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Capítulo 31: Tiñendo de rojo la plaza


Las tropas del ejército de la tierra unida avanzan hacia la plaza roja a través de la calle Maroseyka ocultados por la oscuridad de la noche y vigilando con cuidado los silenciosos edificios por temor a ser detectados por las líneas de defensa Rusa, habían pasado cuatro días desde que desembarcaron en el puerto viejo de Tallin en Estonia y comenzaron su marcha hacia Moscú, cruzaron ciudades, poblados y carreteras en los que no encontraban resistencia, ya que estaban completamente deshabitados, esperaban que al entrar a la capital del país el panorama cambiara por uno más hostil pero seguían sin encontrar señales de vida, parecía como si todos los habitantes hubieran sido llevados por el rapto, pues las tiendas se mantenían abiertas, los autos seguían en las calles con las puertas cerradas y con signos de que estuvieron encendidos hasta que se les terminó el combustible.
Normalmente ese recorrido podría haberse realizado en menos de un día ya que no existía congestión vehicular en las deshabitadas carreteras, pero habían evitado el camino directo por temor a encontrarse resistencia esperándolos o algún arreglo de explosivos en la ruta más predecible, además iban más lento de lo normal y con paradas rutinarias para descansar pues la mayoría no era personal militar con experiencia y finalmente no tenían a nadie nativo de la zona que les pudiera servir de guía por lo que debían de verificar el no haberse perdido con una frecuencia mayor que la que se esperaría de un Grupo de  viajeros más habituados a ese lado del continente.
Damian estaba al mando del grupo de poco más de 20 mil hombres, todo el trayecto fue por tierra en vehículos militares  por dos motivos, el primero era que entre todo su personal no había encontrado mecánicos ni pilotos de aviones con la suficiente experiencia para arriesgarse a utilizar la vía aérea y el segundo sabían de la existencia y los detalles de las armas antiaéreas del gobierno Ruso, si bien no tenía la seguridad de que aun exista personal capacitado para manipularlas, sólo era necesario que haya una persona para preparar una defensa antiaérea decente contra el reducido grupo que habían logrado reunir y más aún si este iba en aviones comerciales, la falta de información confiable de las capacidades de sus enemigos era motivo suficiente para pensar tres veces antes de dar cada paso, ya que un pequeño error en territorio desconocido podría significar el fracaso de toda su misión.
Era el 26 de noviembre, el luciferista había indicado que para el último día del mes tendría la cabeza tanto de James como de Gavrel, así como la de todo aquel dirigente que los estuviera apoyando en la ciudad europea. Durante los últimos meses Carla había reunido a todo el personal con capacidades militares del planeta que estuvieron dispuestos a pelear por ella y hacer caer a los “enemigos de la humanidad” como ella los hacía llamar a la fuerza de resistencia que suponía se estaba agrupando en Moscú.
No podía darse el lujo de fallar, pero la nula resistencia que había encontrado le hacía pensar que sus objetivos habían escapado sin que ellos se dieran cuenta, el maldito país era enorme pensaba mientras avanzaba viendo edificios altos y vacíos. Además era esperable que sus enemigos hayan estado agrupándose de forma similar, pero era todo lo que podía deducir ya que le era imposible saber las dimensiones actuales del ejército ruso y menos aún el tipo de personal con el que contarían, podrían tener excelentes estrategas entre ellos esperándolos en el punto exacto, con las armas específicas para detenerlos en el momento más apropiado, pero por lo avanzado durante los últimos días parecería que sólo se debían de haber quedado con muy poco personal militar.
Llegaron a la estación de metro de Kitay-gorod, es allí donde Damian decide hacer que todos bajen de sus vehículos y dividir el ejército en tres grupos de ataque, ya se había coordinado desde el desembarque en Tallin quienes pertenecerían a cada grupo, pero realmente se hizo estas consideraciones pensando que en el camino varios morirían, el hecho que aun sean un grupo tan numeroso le comenzaba a dificultar la idea de un ataque más sigiloso, como hubiera preferido para darle una mayor ventaja ofensiva, pero ahora la estrategia debía de cambiar a una donde las bajas se tendrían que dar en esa zona y sumándole a esto la poca experiencia en liderar grupos del luciferista la situación se complicaba.
