Hace unos años, cada vez que un montañero se perdía, no encontraba razones suficientes para entenderlo. No respetaban ni la nieve ni el viento, estaban con el “mono” de seguir ascendiendo, arriesgando su vida, y manteniendo en vilo a quienes los esperaban de vuelta. Ahora, desde otra dimensión, entiendo y comparto sus logros, que sobrepasan con creces cualquier esfuerzo nuestro.A finales de mayo