
Y el final:
Sansal, que sigue viviendo en Argelia, se despide con el reproche a Occidente de un cierto síndrome de Estocolmo frente al islamismo. «Hay un macartismo en marcha. Nos sentimos ofendidos por todo. Es como una vuelta de la religión, sólo que esta vez sostenida por los progresistas. Todo es blasfemia, pecado, ofensa. ¿Por qué no tengo yo derecho a criticar el islam? ¿Por qué no tengo derecho a ser islamófobo».
Buen artículo.