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Cincuenta años en el futuro

Las leyendas infantiles cortas han echado mano de la ciencia ficción, para incluir elementos encaminados hacia la reflexión.

Sin más preámbulos, les contaré lo que le ocurrió a un niño, mientras visitaba una feria estatal. En el lugar había atracciones mecánicas, juegos de lotería, espectáculos con delfines y una zona donde estaban los magos y los hechiceros.

A Moisés (el chico de nuestra historia) le gustaban mucho los nigromantes, pues provenía de una familia de grandes prestidigitadores. A pesar de que admiraba a sus padres, el niño sentía que tenía demasiadas obligaciones que cumplir.

Por ejemplo, al ser el mayor de tres hermanos, debía procurar que a los más pequeños no les pasara nada. Además, como le habían puesto el nombre de su bisabuelo (el brujo con más renombre de toda su estirpe), esperaban que superara rápidamente sus hazañas.

Desde que tenía cuatro años, Moisés practicaba pequeños trucos de magia durante horas y horas, hasta que sus actos de ilusionismo salían perfectos. Caminando por entre los distintos puestos de la feria, dio con uno pequeño que decía:

“Entren a la máquina del tiempo y viajen a la época que ustedes deseen”.

– ¿Cuánto cuesta el boleto señor?

– Sólo cincuenta centavos.

El niño sacó de su bolsillo una moneda y entró rápidamente hasta que se topó con una esfera de cristal que tenía pegadas unas palancas de colores.

– Indícale a la máquina cuantos años te gustaría viajar al futuro o al pasado, tú decides. Mencionó el dueño de la atracción.

Moisés marcó 25 años hacia adelante y una serie de chispas envolvió su cuerpo. Luego de eso se escuchó un fuerte sonido y el niño (ahora convertido en un adulto) abrió los ojos.

El lugar estaba absolutamente cambiado, de las casas y edificios circundantes no quedaba nada. Fue a su casa y se percató de que su familia vivía prácticamente en la pobreza.

Se aproximó a su madre sin decirle quién era y le preguntó:

– Señora ¿dónde puedo encontrar a su marido?

– Lo desconozco señor. Hace más de 20 años mi esposo ha estado buscando a nuestro hijo mayor y no he vuelto a saber de ninguno de ellos desde entonces.

– ¿Cómo pasó eso señora?

– Fuimos a una feria y mi hijo escapó.

Al escuchar eso, Moisés cerró los ojos y gritó: “Quiero regresar”. En el instante en que los abrió de nuevo, estaba en el pasado abrazando su padre quien inexplicablemente le dijo:

– Hijo, sé que a veces te exijo más de lo que puedes dar. Desde ahora, dejaré que tú tomes tus propias decisiones.



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