y no puede quitarse de la cabeza a ese muchacho que está a punto de casarse

Opinión personal 
Y hace tiempo probando en nuevos géneros literarios me jalo mucho el chick lit libros divertidos de los que te sacan una sonrisa y los denominados fácil de leer de modo que le di una rápida vista a unos cuantos que tenía pendiente en mi lista de A por leer y aquí estamos con Algo prestado aunque al comienzo el titulo fue ¿Me lo prestas? Pero yo siento que le va mejor algo prestado ya que el segundo libro Something Blue en ingles  y en español, castellano algo azul pero le cambiaron nombre por El viaje de darcy y bueno lo siento estoy enredándolos volvamos a lo nuestro.

Rachel White Siempre fue la mejor amiga, la incondicional amiga pero y Darcy Rhone lo es? Lo fue? A cierto punto que tanto valoras lo moral la amistad y el amor? Este libro te habla de ello a forma amplia Rachel cumplió 30 pero su vida y sus sueños solo se basaron en ser alguien correctamente ideal incapaz de vivir de forma alocada de hacer algo malo de hecho una chica con todo organizado al detalle es por decirlo la protagonista de este primer libro y es la mala no tan mala? Bueno también es la dama de Honor de Darcy, de forma accidental está viviendo un romance prohibido con Dexter el prometido y futuro esposo de Darcy, Rachel y Darcy son amigas mejores amigas pues prácticamente se conocen desde siempre desde sus primeros 5 años de vida compartieron mucho juntas al vivir una cerca de la otra al ir juntas al colegio, estudiar, la universidad y mudarse de ciudad aunque cada quien vive en su propio espacio van y están siempre juntas una amistad que ha sobrevivido con el tiempo ahora a los 29 y 30 años las cosas podrían cambiar, su amistad es y fue algo así como la de alguien que se siente Reyna y la otra que se siente una especie de encargada de hacer feliz a la Reyna delegando lo que siente y sus sentimientos para después. En Este primer libro es Rachel quien te cuenta como empezaron las cosas el cariño autentico hacia Darcy el tiempo que ha pasado la adolescencia de ambas la universidad y el amor por Dexter todo en su vida y el ahora a sus 30 no alcanzar felicidad de forma laboral y personal este romance con Dexter la sumerge de una en todas a algo nuevo Rachel jamás pensó que esto podía pasar, de manera que durante el libro analiza sus sentimientos evalúa que tan mala se siente ella y si Darcy se merece esto que ella está haciendo dejarla sin novio arruinarle la boda, un libro muy entretenido quizá aburrido para quien no aprecia este tipo de lecturas o mejor dicho no entiende la personalidad pacifica de Rachel y que de un momento a otro se ve metida de pies a cabeza entre lo que desea y lo que es correcto pero ojo que es correcto? Rachel destripa su corazón y descubre que siempre le fue incondicional a Darcy pero que ama a Dexter desde más tiempo que Darcy y también siente que por esta ves merece amar y darse la oportunidad de ser egoísta, por su lado este primer libro nos enseña una Darcy superficial egocéntrica algo bruja pero que aunque su mantra sea todo yo,yo solo existo yo, tiene en su corazón sentimientos por Rachel y Dexter es decir a su modo pero los quiere, pero ojo ella no es ni fiel amiga ni fiel novia así que en este libro lleno de matices descubres que nadie es bueno o malo, no del todo, está lleno de toques divertidos, románticos, momentos tensos, y podemos cuestionar la moralidad en todos los personajes porque nadie se salva de hacer algo malo, si bien el libro trae 4 personajes centrales Rachel Darcy Dexter y Marcus pues también tiene otros personajes menos llamativos pero son la chispa en comentarios, particularmente me gustó mucho el libro ideal para un fin de semana se lee de forma ágil entendible te hace pasar un buen momento yo diría que al pasar las hojas llegas a entender a Rachel pero también conectar con Darcy Este libro tiene segunda parte y un diario el diario de Darcy en donde te da las piezas para entender mejor la actitud de Darcy su forma algo infantil mezquina caprichosa, quizá este libro debió de contarse a dos voces ya saben Rachel y Darcy a cada capítulo y en forma más extensa en lugar de ello lo dividieron a dos libros, también está la película aquí una de las canciones de la película un beso gigante .Y algunas de los fragmentos que me encantaron ❤☺




Ya sé que treinta es solo un número, que eres lo viejo que te sientes y todo eso. También sé que, en el gran plan de todas las cosas, a los treinta sigues siendo joven.