Damian sacó de su bolsillo un pequeño papel doblado en cuatro, el cual al desplegarlo mostraba un pequeño plano detallado del Kremlin, el cual era un conjunto de edificio de aproximadamente 28 hectáreas, rodeado por una gran muralla de color rojo de unos 19 metros de altura. No sabía donde exactamente podrían estar James y Gavrel, pero si estaban reuniendo fuerzas para atacar a Carla, tenían que haber situado su base allí, era el lugar más seguro para ellos. Puso su atención en las entradas, estaban marcadas la entrada oficial en la parte frontal viendo hacia la plaza roja, la entrada al museo de la armería en la parte posterior y la entrada principal para turistas al lado derecho, la cual era la más grande y por ende sería la que el seleccionaría para su ingreso. Tomo sus decisiones y se las comunicó a su equipo.
Primero le indicó al grupo C su trayectoria de ataque, este estaba en su mayoría formado por los menos preparados para maniobras militares ya que casi todos fueron voluntarios de los últimos días que llegaron al llamado de Carla, muchos de ellos colegas luciferistas de Damian, pero era el más numeroso de los tres con aproximadamente 10 mil soldados, irían hacía la catedral de San Bacilo, la rodearían manteniendo un avance sigiloso y atacarían al Kremlin colocando explosivos en el flanco izquierdo del muro. Por esas zona no había acceso directo por lo que deberían de utilizar los detonadores para derribar una parte de la estructura y hacer su propia vía de ingreso, al otro lado los esperaba el área verde del conjunto de edificios, eso les hacía pensar que no encontrarían una gran  resistencia ya que normalmente se vigila las entradas, pero finalmente sólo podía especular cómo estaba distribuida la defensa del lugar, por lo que consideró que era lo más conveniente que ellos sean los primeros en atacar llamando mucho la atención del enemigo y por consecuencia lógica los primeros en caer, sería un pequeño sacrificio que le daría la oportunidad de dar un contrataque más efectivo para personal mejor capacitado.
Una vez que el grupo más numeroso se fue retirando, el dio sus indicaciones al grupo B, este estaba formado casi en su totalidad por militares formados para el servir a algún ejército, ya sea al americano o al de su país de origen, era una fuerza de ataque de casi ocho mil hombres pero que tenían poca o nula experiencia en combate real. Ellos irían por la calle Il'inka, la cual daba directo a la plaza roja, una vez que la crucen podrán entrar atacando por la entrada oficial ubicada en la parte frontal del Kremlin, su señal para dar inicio a su ataque sería el sonido de las explosiones en el flanco izquierdo y el inicio de los disparos con la línea de defensa rusa, debían de esperar un poco, hasta que la atención del enemigo se centre solo en el numeroso grupo C y allí serían donde ellos aprovecharían para atacar, aprovechando que los soldados enemigos pensarían que es un ataque por sólo una dirección les podrían dar la sorpresa de un ataque repentino desde otro flanco y con personal mejor preparado.
Finalmente estaba el grupo A, el grupo de Damian. Estaba formado por los militares más experimentados, que habían combatido en su mayoría en medio oriente, era el más pequeño, de poco más de dos mil hombres, ellos irían por calles menores para alcanzar el flanco derecho de su objetivo y entrar al Kremlin por la entrada principal para los turistas, al menos eso era lo que les había dicho en un inicio. Pero el verdadero plan del luciferista estaba sujeto a cambios pues la información con la que contaba era tan limitada que no podía descartar ideas como la que el flanco que había elegido sea el más protegido de los cuatro y tuviera que realizar una retirada estratégica para reagruparse.
Damian y su grupo dejaron al grupo B y comenzaron a avanzar por calles solitarias, la perdurable ausencia de muestras de resistencia cada vez lo desesperaba más, si bien en una situación de guerra esto debería ser un motivo para tranquilizarse, en él generaba una desesperación “¿Qué tal si no hay nadie ya aquí? ¿Qué tal si escaparon?” la idea le parecía muy difícil de creer ya que no se le ocurría a donde podrían haber ido, pero dado que ya no tenían casi servicio de inteligencia o espionaje no podían saber que estaba pasando en Rusia mientras que preparaban este ataque en estados unidos.
El grupo se detuvo en unas calles a pocos metros de la plaza roja, podía verla, ocultos entre las sombras, estuvieron esperando unos 20 minutos hasta que comenzaron a escuchar las explosiones y disparos en el otro lado de la muralla roja del Kremlin, donde estaba el grupo más numeroso. El luciferista levantó una mano en señal de detenerse, no pensaba atacar aun hasta estar seguro de que tenía las mejores probabilidades, había la posibilidad de que realmente todo el lugar este vació y Gavrel haya preparado una bomba en su interior que se activase automáticamente al entrar o de forma manual por algún mártir atrincherado en alguno de los edificios internos.
