Entre una conversación del viernes y otra de esta mañana, está mi vena yugular a punto de explotar. Dos asesoras a dedo en los centros de formación de profesorado de mi Comunidad. Una por ser “mujer de” y otra por ser “amiga de”. Y esto, por Desgracia, no deja de ser la tónica habitual tras cierto modelo de asesores que, más allá de por su valía profesional, llegan a determinados lugares por motivos que tienen mucho de personal.

Es, por desgracia, algo demasiado habitual. Solo hace falta recorrer el listado de los formadores en determinadas Cosas y comprobar que, de forma muy curiosa, el mismo formador, amigo de, normalmente es el encargado de formar tanto, acerca de la última herramienta informática, como de la reproducción de los bivalvos. Dedicad un tiempo a leer los nombres de los formadores en Ciertas Cosas. Haced un listado en vuestra hoja de cálculo favorita y realizad unos números rápidos. Además, si tenéis tiempo, al igual que en las películas policiacas, haced un mapa con las relaciones entre esos formadores y los que les contratan. Lo sé. Las líneas marcan demasiadas casualidades.

La verdad es que me sorprende todavía tanta desfachatez en ciertas cosas. Me sorprende que se decida que forme en, por ejemplo, neuroeducación, un maestro que también forma en reiki y constelaciones familiares y no lo haga un psicólogo o un neurocientífico. Lo sé. Seguro que algunos dirán que mejor que les forme en el uso de Microsoft el amigo que ha aprendido toqueteando que un informático que lleva años de experiencia en una partner de Microsoft. Pero esto no debería ser así.

Cuando asesoran negados o mediocres, cuya única habilidad es tener una cuenta en las redes sociales afín al gobierno de turno, un amigo entre los que decide qué cursos de formación deben darse o, simplemente, se está cepillando al que selecciona a determinados asesores, tenemos un problema. Un problema de ética y de estética pero, lo que es más importante… un problema de calidad. Calidad que solo puede darse por parte de personas que sepan y sepan gestionar. Calidad que solo puede darse por parte de personas que se seleccionen por sus méritos y habilidades.

Hay gente muy válida que da formación. Hay asesores muy válidos. El problema es que, por desgracia, al igual que sucede en otros ámbitos, en educación se están premiando más cosas que poco tienen que ver con saber de algo y más con ser algo. Y así nos va.

No me hagáis mucho caso. Es lunes. Estoy cansado. Y, por desgracia, cada vez me gusta menos lo que estoy viendo en ciertos aspectos de mi profesión.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.