Después de esta noche, ya no seré veinteañera nunca más, ese será un capítulo cerrado para siempre. La sensación me recuerda la Nochevieja, cuando ha empezado la cuenta atrás y dudo entre coger la cámara o limitarme a vivir el momento.


La noche habría sido más divertida si no significara tanto, si no me viera obligada a analizar dónde he estado y adónde me dirijo.



Igual que la Nochevieja, esta noche es un final y un principio.



todo el mundo sabe que los amigos no bastan, aunque yo suelo decir que sí, solo para guardar las apariencias cuando estoy con mis amigas prometidas o casadas. No planeaba estar sola a los treinta, ni siquiera al cumplir los treinta. Quería tener un marido ya; quería ir al altar en la veintena.


me siento intranquila por mi futuro y lamento un poco mi pasado. Me digo que ya habrá tiempo de rumiar sobre ello mañana. Ahora mismo, voy a pasármelo bien. Es la clase de decisión que una persona disciplinada puede tomar. Y yo soy disciplinada en extremo.

la noche empieza a tener ese cariz borroso que toma cuando pasas de estar alegre a estar bebida y pierdes el sentido del tiempo y del orden preciso de las cosas.


La mayoría de estudiantes dicen: «Nunca lo volveré a hacer» y la semana siguiente lo vuelven a hacer. Pero yo persevero. Así soy yo. También aprenderé de este error. Solo deja que esta vez salga bien librada.


El único sentimiento de culpa que tengo es la culpa por no sentirme culpable. Pero me arrepentiré más tarde, en cuanto sepa que estoy a salvo.


Quizá es que soy una mala persona. Quizá la única razón de haber sido buena hasta este momento tiene menos que ver con mi fibra moral y más con el miedo a que me pillaran. Juego según las reglas porque soy reacia al riesgo.


me siento intranquila por mi futuro y lamento un poco mi pasado. Me digo que ya habrá tiempo de rumiar sobre ello mañana. Ahora mismo, voy a pasármelo bien. Es la clase de decisión que una persona disciplinada puede tomar. Y yo soy disciplinada en extremo.


la noche empieza a tener ese cariz borroso que toma cuando pasas de estar alegre a estar bebida y pierdes el sentido del tiempo y del orden preciso de las cosas.


Me encantaban las salidas del sábado por la noche al Colonial Ice Cream, donde siempre pedíamos lo mismo —un turtlesundae, un snickers pie y una brownie con doble chocolate.


aunque mis recuerdos no son glamurosos, por lo menos lo pasé bien unas cuantas veces. Pero también tuve muchos malos momentos: los días con el pelo hecho un asco, los granos, las imágenes del infierno en clase, no tener nunca la ropa adecuada, no tener acompañante para los bailes, la grasa infantil de la que nunca conseguí librarme, que me eliminaran de los equipos, perder las elecciones para tesorera de la clase. Y la abrumadora sensación de tristeza y angustia que iba y venía cuando quería (o, para ser más precisa, una vez al mes), al parecer sin que yo pudiera controlarla. En realidad, cosas típicas de la adolescencia. Clichés, porque le pasa lo mismo a todo el mundo.


Bien mirado, ¿no nos merecemos todas unos momentos de debilidad el día de nuestro cumpleaños?


él estaba fuera de mi alcance. (Detesto esta expresión y el supuesto de que la gente elige pareja basándose sobre todo en el aspecto físico, pero es difícil negar este principio cuando miras alrededor; las parejas suelen compartir el mismo nivel de atractivo y, cuando no es así, es algo digno de mención.)

—Tienes tanta suerte —decía, quejumbrosa, mientras yo trataba de estudiar. No, suerte es lo que tú tienes, pensaba yo. Suerte es comprar un billete de lotería junto con tu batido de chocolate y que te toque el primer premio. Nada en mi vida es suerte; todo es trabajo duro, todo es cuesta arriba. Pero, claro, nunca se lo dije. Solo le decía que las cosas cambiarían pronto. 



