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Nada fino

Un cuestionado ex comisario será la máxima autoridad de la policía porteña

A sólo cuatro días de las elecciones, Mauricio Macri no tuvo empacho alguno en ratificar como jefe de la futura Policía Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires a Jorge Fino Palacios, un ex comisario de la Policía Federal exonerado por el ex presidente Néstor Kirchner en 2004 tras haberse comprobado su relación con el reducidor de autos Jorge Sagorsky, quien fue acusado de participar en el secuestro y asesinato de Axel Blumberg.
“Es el policía más condecorado en los últimos 20 años de la Policía Federal, un hombre absolutamente honesto, capaz, que va a velar por la vida de todos los porteños”, sostenía Macri al argumentar la designación de Palacios al frente de la nueva fuerza de seguridad, que dependerá del gobierno porteño. Incluso mentó la destacada labor del ex comisario en la resolución de su propio secuestro y el de su hermana Florencia, además de afirmar que le confía la vida de sus hijos. Así, Macri recurre nuevamente al pragmatismo de lo privado como impronta para el ejercicio de la función pública, obviando reparar en los oscuros antecedentes de Palacios, quien fue premiado en primera instancia con la dirección de la seguridad del club Boca Juniors, durante la gestión Macri.
La comunidad judía en pleno, pese a las divisiones que existen entre diversas organizaciones surgidas tras el atentado contra la sede de la AMIA, repudió de forma unánime el nombramiento del hombre preferido de Macri en cuestiones de seguridad, designación que vuelve a ocupar un importante lugar en los medios, en coincidencia con el decimoquinto aniversario del ataque contra la mutual judía.

Un fino prontuario
Flacos favores le hace la talla de sus amistades a Palacios. En una escucha telefónica que tomó estado público reconoce ser amigo de Carlos Gallone, condenado a prisión perpetua por la “masacre de Fátima”, una localidad distante 60 kilómetros de Buenos Aires, en la que fueron dinamitados unos 30 secuestrados por la última dictadura militar en represalia por la voladura, realizada por Montoneros, de las dependencias de “coordinación federal”, la temible repartición de la Policía Federal durante el imperio del terrorismo de Estado. Gallone resultó ser el vínculo entre Palacios y Sagorsky, acusado de participar en el secuestro extorsivo seguido de muerte de Axel Blumberg, hijo del posteriormente mediático Juan Carlos Blumberg, quien, paradójicamente, llegó a la política de la mano de ex represores y defensores del “gatillo fácil”.
La serie de episodios que enturbian el currículum de Palacios continúa en 1994, cuando estaba a cargo de la investigación en la causa AMIA. Siendo fiscal de ésta, Alberto Nisman pidió su procesamiento por “encubrimiento”, al hacerse evidentes los obstáculos que Palacios ponía para seguir la “pista siria”: una línea de investigación que hubiese llegado hasta los entonces titulares de la Secretaría de Inteligencia del Estado y del Ministerio del Interior, Hugo Anzorreguy y Carlos Corach, respectivamente, e incluso al mismísimo presidente Carlos Menem. Puntualmente, Palacios habría avisado al ciudadano sirio-argentino Alberto Kanoore Edul que su domicilio sería allanado horas después del atentado contra la mutual israelita.
El 20 de diciembre de 2001, Palacios debía tomar un vuelo a Ciudad del Este, Paraguay, pero decidió cancelar el viaje ante los hechos que se estaban produciendo en Plaza de Mayo y sus
alrededores durante las últimas horas de Fernando de la Rúa como presidente. Estando fuera de servicio y sin tener injerencia alguna en los hechos, Palacios resuelve presentarse por “mandato moral”. La jueza que tuvo a su cargo la causa de los homicidios ocurridos aquel día, María Servini de Cubría, lo procesó por “homicidio imprudente” contra cinco manifestantes y le impuso un embargo millonario. Pero Palacios terminó esquivando el bulto gracias a una benévola interpretación del Código Penal por parte del magistrado sucesor de la renunciante jueza.

Manteniendo relaciones
El elenco oficialista porteño estrechó filas en la defensa del Fino Palacios, pero quien tuvo que dar la cara por el gobierno porteño, además de Macri, fue el ministro de Justicia y Seguridad de la ciudad, Guillermo Montenegro, para lo que recurrió al mismo discurso de su jefe: “Es una muy buena incorporación. Lo distinguen su ética y sus principios morales, y es bueno para la ciudad que asuma este cargo”.
La insostenible defensa del flamante funcionario tiene sus trasfondos políticos, ya que Palacios es un hombre muy respetado en las filas de la Policía Federal Argentina y, llegado el caso, podría jugar un papel de cierta relevancia en el enfrentamiento que el macrismo tiene con la Casa Rosada.

La Diaria, Montevideo - Uruguay, 15 de julio de 2009.


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