-Ya no me quedan dudas de que este no es mi lugar.

-¿Te vas a ir?

-¿Te queda Alguna duda?

-¿Me vas a dejar, así como así, sin más?

Cerré la puerta y escuché los gritos, apagados, por la música que se hacía cada vez más intensa en mis oídos.

Dejé rodar alguna que otra lágrima, de rabia, de impotencia, liberando el estrés provocado por una relación que acababa de morir. Una que empezó mal y continuó aun peor.

Enamorarme fue el Delito. Uno que cometí a sabiendas. Consciente de que tú no me amabas, por más que me esforzara por conquistarte una y otra vez, tu amor, no era mío.

Y así, fue como con cada desplante, fuiste matando lo que un día fue el mejor sentimiento que pude albergar por ti.

Adiós, dulce amargura, triste aventura, ojalá la vida, te de el doble de paz que a mí.