Aparece en la playa con un traje de baño entero de trescientos dólares y un sarong a juego, un sombrero muy chic, gafas de diseño y todo eso ayuda mucho para disimular un michelín extra en su cintura.


Flirtear de esta manera no es el camino a la redención. No es la manera de enderezar mi entuerto. Esto es lo que me dice mi cabeza, pero el corazón me va al galope mientras espero su respuesta.


Es posible que yo no tenga un tipo de hombre. Cuando pienso en mis relaciones del pasado no surge un retrato robot.



Tenía sentimientos ambivalentes en el tema del sexo. Una parte de mí quería esperar hasta estar muy enamorada, quizá incluso casada. Pero también tenía una intensa curiosidad por saber de qué iba todo aquello y deseaba, desesperadamente, ser sofisticada y experta en las cosas del mundo.



dijo que yo roncaba y monopolizaba la cama (¿Cómo es posible no monopolizar una cama individual?); yo me quejé de que siempre confundía los cepillos de dientes


Darcy y yo llamamos un SED, que significa «Se esfuerza demasiado».




Alec era bastante inteligente, bastante divertido y bastante agradable. Así que cuando me pidió mi número de teléfono, se lo di. Y cuando me llamó y me invitó a cenar, acepté. Y cuando me propuso que nos acostáramos, cuatro citas más tarde, me encogí por dentro, pero le dije que sí. Tenía un cuerpo estupendo, pero el sexo era solo mediocre.


Luego me pregunta si me puede besar. Es una pregunta que, por lo general, no me gusta. Hazlo y ya está, pienso siempre.

su buen humor es contagioso, del mismo modo que su mal humor lo contamina todo.


—El sol te puede hacer daño de verdad, sin que ni siquiera te des cuenta hasta que es demasiado tarde

Me pongo las gafas de sol y miro hacia otro sitio. Decir que lo que siento no son celos, es enmascarar la realidad.


de ninguna manera voy a poder dormir con esta sensación, que cada vez. Se hace mayor, en mi interior. Es buena y mala al mismo tiempo, como beber demasiado café de Starbucks. Excita y asusta, a la vez, como cuando esperas que una ola rompa sobre tu cabeza. Algo se avecina y no hago nada para impedirlo.


Siento que su mirada me absorbe, que pierdo mi resolución de ser una buena persona, una buena amiga.


Pero está mal, protesto en silencio, sabiendo que es demasiado tarde, que ya me he rendido. Hemos cruzado una línea juntos. Porque aunque ya nos hemos acostado, aquello no contó realmente. Estábamos bebidos, éramos insensatos. Nada había pasado de verdad hasta este beso de hoy. Nada que no pudiéramos encerrar en un armario, confundir con un sueño, quizá olvidar por completo.


Cuando era pequeña y quería darme una nueva oportunidad, contaba hasta tres en mi cabeza.


Eres una persona asombrosa y no sé de dónde vienen los sentimientos que me produces. Lo que sí sé es que estoy completa y absolutamente enamorado de ti y que querría congelar el tiempo para poder estar contigo constantemente y no tener que pensar en nada más.

¿Cómo puedo poner fin a algo que nunca había experimentado antes? ¿Algo que he estado esperando toda mi vida? Nadie antes me había hecho sentir así. ¿Y si nunca más lo vuelvo a encontrar? ¿Y si esto es lo de verdad?

Decía que pasarse la noche en vela era antinatural y comprendió que prefería dormir a ganar dinero. Así que cambió los trajes por un polar y se pasó los años siguientes viajando arriba y abajo por la Costa Oeste, tomando fotos de lagos y árboles y haciendo amigos en todas partes.


está dispuesto a dar marcha atrás y empezar de nuevo, sin inclinarse nunca ante las presiones de los demás o sus expectativas. Ojalá me pareciera más a él.


Supongo que esto es lo que pasa cuando no estás acostumbrada a tener secretos. No aprendes el arte de guardarlos.


—La niñita buena se ha tirado al novio de su amiga. Es pura comedia, de la mejor.


