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Entre Cleto y Magnetto

La oposición argentina no peronista se alinea detrás de Cobos, mientras que el oficialismo reitera que existe una conspiración liderada por el grupo Clarín

País raro la Argentina de los últimos tiempos, políticamente hablando. Aunque llegó para acompañar el proyecto de gobierno, el vicepresidente -quien fue expulsado de su partido tras aliarse al Kirchnerismo, para luego ser readmitido con honores- es hoy la principal figura opositora con proyecciones de presidenciable. Acaso sea una oportunidad inmejorable para que la Unión Cívica Radical (UCR) llegue con ciertas posibilidades a las elecciones de 2011. Es que Julio Cobos asoma un poco más entre el resto de los dirigentes de una oposición bastante fragmentada y, cama adentro, se ha convertido en el más molesto obstáculo para el oficialismo.
Lanzado a manejar los tiempos de un Parlamento que devino actor casi excluyente del último año y medio de la vida política del país, el ex gobernador de Mendoza es plenamente consciente de que éste es su momento. En torno a él, el arco opositor no peronista ocupa cada espacio que se le presenta, por más pequeño que sea, aunque a veces tropieza de una manera infantil en su desesperada carrera para consolidarse como fuerza con posibilidades de disputarle el gobierno al peronismo. La UCR, la Coalición Cívica y Propuesta Republicana (Pro) recorren los ámbitos parlamentarios y judiciales a la hora de disparar con munición pesada contra el kirchnerismo, buscando llevar agua a sus propios molinos y a la vez diferenciarse (aunque sea un poco) de sus ocasionales socios del peronismo disidente.
El ala dura del justicialismo enfrentada al kirchnerismo conforma, junto con otros sectores no peronistas, lo que ahora varios analistas coinciden en denominar la “restauración conservadora”: una vuelta al reciente pasado neoliberal de los años 90 con las características de las épocas que corren, impulsada por el peronismo ortodoxo y Pro, cuyo principal nexo es el hoy poco visible Francisco de Narváez. Pero esta sociedad tendrá un final necesario a la hora de disputarse al electorado de derecha, puesto que el líder de Pro, Mauricio Macri, pese a la seguidilla de escándalos que lo ha acompañado, decidió sumarse a la carrera por la Casa Rosada.
Eduardo Duhalde -que se está “organizando para echar a Kirchner de la provincia” (de Buenos Aires)- vendría a ser la figura preferida del establishment: el gran agente no político en el que se encuentran el conglomerado agroganadero e industrial y un gran sector de la prensa institucionalizada que marca la agenda política. Dados los intereses económicos que tienen en juego, hasta el momento no han dudado en actuar a modo de fuerza política en su enfrentamiento con el oficialismo.

Sólo al contraataque
El kirchnerismo ha dado muestras de capacidad de reacción y recuperación aun en los escenarios más adversos y con los peores pronósticos. Hoy es el propio Néstor Kirchner el que sale a ponerle el pecho a este verano particularmente caliente. Antes reacio a conceder entrevistas, el domingo Página 12 publicó una, en la que poco le quedó en el tintero. Según él, los dirigentes de la oposición son “una máquina de impedir”, Julio Cobos “juega con las instituciones cumpliendo funciones que no le competen” y Martín Redrado (el exonerado presidente del Banco Central) es “un instrumento, un empleado de intereses” que “sirvió al proyecto neoliberal y al Consenso de Washington”. Redrado había sido propuesto al cargo por la presidenta Cristina Fernández, con acuerdo del Senado. Según Kirchner, el funcionario desplazado se habría reunido con Héctor Magnetto, el CEO (presidente ejecutivo) del grupo Clarín, antes de que la presidenta lo eyectara de su cargo y se desatara la nueva contienda político-judicial. Pero especialmente habló de una conspiración comandada por el multimedio Clarín y, sin dar mayores detalles, señaló que “los argentinos van a ir tomando conciencia del daño que están haciendo”.
Con más confirmaciones que sorpresas (tal vez el caso Redrado sea el único episodio inesperado), se van cerrando las filas camino a las elecciones presidenciales de 2011. Habrá que prestar atención a cómo decanta la oposición no peronista ante el fenómeno Cobos y, por otra parte, seguir de cerca la inminente guerra que se desatará en el seno del justicialismo considerando que
las elecciones internas hoy por ley, y antes como excepción coyuntural, dirimirán el liderazgo de la principal fuerza política del país. ■

Nota publicada en la diaria, Montevideo - Uruguay, el 13 de enero de 2010.




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