"(...) justo en el umbral, el paraíso me dio miedo."
Nettel, Guadalupe.
Pétalos y otras historias incómodas
Barcelona: Editorial Anagrama, 2008
Col·lecció Narrativas Hispánicas, 428
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Como vistos a la luz de una radiografía, los personajes de este libro muestran todo
aquello que el ser humano desearía ocultar: sus miedos, sus obsesiones, sus
manías, sus actos compulsivos. Desde este paraje de lo escondida, cada uno de
los relatos de Pétalos y otras historias incómodas pone de manifiesto
una locura inquietante y distinta, la excentricidad inconfesable en que se
cifra toda una existencia: un fotógrafo parisino al que solo le interesan los
párpados, un oficinista japonés que descubre su extraña afinidad con las cactáceas,
una modelo que oculta un tic desde su infancia, un aniña que intenta, a su
manera luchar contra la muerte, un olfateador de sanitarios para damas... son
algunos de los personajes que el lector encontrará en estas páginas.
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Con un estilo irónico y de falsa ingenuidad, la autora nos introduce en la vida
de hombres y mujeres en apariencia normales que sin embargo conforman ese
enorme ejército de inadaptados, de freaks que no se deciden a salir del
armario.
Este libro, luminoso y también perturbador, defiende la idea de que la
verdadera belleza se encuentra precisamente en todo aquello que nos incomoda
ver, aquello que nos vuelve únicos e irrepetibles. Y nos confirma este pequeño
milagro: una voz nueva, personal e inconfundible, la de la joven escritora
mexicana Guadalupe Nettel.
::: Com comença…
El trabajo de mi padre, como muchos en esta ciudad, es un empleo parasitario.
Fotógrafo de profesión, se había muerto de hambre -y con él toda la familia- de
no haber sido por la propuesta generosa del doctor Ruellan, que, además de un
salario decente, le otorgó a su impredecible inspiración la posibilidad de
concentrarse en una tarea mecánica, sin mayores complicaciones.
Ptosis
::: Moments…
(Pàg. 57)
(…) sentí una tristeza profunda. ¿Dónde estaba Midori, mi esposa, la mujer con
la que había decidido hacer mi vida? Estaba ahí, de eso no cabía duda, però
¿por qué ya no lograba verla como antes? Modori estaba ahí adentro pero
convertida en enredadera, de la misma forma que yo me había convertido en un
cactus. Pero ¿acaso no lo habíamos sido siempre?
Bonsái
(Pàg. 78)
Era el momento perfecto para conseguir lo que había buscado durante todas las
vacaciones: los truenos, la casa en penumbra, las gotas cada vez más espesas y
constantes, además yo no estaba pensando en nada más que en mi entorno, però,
justo en el umbral, el paraíso me dio miedo.
El otro lado del muelle
(Pàg. 87)
Ahora, con la influencia de los años, de eso que los optimistas llaman
experiencia y que en realidad no es más que un moho, un salitre capaz de
herrumbrarlo todo, no puedo evitar sonreír ante el nombre con una sensación de
ridículo y al mismo tiempo de auto condescendencia.
Pétalos
(Pàg. 89)
(…) la gente tiende a sacralizar los lugares y frecuentarlos es gastar el
recuerdo.
Pétalos
(Pàg. 112)
Al verme, la gente solía hacerse la desentendida, pero era tan obvio que hasta
los más despistados terminaban dándose cuenta. En pocas palabras, creaba
alrededor de mí un ambiente acartonado, esa incomodidad tan característica que
provoca lo falso.
Bezoar
(Pàg. 115)
Cuando uno se ha dejado controlar durante tanto tiempo por gestos que no
reconoce como propios, pero tampoco como los de una mente ajena, cuando a uno
se le ha aflojado a tal punto el esfínter de la voluntad, nunca sabe qué hará
en el minuto siguiente y mucho menos si sus actos podrán o no considerarse
“irresponsables”.
Bezoar
(Pàg. 116)
Cualquiera que haya salido de un pantano de infamia como el que conocí en mi
niñez, reconocerá la sensación de alivio que produce pasar inadvertido.
Bezoar
(Pàg. 131)
Ver nuestros propios reflejos reflejados en el ser con quien compartimos la
vida es una experiencia insoportable.
Bezoar
::: Què en penso...
La Guadalupe Nettel ens proposa un recull breu
de contes que ens parlen del costat amagat de les persones: de les seves filies
i fòbies, també de les seves pors i de la seva soledat. Els sis contes del recull reivindiquen en
definitiva la part més anòmala de l’esperit humà.
Fins aquí bé. Si no has llegit res de Leonid Andréiev, de Per Olov Enquist o de
Fleur Jaeggy, és molt probable que Els Contes de la Nettel fins i tot t’enlluernin.
Si per contra has llegit al rus, al suec o a la suïssa, hi trobaràs més mancances
que no pas virtuts.
Perquè el retrat que proposa l’autora mexicana de la monstruositat, de la
raresa o de l’anomalia es queda massa a la superfície i no aconsegueix el més
substancial que és enfrontar aquestes pors al lector amb versemblança. Excepte algun que altre brot verd, el conjunt del recull és poc impactant.
Potser no hi ajuda la forma triada. L’autora
mexicana sens dubte té una bona prosa i tècnicament la sap gestionar bé. L’estil
fluctua entre l’abarrocament i la pulcritud. El lèxic és força accessible i l’estructura
narrativa emprada poc o gens arriscada.
Però a la proposta de la Nettel hi manca
concordança. Vull dir que l’estil no s’adiu
amb l’atmosfera. El fons no es sincronitza correctament amb la forma. Això genera una manca de fluïdesa, de naturalitat.
La sensació és que l’autora no explica una historia sinó que escriu un conte.
Parlant del fons, argumentalment totes les històries les trobo llunyanes com a
lector. Tampoc hi ajuda gens el fet que cada conte es localitzi en ubicacions geogràfiques disperses pel món. La
continuïtat temàtica peta i no ens hi identifiquem. Així, la versemblança de
les narracions és magra.
El fet que tots els contes adoptin el punt de vista narratiu de la primera persona
del singular convertint la lectura en una mena d’experiència voyeur és remarcable, però no suficient per sentir-se
satisfet amb la lectura dels contes. Majoritàriament m’han provocat avorriment
i badalls.
::: Altres n'han dit...
Un libro al día (M. Noyan), La antigua Biblos, Pasión de la lectura, Mohán, Letras libres (R. Lemús), Senalc (D.S. Hernández), Impresiones desde Praga, DimancheMatin.com, Reading with KT, Publisher's Weekly.
::: Enllaços:
Guadalupe Nettel, anormalitat en els contes de la Nettel, jocs d'ombres, què en diu la mateixa autora.