Cada combate tiene sus normas y controles, no por el nombre “Vale todo”; se presume que se va a guerrear sin ninguna contemplación, guardan aun el honor del peleador y la misericordia de la palmada de rendición si el contrario apoya la rodilla y se vence.

El “Vale todo” es una manifestación de la rabia reprimida que convive en Quito, en su variedad de escenarios y expresiones urbanas, entre ellas está la ciudad y su furia. Y uno puede presenciar, la diversidad de rostros y cualidades en los espectadores que se acercan a mirar estas peleas, y se confabulan con distintos códigos y lenguajes de la urbe, el tras fondo de la contienda que se organizó, en la Cordero y Pinto de Quito, reúne música electrónica, hip-hop y graffiti. Un lugar que concentra la euforia juvenil, de un Quito que se vive distinto en cada generación, y tiene un pulso, con sensaciones también de violencia, y que mejor, si se lleva y se comprime todo en un combate de jaula, en un pacto de caballeros,
uno a uno, mano a mano, sin sorpresas e impulsos mal obrados.

I

Les contare algo de mi vida,
Y espero que les agrade,
Nací en un paraíso,
Que es mi barrio de San Roque,
Tradicional y hermoso de Quito,
Desde pequeño mis hermanos,
Solían ser mis maestros,
Y así me inculque en este arte.