Sí, Darcy podía ser una buena amiga —por lo general lo era, pero también me había jodido en algunos momentos fundamentales de mi vida: el primer amor, el sueño de la universidad. No eran asuntos baladíes.


a veces, cuando conoces a alguien bien, no lo ves como es en realidad.


Eres adorable. Y sin embargo, no tienes ni idea, y eso es tu parte más adorable.


Le digo que parpadea menos que nadie que haya conocido nunca. Sonríe y dice que nunca ha perdido un combate de miradas.



Me digo que nada dura para siempre. En especial las cosas buenas.


Pienso en unos cuantos ejemplos de finales concretos, predeterminados. La universidad, por ejemplo. Sabía que me estaría allí durante cuatro años, que acumularía amigos, recuerdos y conocimientos y que todo llegaría a un brusco final en una fecha fijada. Sabía que ese día recogería mi diploma, metería mis pertenencias en un camión de mudanzas con destino a Indiana y la experiencia de Duke habría terminado. Un capítulo cerrado para siempre. Pero saberlo no me impedía divertirme, absorber toda la alegría de la experiencia.


Tal vez soy atractiva. Pero ni de lejos lo soy tanto como Darcy, con sus rasgos precisos, sus increíbles pómulos

ver pasar los números me paralizaba. Tenía demasiado que hacer, así que ¿para qué hacer nada en absoluto?

El mar es como un escenario gigante. Es natural que los demás miren, aunque sea solo un momento.


Me esfuerzo en no pensar sobre su piel suave y la sensación que me produce su contacto. No volveré a sentirlo. Me digo que no es el fin del mundo. Es mejor así.



El alcohol ha secado mi dolor, dejando solo resentimiento y rabia. Son emociones más fáciles de manejar, menos complicadas.



—Bueno, en todo caso... se acabó —digo, comprendiendo que estas dos palabras me meten en el mismo saco que un montón de mujeres ingenuas que dicen que se ha acabado, mientras rezan para que no sea verdad, buscando cualquier brizna de esperanza, insistiendo en que lo único que quieren es poner fin a la situación cuando lo que realmente quieren es una última conversación disfrazada de final, mientras actúan para mantener la puerta abierta y poder continuar.


Tengo problemas mayores que esta empresa y mi carrera como abogada. No, borremos la palabra «carrera». Las carreras son para la gente que quiere ascender. Yo solo quiero sobrevivir, cobrar mi salario. Es solo un trabajo.



Siempre es de sabios decir lo menos posible cuando eres culpable.


Es solo que parecías tan feliz con ella. Y yo me sentía tan... tan… —Me esfuerzo por encontrar la palabra justa—. Bueno, algo viejo, usado.


—El mundo no es tan blanco y negro. No hay absolutos morales.


—Nada es perfecto nunca —. Lo que cuenta es lo que tú haces


mujeres de los años cincuenta. Eligieron el dibujo de sus vajillas de porcelana antes de cumplir los veintidós años, se casaron con su primer novio, compraron casas de tres dormitorios a pocos kilómetros, si no manzanas, de sus padres y pusieron manos a la obra para formar una familia.


—Sí. Y yo me parezco muchísimo a CarrieBradshaw —respondo, con tono rotundo. Menos los fabulosos zapatos, el tipo increíble y una mejor amiga empática.


—Mira. En realidad, no me importa lo que piensen —afirmo, sabiendo que solo es verdad a medias. Solo me importa en la medida en que estoy de acuerdo. Y una parte de mí cree que tener treinta años y estar sola es triste.


mira la hora e insiste en que demos unas vueltas para perder unos minutos y llegar elegantemente tarde.


¿sabías que a principios de siglo, el rosa era para los niños y el azul para las niñas? Todas decimos que no lo sabíamos y yo me pregunto si se lo está inventando.


Es así como he vivido toda la vida. Evitando lamentar algo a cualquier precio. Ser buena, pase lo que pase. Buena estudiante. Buena hija. Buena amiga. Y sin embargo, comprendo de repente que lamentar algo es un arma de doble filo.


Cuando estamos en la cama, me pregunto: «¿Ella lo hace así? ¿Es mejor? A estas alturas siguen un guión o ella mantiene la novedad?».


