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Buenrollismo docente

Qué ganas tienen Algunos de imponer por decreto el Buenrollismo en las redes educativas. No entiendo esa necesidad de convertir de nuevo lo que eran las redes en algo, que nada tiene que ver con lo de antaño, como lo que se plantea. Han cambiado muchas cosas y, aunque algunos miremos con nostalgia al pasado, no debemos obviar que hay actualmente intereses muy poco educativos en ciertas cuestiones que afectan a nuestro ámbito profesional. Bueno, ya si eso hablamos de todos aquellos docentes que se autodenominan innovadores que, por lo visto, tienen ganas de ser más papistas que el Papa. O, quizás sea más adecuado decir que tienen ganas de ser más totalitarios que algunos dictadores. Y no es algo que no huela, hieda y cause desazón. Resulta curioso, además, que ese buenrollismo deba darse solo entre quienes critican ciertas prácticas metodológicas, espectáculos o injerencias de determinados actores, cuyo interés es más económico y de control que otra cosa.

Fuente: Néstor Alonso

Ahora va a resultar que uno tiene que ser respetuoso con el ABP, el Flipped Classroom o con aquellos que piden la quema de los libros de texto. Reconozco que a mí no me gustan los libros de texto pero, por suerte, tengo claro que tienen sus defensores y que tienen el mismo derecho que yo a defender su uso. Y asociar por defecto un mal docente con aquel que usa como apoyo los libros de texto es un error. Algo que hacen habitualmente algunos de esos que, curiosamente, pretenden que todos les respeten. El respeto se gana respetando a los demás. Reconvertir la educación en ciertas cosas es una falta de respeto a los alumnos. Eso es algo que debe denunciarse en voz alta. No es cuestión de ser políticamente correcto. La educación no mejora con debates azucarados. A veces conviene sacar un poco las garras. No es malo. Lo malo sería que, al final, ese debate fuera estéril porque una de las partes se considera como única con derecho a la crítica.

Ayer me pasaron un audio de un director en el que criticaba a sus compañeros de Claustro. Pidiendo, por favor, que le permitieran elegir a sus docentes y echar a la calle a aquellos que no compartieran su maná metodológico (en este caso el ABP). Que lo de tener una metodología poco innovadora no debía permitirse en su centro (público, por cierto) y que le gustaría que fuera la gestión como un centro privado para echar a los críticos. Supongo que esto es buenrollismo educativo permisible. Creo que lo de la democracia en los centros se la quieren cargar algunos. Eso sí, siempre con el aval de ser ungidos por la verdad absoluta en cuanto a praxis educativa. Sinceramente, da miedo. Da miedo porque, al final, son este tipo de personajes los que piden ese buenrollismo para los demás. Que les respeten. Pues va a ser que no. No voy a respetar a nadie que pretenda imponer sus ideas. Menos aún cuando esa imposición va asociada a mesianismos sectarios preocupantes.

El buenrollismo docente es una utopía interesada. Lo verdaderamente interesante son las redes democráticas en las que cada uno pueda expresar y debatir sus ideas. Claro que, en ocasiones, defender determinadas cosas va a ir en contra del pensamiento de otros e, incluso, en ocasiones el debate puede subir de tono. Eso sí, dejadme el debate porque, de los buenistas, ya me libro yo. Y no tiene nada que ver lo anterior con la destrucción per se y sí con la crítica que, por lo visto, solo vale para algunos.

Por cierto, le estoy tomando gustillo a eso de los vídeos y ayer, por desgracia para vosotros (aunque podéis hacer lo mismo que en las redes o con el blog, que es pasar de verlos), publiqué uno muy relacionado con esto que os he escrito hoy. No juzguéis por la calidad porque me falta mucho rodaje en el asunto. Bueno, tampoco voy a hacerlo porque creo que lo que importa en un vídeo es lo que se dice y no cómo se dice. Lo mismo que en las redes 😉

Finalmente, me gustaría comentar que a mí me da igual que mis compañeros usen Flipped o, simplemente, se inventen algo y lo llamen ABP o gamifiquen ciertas cosas. Eso no significa que no pueda criticarlo. Otra cuestión es plantear que, por usar una determinada metodología, uno debiera ser expulsado de la profesión. Algo que plantean alguno de esos talibanes que se nos han colado últimamente y que, curiosamente, son los mismos que usan esas metodologías. Nada, casualidades.

He ido cambiando mi perspectiva sobre el tema en estos últimos años. Quizás sea que me he hecho mayor o que, por desgracia, cada vez haya más cuestiones que me chirrían.


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