Capítulo Tresmilésimo ducentésimo cuadragésimo noveno: "El truco está en soltarse de las manos y seguir unidos”.
La tradición de los anillos de compromiso surgió hace Casi cinco mil años en Egipto. El círculo significaba eternidad, sin principio ni final. El espacio vacío representa la entrada hacia algo distinto y, evidentemente, mejor. Luego llegaron los romanos creyendo que del dedo anular de la mano izquierda salía la vena amoris, y que iba directamente al corazón. Por eso se empezó a usar cualquier anillo relacionado con el amor en ese dedo.
Hoy, las cosas siguen más o menos igual. Un anillo de compromiso simboliza (solo sim-bo-li-za) el amor eterno, y son febrero, noviembre y diciembre, por ese orden, los meses en que más se venden anillos de este tipo. Y ello gracias (como casi todo) al marketing. Fue la empresa De Beers quien se inventó eso de que si el anillo lleva diamantes –representando ese amor eterno- la cosa durará para toda la vida. Y lo más importante, extendió la idea de que el tamaño importa !y mucho! De que le regales a tu pareja dice quién eres en la vida.
Por algo, después de recibir uno, casi un 15% de las mujeres se pasan por la tienda de procedencia para saber exactamente cuánto costó su anillo.
Lo que me extraña es que solo lo hagan un 15%. ¡Con lo prudentes, juiciosas y confiadas -sobre todo confiadas- que son ellas para estas cosas! ¡Vamos!... el primer accidente.
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