También pienso en ella más tarde, cuando con frecuencia me siento avergonzada de mi cuerpo. Meto el estómago, me coloco bien los pechos, cuando él está de espaldas, y nunca me paseo por el piso desnuda.



mi miedo a infringir las reglas se ha apagado un tanto, igual que mi instinto de poner a Darcy por encima de mí misma.



Me gusta que no use la terminología Starbucks, saltándose la palabra «grande», en español, y pidiendo su café como un hombre de verdad debe hacerlo.


—Me gusta Nueva York así —digo, saboreando la espuma del café. Observamos un solitario taxi amarillo que se desliza por la Tercera Avenida—. Escucha... ni una bocina.


Pero cuando estoy contigo, no pienso en lo impropio de nuestra... relación. Estar contigo no me parece algo malo.


Procuro memorizar todo lo que rodea este momento. La mirada de sus ojos, el tacto de su piel. Incluso la manera en que la luz entra, inclinada, por las persianas. Es un momento más allá de la perfección, más allá de cualquier cosa que yo haya sentido antes. 


Sus palabras son como una aguja que raya un disco. Una sensación de hundimiento, de náusea, me invade. Por esta razón no debes nunca, jamás, dejar volar tus esperanzas. Por esta razón, debes ver el vaso medio vacío. Así cuando todo se vaya a paseo, no quedarás tan destrozada. Tengo ganas de echarme a llorar, pero mantengo la cara tranquila, me inyecto a mí misma un chute de Botox psicológico.


Tal vez sea así de endeble... el sino de tres personas pendiente de un hilo, como la cuna de la canción infantil. 


No hay mejor oyente para alguien enamorado que alguien enamorado.


—¿Qué? —pregunta con aire inocente—. Oh, por faaa-vor. No estaba flirteando.


No es que quisiera cambiar nada. Mereció la pena estar contigo. Te echo de menos. Te llamaré pronto.


La pobreza, el hambre... estas cosas te ayudan a pensar con más claridad.


Aquí estoy seis días después, haciendo de tercera en una cena romántica y besando al hombre equivocado, en una sala sin ventanas llena de humo de puros.


La paciencia es una virtud... A los que saben esperar les llega su recompensa... El tiempo todo lo cura.


Tienes que seguir con tu vida de una u otra manera. Este esperar sin hacer nada no es bueno para ti.


Si Darcy decide ponerse alguna de estas prendas antes de la boda —en particular un liguero de La Perla con medias de red— estoy muerta. A menos que solo estrene mi regalo, un camisón largo, de color marfil, con escote cerrado, algo que Caroline Ingalls podía haber llevado en La casa de la pradera. Proclama dulzura y una actitud sana, en contraste con otros regalos diminutos y voluptuosos que piden a voz en grito:


Tenía una mejor amiga. Había un seguridad tan grande en aquello, una sensación de identidad y pertenencia.


Me pregunto cómo hemos llegado a esto. Cómo podemos estar enamoradas de la misma persona. Cómo puedo estar saboteando el compromiso de mi mejor amiga. En los últimos segundos antes de quedarme dormida, desearía poder volver atrás y borrarlo todo, darles a aquellas niñas otra oportunidad.


No es extraño que resulte difícil dejarla. Es el tipo de mujer que te involucra, que mantiene tu atención. Atrae y cautiva, hasta cuando es irritante.


A la mayoría de hombres les gusta J. Lo, independientemente de cuál sea su tipo. Es como Brad Pitt para nosotras. Puede que no te gusten los hombres rubios con la cara bonita, pero, venga ya, es Brad. No vas a sacarlo de la cama a patadas porque coma galletas.


Sí, Darcy es una coqueta. Sí, vive siempre al borde del abismo. Sí, es egoísta. Y sí, adora la atención de los hombres. Si sumas todos estos atributos, tiene sentido. No debería sorprenderme que engañe a Dex.


—No puedo creerme que me haya pasado esto. Ya somos dos. Yo no puedo creerme que Darcy haya sido infiel a Dex con un tipo cualquiera. No puedo creerme que esté ayudando a Darcy a ocultar su aventura. ¿Es que todo el mundo es infiel cuando está a punto de casarse?