Luego de unos minutos de tensión por fin vio lo que esperaba ver: Grupos de soldados vestidos de verde y con boinas azules salían desde la puerta delantera a atacar a los invasores, era el ejército ruso, que se dirigía a defender el lado que estaban atacando pero no contaban con el grupo B que los esperaba. Es ahí cuando el combate sobre la plaza roja inicia. Los disparos de los miembros del ejército de la tierra unida toman por sorpresa a los locales y los fuerzan a retroceder de regreso.
Damian no podía contar la totalidad de soldados que se enfrentaban en la plaza pero parecía tener la ventaja numérica, podía además ver que había mujeres entre ellos, algo que en un momento le pareció risible, pero al verlas que se desenvolvían como cualquier hombre tuvo que presionar los dientes con rabia.
Finalmente sucedió lo que estaba esperando que se dé realmente, las puertas de la entrada para turistas que se habían mantenido cerradas hasta ese momento se abrieron e inmediatamente después emergieron de ellas más soldados rusos que se unieron al combate dirigiendo su atención principalmente al grupo B sobre la plaza roja, el camino que Damian pensaba atacar estaba quedando libre aparentemente, “Excelente” pensó mientras se imaginaba como se debilitaba la defensa del flanco frente a él.
Indicó a su equipo que comience a avanzar por las calles, se alejarían un poco de la zona de combate, para que sea más difícil que alguien los detecte, corrieron hasta la avenida Vozdvizhenka la cual desembocaba directo en el costado del Kremlin que había decidido sea su vía de ingreso, estaba seguro que las fuerzas de defensa en este momento se concentraban en los otros dos grupos el C que por ser más numeroso debía de estar a la defensiva y siendo duro de reducir, el B que había tomado desprevenido a una línea de defensa que salió a combatir al otro grupo, gracias a su entrenamiento y aparente superioridad numérica no caería fácilmente, aun con el reciente apoyo que había llegado. Por lo que su grupo debía de tener el camino casi despejado para actuar rápidamente y luego de terminar el trabajo emprender una huida, con algo de suerte el grupo C aun no habría caído en su totalidad y el B aún se estaría defendiendo lo que le daría la distracción perfecta para escapar.
Esta estrategia le dio la confianza que hizo que acelerara el paso, mientras pasaba por el abandonado edificio del museo del libro y entraba a una zona descubierta flanqueada por dos edificios de aproximadamente cinco pisos de altura cada uno, ya podía ver el gran muro del Kremlin con mayor claridad, el cual aparentaba estar desprotegido, visión que le causó gran excitación y aumento su entusiasmo lo que le impidió percatarse de la caída de algunos objetos oscuros alrededor de ellos.
Los objetos explotaron instantáneamente por todos lados, generando algunas bajas en el grupo de los que estuvieron más cerca de la zona de daño.
-¡Maldición! – Gritó Damian con locura – ¡Disparen a los techos! ¡A los techos! ¡No dejen de avanzar!
El grupo continuó su camino sin preocuparse por sus heridos en el suelo, cuando vieron como se lanzaba desde las alturas un segundo grupo de granadas sobre ellos.
-¡De frente! –Continuó con sus indicaciones el luciferista – ¡Hacia el Kremlin! ¡Ahora está desprotegido!
El grupo comenzó a correr, cubriendo su avance con disparos a las zonas superiores para evitar nuevos ataques. Afortunadamente para ellos el combate en la plaza roja era mucho mayor por lo que pudieron alcanzar la entrada de turistas del Kremlin, donde al ingresar encontraron una pequeña resistencia de una veintena de soldados a los cuales eliminaron con relativa facilidad.
Ya en su interior, todos se apresuraron a cerrar las puertas y tranquearlas por dentro.
-¡Asegúrense de cerrarlas bien! – Ordenó Damian – Esos malditos rusos, nos estaban esperando atrincherados en los edificios cercanos.
-No eran rusos… - Dijo un hombre de unos 40 años, alto corpulento, con un bigote oscuro, tenía la mirada fija en los demás soldados, para asegurarse que estén sellando correctamente las entradas. - Eran sirios o iraquíes… pude ver un par de banderas de rojo, blanco y negro. Adicionalmente ese tipo de granadas son de los modelos que utilizan en medio oriente para los ataques furtivos.
