Coexisten palabras poderosas, capaces por si solas de hacer cuestionamientos sorprendentes y hasta reveladores, pero como la palabra “para qué”, no creo que pueda existir otro de igual poder en la gramática española; pues es idónea para desnudar el alma, las intenciones e inclusive los más grandes secretos que puedan alojarse en el deposito polvoriento más grande y ruidoso del mundo, la mente