Ha sido un día horrible. —Lo entiendo. —¿De verdad lo entiendes? ¿Puedes imaginar lo que es que solo falten unas pocas semanas para hacer una promesa que se supone es para siempre?


—Para siempre es muchísimo tiempo —digo, con un toque de sarcasmo.


sé que quiero casarme, pero, a veces, no sé si podré vivir cuarenta años o el tiempo que sea, sin sentir nunca la emoción que da besar a alguien nuevo.


Me siento avergonzada de ser tan débil, pero luego pienso en todas las personas del mundo que han hecho cosas más patéticas en nombre del amor. 


Soy pasiva y débil, pero tengo algo de orgullo, aunque limitado.


—Por favor, dime que no eres una de esas mujeres. Sé de qué tipo de mujeres habla; de la mujer que mantiene una relación con un hombre casado durante años, confiando, incluso creyendo que, un día, él entrará en razón y dejará a su esposa. El momento está a la vuelta de la esquina. Si aguanta, al final no lo lamentará. Pero el tiempo pasa y los años solo crean nuevas excusas.


—¿Quieres un consejo? No lo quiero, pero digo que sí con la cabeza. —Tendrías que dejarlo. Ahora. Haz algo mientras aún puedas elegir. Cuanto más tiempo sigas así, peor te sentirás


¿Por qué no eres más decidida en algo tan significativo y tan importante?


Miro hacia abajo, a Park Avenue, y observo a la gente que sigue con su vida cotidiana. ¿Cuántas personas se sienten desesperadas, eufóricas o simplemente muertas por dentro? Me pregunto si alguna de ellas está a punto de perder algo enorme. Si ya lo han perdido.

En resumen, no tengo fe de verdad en mi propia felicidad. Y luego está Darcy. Es una mujer que cree que las cosas tienen que caerle del cielo y, en consecuencia, lo hacen. Siempre ha sido así. Gana porque está segura de ganar. Yo no espero conseguir lo que quiero y por eso no lo consigo. Y ni siquiera lo intento.


—Estoy harta de emociones enfrentadas. De ese interminable ciclo de esperanza, culpa y resentimiento. Estoy harta de preguntarme qué pasará con nosotros. Estoy harta de esperarte. 

Me quedo con la mirada clavada en la puerta. Quiero llorar, para que algo llene este espantoso vacío, pero no puedo. El silencio es un clamor mientras pienso en qué hacer a continuación.

No seas estúpida. Es solo un pequeño desengaño. Lo superarás. Pienso en todos los corazones que se están rompiendo en este momento, en Manhattan, en todo el mundo. En todo ese dolor abrumador. Hace que me sienta un poco menos sola pensar en que hay otras personas que se están desgarrando por dentro.


Me digo que solo fue un idilio de verano. Que no estaba hecho para durar más allá de agosto.


En las próximas horas, estaré demasiado ocupada atiborrándome de toda la tristeza que pueda.


Aunque vivo en Manhattan, me intimidan las grandes ciudades, en especial las de otros países.


—¿Adonde vamos? —A mi pub del barrio. A emborracharte a conciencia. Confía en mí. Te irá bien. —¡Son las once de la mañana! —exclamo, riendo ante su exuberancia.

Todo el asunto era muy transparente... Sabes, para ser una mujer inteligente puedes ser bastante obtusa.

Tampoco consigo decidir si es muy bonita o solo tiene un aspecto extraño.


Es difícil engañarse así a una misma.


Me digo que me gusta (quiero decir, adoro) este juego. Ser extremista. Tajante. Todo o nada.


Recuerdo que mi madre me dijo en una ocasión que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Sabía de qué hablaba. Mi meta es llegar a sentirme indiferente hacia Dex.


Las canciones y los olores te devuelven a un momento en el tiempo más que ninguna otra cosa. Es asombroso cuánto se puede evocar con unas pocas notas de una canción o el aroma único en una habitación. Una canción a la que ni siquiera prestaste atención entonces, un lugar que ni siquiera sabías que tuviera un olor especial.


Algún día, estar con Dex será un recuerdo lejano. Esto también me pone triste. Es como cuando alguien muere, las etapas iniciales del dolor parecen ser las peores. Pero, en cierto sentido, es más triste según pasa el tiempo y consideras lo mucho que se han perdido de tu vida. Del mundo.


