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Siempre hay algo aún más malo...

Llevo Dos Meses de práctica en un programa farandulero, aunque hay quienes insisten en decir que es un programa de "cultura y espectáculos".
Nunca me llamó la atención la farándula, ni siquiera por entretención. Para mi no era tema. sin embargo, cuando llegué al programa, mi visión sobre los programas de este tipo cambió y hasta lo encontré entretenido. Es más, comencé a leer diarios relacionados y empecé a interesarme por todo tipo de pelambres. Además, es una posición sumamente favorable para alguien como yo, que le cuesta recordar nombres y caras y leyes y casos de corrupción. Era una pega entretenida, y más simple que el resto.
Lo mejor de todo es que, al parecer, estaba haciendo bien las cosas. Recibí buenas críticas y aparecí en la lista de los nominados para ir a Festival de Viña, donde tuve una participación periodística paupérrima, que se limitó a conseguir imágenes de Tom Jones llegando al hotel y un fugaz "feliz, feliz", de Ricky Martin.
Cuando volví a mi ciudad natal, Santiago, descubrí que me tocaba turno de fin de semana. No me molestó, porque en dos meses de práctica nunca había tenido que sacrificar un finde, para quedarme en la capital cuando mis papas se iban a la playa. Además me tenía que quedar sóla en mi casa, lo cual me agrada bastante.
El primer día de turno fue muy relajado, porque mi compañera cubrió casi todo el día y yo sólo alcancé a estar 20 minutos esperando a la víctima, que en este caso era Roberto Dueñas.
El segundo día parecía tranquilo. 11:30 a.m yo dormía tranquilamente. La noche anterior me desbandé carreteando. Más que mal, estaba sola en mi casa. El punto es que sonó mi telefono y al otro lado de la línea me dicen: "Murió Paola Oportus, la bailarina de Mekano". Sí, era esa que tenía un tumor cerebral.
Debo reconocer que la noticia me impactó un poco, porque cuando tenía 18 y estaba de moda el axe, yo veía Mekano. Cachaba un poco la historia de esta niña.
Me fui corriendo al canal para juntarme con el cámara que me iba a acompañar. Partimos a Rancagua y luego de algunas averiguaciones logramos dar con el paradero del cuerpo de Paola, y toda su familia. Era una iglesia evangelica.
Obviamente ahí estaban todos sus amigos del mundillo del espectáculo, con cara de no entender nada. Pero no faltó la polilla que quería prensa. Y en este caso era nada más ni nada menos que ....Nelson Mauricio Pacheco. Tantas eran sus ganas de aparecer en cualquier programa farandulero que hasta dió una charla médica sobre la terrible enfermedad de Paola.
Tampoco faltó la que lloraba desconsoladamente, con gritos y todo... pero que no hizo nada por ir a desahogar su angustia lejos de las cámaras. Me refiero a Nicole Pérez, mas conocida como "La Doctora Cahuín".
Y bueno, el punto de todo este relato radica en que yo figuraba entre todas esas personas, que me miraban con cara de "sal de aquí desubicada"... y lo peor de todo es que toda mi vida critiqué a los periodistas que iban a los funerales o que ante una tragedia preguntaban: "Señora, cómo se siente?".Por supuesto no pregunté ¿Cómo te sientes?, pero mis frases interrogativas andaban bastante cerca de eso. Esta vez me tocó estar del otro lado y puta que es charcha!!!!!! Me sentí avergonzada.
Pero por suerte siempre hay un caso peor que el de uno. Se trataba de César, un periodista de la que en ese entonces era mi competencia, a quien conocí en distintos plantones. A mi me dijeron anda al funeral y ve si alguien te habla. A mi compañero reportero le dijeron "Anda a sacarle una cuña a los papás"... es el precio de la farándula.



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