El pánico es un reflejo de huida contagioso. Cualquier persona, por más controlada que sea, puede sucumbir al contagio del pánico. Aun cuando vuelvan a establecerse inmediatamente actitudes mentales racionales, siguen operando las Reacciones físicas de defensa contra el temor. En tales circunstancias, nadie escapa a las reacciones psicosomáticas del temor.

A menudo comprobamos las mismas reacciones contagiosas de pánico en los animales y en los hombres. Una estampida suscita arcaicas reacciones de pánico en el hombre, y muchos caballos bien adiestrados son arrastrados si una manada empieza a correr (…):

El miedo causado por el pánico es contagiosos hasta cuando no hay una razón objetiva para él, cuando no existe ningún peligro. La expresión de pánico de un individuo es interpretada por la masa como un signo de un peligro amenazante (…), la persona presa del pánico causa más temor que el mimo peligro.

(…) El mismo caos de la guerra es como un enorme pánico de las naciones; no la recta inteligencia, sino el temor y la amenaza son empleados para resolver problemas. Los más pacíficos seres humanos son repentinamente transformados en los patriotas más agresivos por los sentimientos de pánico ocasionados por la guerra.

Tomado de:

Merloo, Joost A. M. (1964). Psicología del pánico. Horme, psicología de hoy. Buenos Aires. Pp: 20-21.