Salió rápidamente del cañón del revolver, dejando a su paso fuego, humo y un aroma a pólvora quemada.
Entró en línea recta a la cabeza de aquel cuerpo desconocido. Atravesó una fina pared de carne, luego el cráneo y finalmente llegó al cerebro. Se impresionó de lo que vio, era como un cine donde se proyectaban miles de imágenes y recuerdos.
Comenzó su Trabajo. Una por una iba quebrando esas pantallas dejándolas convertidas en astillas. Dio vueltas por cada rincón, borrando y eliminando todo indicio de vida.
Mientras esto sucedía, todo fue reduciéndose a la nada. La Bala completó su trabajo y volvió a dormirse. Su trabajo había terminado.