Se escucharon en los alrededores nuevas explosiones y disparos continuos, era imposible saber quién estaba ganando, por lo que Damian debía de apresurarse en cumplir su objetivo. Pero los comentarios que había dicho, el antiguo general de división Anthony Benfenati lo hicieron pensar un poco y dijo:
-¿Estás diciendo que Rusia ha unido fuerzas con países árabes?
El militar miro al joven inexperto, sentía mucho desprecio por el luciferista y se resistía a aceptar que un soldado experimentado como él deba de seguir sus indicaciones, pero sabía que igual debía de acatar órdenes y respetar los rangos jerárquicos, por lo que respondió con honestidad.
-No podría estar seguro, pero por ese ataque que tuvimos podría deducir que el Kremlin está protegido por soldados de medio oriente, también vi a los soldados que salieron a atacar al grupo B. – Mientras decía eso se escuchó una fuerte explosión en la plaza Roja, por lo que Benfenati giró su cabeza hacía esa dirección pero continuó con su explicación – No son soldados de elite, vi mujeres y jóvenes cadetes vestidos como personal experimentado pero si realmente lo hubieran sido… Ya deberían haber acabado con ese grupo a pesar de ser menor en número ya que deberían estar menos cansados que nosotros pues no han hecho un viaje de cuatro días, además se hubieran percatado de nuestra presencia incluso estando nosotros escondidos y por último no hubieran dejado su puesto, la entrada de mayor tamaño al Kremlin con solo un puñado de hombres, eso es un error de novato.
Damian, estaba preocupado, él tampoco tenía mucha simpatía por el militar, pero no podía negar que su experiencia en zona de guerra era muy superior a la suya y había sido de utilidad durante el viaje desde Estonia.
-Eso significa que lo mejor de la armada Rusa ha sido reducida aún más de lo que habíamos esperado.
El experimentado militar no estaba seguro de que responder ya que, él tenía tan poca información como Damian, pero podía especular.
-El hecho que aquí haya personal de medio oriente puede hacernos pensar en una posible alianza con Rusia que quizás haya existido desde antes, o como tú dices que el ejército local se haya reducido y los árabes por algún motivo desconocido se hayan estado preparando para tomar el Kremlin, creo que por ahora no podremos tener muchas respuestas, si nos mantenemos evaluando la situación aquí.
-Tienes razón, debemos concéntranos en nuestro objetivo – Damian emitió un quejido de molestia y sacó un papel de su bolsillo el cual era el mapa que había revisado antes de iniciar el ataque pero estaba mucho más arrugado – Bueno si James y Gavrel están por aquí ¿dónde crees que estarían escondidos?
Anthony, no miraba el mapa, sabía de memoria la distribución de los edificios en el Kremlin, su atención estaba en revisar los edificios a su alrededor. Podía ver el agujero en el otro extremo de la muralla, era pequeño y se escuchaban los disparos en el otro lado, lo que significaba que nadie de ese grupo había conseguido entrar, pero que al menos se mantenían vivos dándoles batalla a los soldados enemigos, esperaba que eso se pueda prolongar varios minutos para que ellos puedan encontrar a sus objetivos.
-Creo que el lugar más seguro para esconder a alguien sería la iglesia de los doce apóstoles. –señaló una estructura de color blanco de tres pisos, de techo gris y con pequeñas torres puntiagudas a unos metros de ellos – Ya que está justo en el centro de todo el conjunto de edificios del Kremlin y al ser más pequeño podría ser más fácil de defender si realmente no cuentan con mucho personal militar como estamos especulando.
-De acuerdo – Damian observó a su equipo, y se percató que las bajas no habían sido numerosas quizás ni cien personas en total, por lo que comenzó a tranquilizarse- Todos de frente hacia esa iglesia apunten a las ventanas de los edificios que nos rodean, podríamos esperar un ataque similar nuevamente si es que realmente los rusos se han aliado con los soldados de medio oriente o con cualquier otra nación cercana.
El grupo avanzó por el frente del palacio de los congresos, era un edificio de gran tamaño de casi 10 pisos de altura con fachada plana de cristales pulidos separados entre sí por estrechos pilares de mármol blanco, no había iluminación ni se veía movimiento en su interior, por lo que lo más probable era que estuviera vacío.