El tiempo sana todas las heridas, en especial si embutes un montón de cosas en ese tiempo.


Tal vez, lo que hay que hacer después de lanzar los dados —y perder— es sencillamente cogerlos y lanzarlos de nuevo.


Tal vez mi aventura con Dex fuera debida a rebelarme contra mis propias elecciones, siempre seguras, contra Darcy y contra años de sentir mis fallos. Me inquieta la idea, porque no te gusta pensar que eres esclava de este tipo de impulsos subliminales. Pero, al mismo tiempo, la idea me consuela.


Antes o después es mejor que hoy.


Me digo que cuando estás enamorada, a veces tienes que tragarte el orgullo y, a veces, tienes que luchar para conservarlo. Es un equilibrio.



—Sí. A paseo con esa teoría de que los opuestos se atraen.


estoy aprendiendo que la perfección no es lo que importa. De hecho, es precisamente lo que te puede destruir, si se lo permites.


Me inundan la paz y el sosiego mientras observo que no siento nada malo: no estoy celosa, no estoy preocupada, no estoy asustada, no me siento sola.



reconozco que lo que siento bien podría ser la auténtica felicidad. Incluso el júbilo. Durante los últimos días, cuando he notado el principio de esta emoción llenándome el corazón, me ha pasado por la cabeza que la llave de la felicidad no había que encontrarla en un hombre. Que una mujer fuerte e independiente debería sentirse realizada y completa por sí misma. Es posible que sea verdad.


Me siento más yo misma con él que sin él. Puede que eso es lo que hace el verdadero amor.


su sensibilidad, su valor. Lo quiero totalmente, incondicionalmente y sin reservas. Lo quiero lo suficiente como para arriesgarme. Lo quiero lo suficiente como para sacrificar una amistad. Lo quiero lo suficiente como para aceptar mi propia felicidad y usarla, a mi vez, para hacerlo feliz.


estoy feliz, pero con un asomo de nostalgia, pensando en todo lo que he compartido con Darcy. Hasta ahora, nuestras vidas han estado tan entrelazadas; ha sido mi marco de referencia para tantos acontecimientos. Tocar el tambor en el desfile del bicentenario. Atar cintas amarillas alrededor del árbol de mi jardín durante la crisis de los rehenes. Ver cómo el Challenger caía del cielo, cómo derrumbaban el muro de Berlín, cómo se disolvía la Unión Soviética. Enterarme de la muerte de la princesa Diana, del sino de John F. Kennedy Jr. Llorar después del 11 de septiembre. Todo con Darcy a mi lado. Y luego está nuestra historia personal. Recuerdos que solo nosotras compartimos. Cosas que nadie más comprendería nunca.



Cuando tienes una relación, eres consciente de que se puede acabar. Puede que os distanciéis, conozcáis a otro o simplemente que dejéis de estar enamorados. Pero una amistad no es un juego de suma cero y, como tal, das por sentado que durará para siempre, en especial si es una vieja amistad. Das por sentada su permanencia; quizá sea por eso por lo que es tan valiosa.


¿Me echa también de menos? ¿Volveremos a ser amigas alguna vez y quedaremos, a título de ensayo, para almorzar o tomar un café, para ir reconstruyendo nuestra relación poquito a poco? Es posible que ella y yo nos lleguemos a reírnos de este verano demencial, cuando una de las dos todavía tenía veintitantos.


Paso las manos por el vaso, maravillándome por cuántas cosas han cambiado en tan poco tiempo. De lo mucho que yo he cambiado. Era alguien que quería contentar a sus padres, una amiga cumplidora. Tomaba decisiones seguras y cuidadosas y confiaba en que las cosas encajaran en su sitio, sin yo hacer nada.


Pero he aprendido que eres tú quien forja tu propia felicidad, que una parte de ir a por lo que quieres significa perder otras cosas. Y cuando las apuestas son altas, las pérdidas también pueden ser igualmente altas.

Se me ocurre que esta noche es un final y un principio. Pero, por una vez, los abrazo los dos. La última línea de Thunder Road llena el bar: And I'mpullingout of heretowin.


                                                                   Puntuación:  4 / 5  


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