Anotacions del dia a dia i de les idees d’aquest escriptor francès que mostren el seu caràcter, l'entorn social i la societat parisenca de la primera meitat del segle XIX. Un caràcter fort que recull el tedi que ens envolta, les esperances i els neguits persistents. 

“ 9 de diciembre de 1864, viernes.

El estado de León, que no mejora, me contraría, así como tantas otras cosas me afligen. —Si él pudiera salir, podíamos haber ido hoy a la landa de Lessay y a la abadía de Blanchelande. —Hacía un tiempo prodigiosamente templado y el sol esplendía. —Esta mañana, hasta la Hora del almuerzo, León y yo tuvimos una conversación íntima. Es para nosotros la hora más apropiada para hablar con la mayor franqueza. Después de almorzar leí y escribí una hora; —luego me cambié e hice algunas visitas obligadas, una, entre otras, a uno de nuestros parientes, que fue miembro de la guardia del Rey Carlos X, Monsieur Pinel. (Remember, la Pinelli de la pobre Mariotte!) —Regresé, cené. —León y mi padre se refugiaron de inmediato en su concha. —Me quedé en el salón hasta que se hizo de noche y la luna estaba alta en el cielo. —Entonces me vinieron ganas de hacer un peregrinaje nocturno por todos los rincones de Saint-Sauveur, para ver este pueblecito, que ya no es más que un fantasma para mí, a la luz de los fantasmas. Mi vagabundeo de aparecido fue solitario. —La luna estaba cubierta por una gasa de nubes grises, soplaba un viento quejumbroso, el aire estaba fresco pero no frío. —Todo el pueblo se encontraba encerrado detrás de los postigos ribeteados por su hendiduras de luz”.  

Aquest volum de cinc-centes vint-i-tres pàgines quedarà amorrat al piló de “llibres que vas començar fa molts anys i que ara, aprofitant el confinament, has acabat d’una revolada”.