No encontraban resistencia y comenzaron a ingresar al jardín que estaba entre el palacio de los congresos y la iglesia de los doce apóstoles, cuando dos explosiones hicieron volar por los aires a algunos de los soldados, lo que hizo que todo el grupo se detuviera y comenzará a caminar hacía atrás rápidamente.
-¡Retrocedan! Deben ser minas terrestres POMZ mejoradas. – Dedujo Benfenati, observando los agujeros de aproximadamente 80 centímetros de diámetro generados por las explosiones – posiblemente están rodeando toda la iglesia… claro sabían que sería nuestra primera opción y colocaron estas medidas de defensa.
-¡Maldición! –Gritó con furia Damian – ¡Ese cobarde de James debe estar seguramente ahí adentro atrincherado!
-No lo creo –trató de calmar el experimentado militar a su líder, mientras que observaba el resto de los edificios que los rodeaban – Sería demasiado peligroso rodear este lugar de minas terrestres si se va a proteger a una o dos personas de gran importancia. Ya que podrían explotar por descuido de ellos mismos al salir y además limitarían considerablemente una posible huida de emergencia en caso de incendio, un movimiento sísmico o que un grupo de soldados enemigos, como en este caso nosotros, tratara de entrar a tratar de  eliminarlos.
Benfenati comenzó a revisar nuevamente las edificaciones tratando de ver si descubría algo que no se hubiera percatado antes y se dio cuenta que todas estas estaban a oscuras, a excepción de una, el gran edificio triangular de color blanco y techo verde de las oficinas presidenciales estaba iluminado en su cúpula superior la cual tenía una vista estratégica a la plaza roja, dado que esta se encuentra muy adelante no lo había notado al principio, pero ahora en una observación más minuciosa si se pudo dar cuenta de este pequeño detalle.
-Si alguien está dirigiendo esta defensa debe estar ahí –Indicó Anthony, mientras señalaba el único edificio iluminado.
Lo comentado por el militar, no le hizo sentir mejor a Damian. Pues a pesar de estar el realmente al mando, tenía la sensación de que estaban siguiendo las indicaciones de ese sujeto, como un perro que va a traer una pelota que su amo le ha lanzado. Pensó en indicarle que él vaya adelante para dirigir el grupo para compensar su error inicial de dirigirlos hacia el lugar equivocado y generar algunas bajas en el grupo, con lo que tomaría la posición de mayor riesgo, pero en un segundo análisis se dio cuenta que el perderlo sería poco estratégico, así que debía de mantenerlo con vida al menos por ahora.
-De acuerdo…. ¡Equipo avancen!- Ordenó el luciferista y los soldados comenzaron a dirigirse hacia el objetivo indicado.
Si bien el entusiasmo había decaído un poco por los anteriores ataques y pequeñas bajas, los miembros del ejército de la tierra unida avanzaban con paso firme y decidido, afortunadamente para ellos,  en su camino no fueron sorprendidos por nuevas trampas explosivas enterradas ni lanzadas desde lo alto.
Al llegar a la puerta trasera de madera, esta estaba cerrada. Damian ordeno colocar un explosivo sobre ella, ya que no quería rodear el edificio por temor a perder valioso tiempo y que los grupos en la parte externa caigan y luego los sobrevivientes enemigos entren por ellos, ya no tenía caso tratar de ocultar más su presencia dentro del Kremlin, las explosiones de las minas  terrestres los deben de haber delatado.
Damian indicó a todo el equipo dividirse en siete grupos de unas doscientas personas para poder tomar el edificio lo más pronto posible así como para poder moverse fácilmente por los pasadizos, el resto se quedaría vigilando la entrada y dispararía a cualquier refuerzo que trate de ingresar para apoyar a los rusos, ya sea que venga desde la plaza roja o que salga de los edificios cercanos en el Kremlin.
En el interior del edificio de las oficinas presidenciales, el grupo de Damian que mantenía a los más experimentados soldados consigo encontró una pequeña resistencia por parte del ejército ruso de unos cien hombres distribuidos por diferentes ambientes, había soldados apostados en las oficinas, baños, salas de reuniones, etc. Avanzaban de manera agazapada a un ritmo lento, pero sin detenerse, lo que les permitía eliminar a sus adversarios de forma inmediata y reduciendo al mínimo el número de bajas en sus filas.
