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El profesor quemado

Artículo publicado originalmente en www.MisDinamicas.com
El profesor quemado

En los últimos años vemos como son cada vez más habituales los estrés crónico, depresión u otro tipo de enfermedades psicosomáticas que aparecen entre el colectivo docente. Es lo que se conoce como síndrome burnout, o del profesor quemado.

Los primeros síntomas del síndrome del profesor quemado

Intranquilidad, tensión y cansancio son algunos de los primeros síntomas que pueden desembocar en estrés, insomnio y depresión. Como puedes ver estas patologías las hemos podido padecer todos alguna vez como consecuencia de nuestro trabajo. Sin embargo, estos síntomas cada vez son más comunes entre el colectivo docente, de forma que llegan a convertirse en enfermedades crónicas. Es lo que conocemos como síndrome burnout, o del profesor quemado, y que aumenta la demanda de servicios de psicología en el colectivo docente.

Esta enfermedad desde luego está contribuyendo a romper con el tópico de que la profesión docente es un paraíso. Todos hemos podido asistir, e incluso protagonizar, conversaciones en las que se alude a las extensas vacaciones de «los maestros» y a sus múltiples privilegios, muchos de ellos solo imaginados por los tertulianos de barra de bar. La mayor parte de los docentes dedica el mes de julio a completar su formación, por lo que esa percepción de las eternas vacaciones es totalmente errónea. Además agrava el problema del profesor que está afectado por el síndrome al no sentir una solidaridad por parte del resto de la sociedad.

Características burnout

  • Ignora a sus alumnos: El docente entra en clase y empieza a dar el temario como si no hubiese alumnos. No los manda callar, no les hace caso. Él da la materia sin importarle si le están escuchando o no. Cuando finaliza la clase, se va.
  • Castiga poniendo deberes: Como es incapaz de gestionar todo el estrés que tiene encima y está muy enfadado, si los alumnos no se callan, interrumpen, no le hacen caso o se dedican a otra asignatura en su clase, les castigará poniéndoles una cantidad excesiva de deberes.
  • Huye de la clase: El exceso de ansiedad y estrés puede hacer que el profesor se vaya de clase en cualquier momento, incapaz de gestionar lo que está sintiendo. La mayoría de las veces acompaña esto de un portazo.
  • Grita a los alumnos: La desesperación que siente hace que grite y que muestre, claramente, que se encuentra desbordado por las circunstancias. Esto consigue que el alumnado le pierda el respeto.

Algunas causas

El progresivo aumento en las aulas de la llamada conflictividad de baja intensidad es una de las causas principales del síndrome. Hablamos de agresiones verbales, desprecios e insultos, en lugar de las agresiones físicas. Esto es algo de lo que ya se hablaba en el informe del Defensor del Pueblo Violencia Escolar: el maltrato entre iguales en la Enseñanza Secundaria Obligatoria 1999-2006 . Ya en esos primeros años del siglo XXI se muestra un número escalofriante de centros donde hay docentes afectados por maltrato de alumnos.

Según dicho informe, las agresiones de estudiantes a docentes son “mucho más frecuentes de lo que correspondería a una institución educativa”. Sin embargo, el informe dice: “No obstante, las agresiones físicas hacia los docentes son muy poco habituales, lo que contrasta con la gran alarma social que, como es lógico, generan”. Además, casi la mitad de los alumnos admite observar a veces que algunos compañeros se meten con el profesorado, mientras que un 18,1% dice observarlo en muchos casos.

Maneras de evitar el síndrome de profesor quemado

Para evitar, o al menos reducir este síndrome, es necesario que el docente sea consciente de lo que está pasando y tenga verdadero interés en cambiarlo. Debe quedar claro que la culpa no es del alumnado. Más bien puede ser prevenido con un cambio de perspectiva y nuevas formas de actitud.

El alumnado puede leer la teoría en su casa. Lo que necesita es que en clase se realicen ejercicios y no dormirse con las explicaciones del profesor o la lectura de la materia. Por lo tanto, la asignatura debe ser enfocada de una manera práctica.

Así los alumnos estarán más entretenidos haciendo los ejercicios, se distraerán menos y si están hablando entre ellos es para hacer algo productivo, no por mera pérdida de tiempo. Esto también ayuda al profesor, que tendrá mucho menos estrés encima y empezará a sentirse mejor.

Poner el foco en que los alumnos aprendan

Es habitual no dar todo el temario. Por eso, antes de intentar condensarlo y darlo rápido, probemos a hacer lo anterior y ser más prácticos. Nos daremos cuenta de que la teoría transformada en práctica fluye y se entiende mucho mejor.

Además el profesor debe enfocarse en sus alumnos, atendiendo a sus necesidades, resolviendo sus dudas… Sería positivo que pudiese realizar tutorías por si hay preguntas que necesitan más tiempo para ser resueltas. Así no se consumen las horas de clase. Estos consejos pueden ayudar a un profesor a recuperar ese placer por su trabajo que creía haber perdido. Esto también aumentará su autoestima, le ayudará a sentirse mucho mejor y más realizado.

Y hasta aquí llega el artículo que hoy hemos dedicado (de una forma muy somera) al síndrome del profesor quemado, ya puedes seguir leyendo nuestro blog de dinamizadores, docentes, dinámicas de grupo y actividades chulas.

La entrada El profesor quemado se publicó primero en Actividades Chulas.



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