La principal desventaja que tenían era que prácticamente todo el edificio estaba a oscuras por lo que tuvieron que activar los lentes de visión nocturna que cargaban consigo, afortunadamente era ligeros y con un sensor de calor incorporado que hacía más fácil detectar a los soldados escondidos atrás de paredes delgadas, pero una pared gruesa era más complicado. Por lo que también dependían de audífonos de alta tecnología para tratar de evitar algún posible ataque sorpresa.
-Parece que se acabaron las trampas explosivas. –Comentó Damian que estaba en el centro del grupo de modo de tener los suficientes escudos humanos en caso de que haya un ataque numeroso por algún lado.
-Así es. –Confirmó Benfenati, a su lado empuñando una ametralladora ligera M278, un diseño nuevo repotenciado recientemente para esa operación – Esto puede significar que realmente hay alguien importante acá y no pueden realizar una acción que ponga en riesgo un escape inmediato de ser necesario.
Luego de cerca de 30 minutos de camino dentro del edificio estaban cerca de llegar a la cúpula iluminada, ahí fue cuando los disparos en el exterior se redujeron considerablemente, eso indicaba que el combate estaba llegando a su fin, lo que puso nervioso a Damian pues no sabían quienes había resultado victoriosos, “no importa” pensó, si cumplía su objetivo podría atrincherarse con su equipo en ese edificio y con la ayuda de Anthony idear una forma de escape, si ganaron los rusos no deberían de quedar muchos y con una buena estrategia ellos podrían terminar el trabajo que no pudieron los otros dos grupos.
Finalmente llegaron cerca de la entrada a la cúpula, era una puerta de metal de doble hoja con dos ventanas de vidrio blindado en cada una de ellas, parecía que no había más enemigos cerca por lo que Damian decidió avanzar al frente con el menos ruido posible ya que confiaba en que las personas que estaban en su interior no sabían la situación actual del edificio, si es que los había contenido o si su defensa había caído.
El joven se retiró los lentes y sacó unos binoculares con caracterizas similares y trató de ver quienes estaban dentro de esa oficina. Pudo ver a través de cada una de las ventanas dos siluetas de espalda, pero por su contextura su cabello y los uniformes que portaban debían de ser James y Gavrel, comenzó a excitarse con la idea de cortar sus cabezas con un machete el mismo, pero sabía que era algo peligroso si entraban de improviso podían activar un mecanismo de defensa de último momento, o peor aún, por querer llevarse el los créditos podría recibir un disparo de desesperación que terminaría con su vida, por lo que indicó por señas de forma silenciosa a un soldado que estaba cargando un lanzacohetes antitanque que apuntara a la puerta y disparara.
Mientras el soldado se preparaba, los demás se alejaron y se pusieron a cubierto tratando de hacer el menor ruido posible, sabían que era extremadamente peligroso disparar esa arma en un espacio cerrado y el que corría el mayor riesgo era quien ejecutaría la acción por lo que a esa persona se le brindó un escudo blindado para su protección.
Afortunadamente el disparador era personal de experiencia y se demoró menos de dos minutos en prepararse, antes de hacerlo revisó que todos estén cubiertos y al ver la confirmación de Damian para ejecutar el ataque, tomo en su mano su escudo y disparo el arma.
Solo tomo un par de segundos al proyectil llegar a su objetivo y generar una explosión tan potente que el soldado que estaba más cerca salió disparado hacia atrás protegiéndose por su escudo, la puerta blindada voló por los aires hacía el exterior, la cúpula no existía más, la explosión había arrasado con una parte de ella y solo quedaba menos de la mitad de la estructura.
-¡Excelente! –Grito con voz victoriosa Damian y se apresuró a correr hacía el lugar de la explosión saltando por encima del soldado que había hecho el disparo sin importarle si estaba bien.
El líder del grupo se sentía confiado, cualquier trampa que podía haber habido había volado en pedazos, los que estaban adentro estarían muertos o muy mal heridos, no tenía nada que temer lo único que le preocupaba es que la cara de James o Gavrel estén irreconocibles. El polvo no lo dejaba ver bien mientras avanzaba pero sabía que al llegar a lo que quedaba de la cúpula la luz de la luna lo ayudaría a reconocer los cadáveres.
Y al entrar vio los dos cuerpos tirados en el piso y cerca de ellos sus piernas de madera clavadas al piso destruidas, su cabezas rotas que no tenían sangre brotando de ella solo astillas que caían al piso. Los maniquíes que había visto no eran más que un señuelo.
-¿QUÉ ES ESTO?- gritó con desesperación Damian, mientras que observaba la escena con desesperación y se percató que a unos metros de él había un hombre de unos cincuenta años vestido con el uniforme de un general de alto rango ruso.
El agonizante hombre tenía la pierna destrozada por la explosión, de su cabeza, costado y boca brotaba sangre por las heridas recientemente causadas, parecía que tenía problemas para respirar pero aun así miraba con odio y desafiante al Luciferista.
-Comandante Alik Ushakov – Dijo Anthony Benfenati acercándose por detrás de Damian.
-¿Lo conoces?- Preguntó con desprecio el Líder del grupo.
-Sí, es uno de los hombres de confianza de Gavrel.-Respondió el militar americano mientras se acercaba al ruso herido.
Damian no sabía que estaba pasando, pero antes que pudiera preguntar algo se dio cuenta de que podía ver los exteriores a través de las paredes destruidas, la plaza roja estaba llena de los cadáveres de su ejército y alrededor de ellos soldados rusos y árabes en un número  mucho mayor del que había visto antes de entrar, incluso había una decena de jeeps con ametralladoras.
-Un ataque de pinzas por ambos lados. –Dedujo Benfenati, observando la escena- Las inmediaciones no estaban vacías nos habían estado vigilando y esperando a que nos despleguemos para atacarnos, por lo visto al no contar con fuerza aérea utilizaron la distribución de la ciudad entera a su favor, guardando esos vehículos militares en cocheras cercanas.
-Ella… No esta… con…. Ustedes…- Se escuchó el débil gemido de Alik.
-No- respondió Anthony con tranquilidad- Una excelente estrategia comandante, ¿James y Gavrel están a salvo?
El ruso como respuesta asintió y dejo ver en su mano un teléfono móvil con modificaciones, el americano sonrió y recordó en su mente el día del rapto.
Se encontraba en el jardín de su casa con su esposa y su hija mayor, la cual tenía 7 meses de embarazo y le iba a dar su primera nieta, estaban pensando en el nombre que podría llevar la criatura que estaba en su vientre, cuando de repente las mujeres se iluminaron y desaparecieron en frente de sus ojos y vio como a su alrededor muchas luces se elevaban hacía el cielo. La impotencia y la desesperación lo hicieron caer de rodillas.
Durante el tiempo que estuvo al mando de Carla no podía entender porque Dios se había olvidado de él, no sabía que había hecho mal ya que tanto el como su familia siempre profesaron la religión cristina. Hasta ese momento que se dio cuenta que no era que había hecho algo malo, él se había quedado para darle un golpe mortal al ejército de la tierra unida.
-Haz lo que tengas que hacer. – Expresó con Calma el americano a su par Ruso, mientras miraba al cielo sonriendo. – Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.
-¿QUÉ RAYOS ESTAS DICIENDO?- Bramó con locura Damian, y luego vio la expresión de satisfacción de Ushakov hacía el y el dispositivo que tenía en mano.
El luciferista corrió hacía el ruso para detenerlo pero fue imposible evitar que presionara el único botón que necesita utilizar en ese momento.
En el interior del edificio de las oficinas presidenciales se activaron explosivos por todos lados, derrumbando las estructuras y sepultando a los que quedaba del ejército de la tierra unida que había entrado a Moscu, y esto fue una señal para que el resto de soldados en las afueras se alejara lo más rápido posible del lugar.
Un minuto después, las explosiones comenzaron en todos los edificios dentro del Kremlin y en la muralla misma, no se necesitarían más estas estructuras, el ejército Ruso se había asegurado de convertir este símbolo de su poderío en una trampa mortal sin salida y la tumba de sus enemigos, es por eso que había más soldados afuera que adentro de esa zona.
A miles de Kilómetros de distancia Gavrel, sentado en un habitación oscura con una mirada afligida, ve en la pantalla de su celular un mensaje que dice “La lavadora encendió pero sin la camisa blanca”.
-¿Qué sucedió? – Pregunta en el otro extremo de la habitación un visiblemente cansado James.
-El Kremlin ha caído, Alik está muerto pero Carla no estaba ahí. – Respondió el mandatario ruso.
-Entonces es momento de poner en marcha nuestro último recurso ¿no es así?
Gavriel lo observa con frialdad se puso de pie y asiente de forma afirmativa, detrás de él había una gran bandera de la República Popular China.


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Capítulo 31: Tiñendo de rojo la plaza

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