Por Mariana Montes

CIUDAD DE MÉXICO_ De seguro has escuchado esta línea: “Preservar las células madre del cordón umbilical es el mejor regalo que le puedes dar a tu bebé”.

Los bancos privados posicionan este almacenamiento como un “seguro de vida” para tus hijos.

Pues bien, los especialistas cuentan otra historia.

La criopreservación o congelación de la Sangre del cordón umbilical ofrece esperanza de vida a las personas genéticamente compatibles con el donador, pero no al donador mismo.

“El cordón umbilical es rico en células madre sanguíneas (o hematopoyéticas) que pueden utilizarse en trasplantes de médula ósea”, explica David Gómez Almaguer, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario.

La introducción de estas células al cuerpo (trasplante) combate enfermedades de la sangre como la drepanocitosis y la talasemia (ambas tipos de anemias) y neoplasias como los linfomas y los mielomas múltiples. Entonces ¿cuál es el problema?

Que el propio cordón umbilical es, hoy por hoy, inservible en el tratamiento de los padecimientos que afectan al donador.

“Imagina que un niño es diagnosticado con leucemia. Es inútil e ilógico utilizar sus células madre porque éstas contienen la alteración que desencadenó el cáncer”, expresa el especialista.

El autotrasplante es tan poco viable en la actualidad que expertos consultados por el American Congress of Obstetricians and Gynecologists en el 2008 calcularon en 0.037 por ciento la factibilidad, lo cual equivale a 1 entre 2 mil 700 casos.

Las mejores condiciones

Ahora bien, es posible donar la sangre y recibir las células de un donador compatible en caso de ser necesario, pero no todas las recolecciones son útiles.

“Para que la sangre del cordón sea viable debe tener un volumen superior o igual a 80 mililitros, lo cual equivale aproximadamente a 800 millones de células”, dice el también miembro de la Academia Nacional de Medicina.

Un bajo volumen no es útil para trasplante, pues no se cuenta con suficientes células para un tratamiento eficaz.

Pero incluso si se cuenta con suficiente número de células hematopoyéticas, el peso del paciente condiciona su efectividad.

En otras palabras, el tratamiento tiende a ser más exitoso en los organismos que, por su tamaño, requieren menor cantidad de células.

“La simple lógica dicta que el tratamiento de un adulto de 70 kilos requiere más sangre de cordón que el de un niño de 20 kilos. El problema es que el volumen de las unidades no crece con el paso del tiempo. Por ende, el trasplante es más efectivo en los cuerpos de los pequeños”, señala Gómez Almaguer.

En busca del ‘match’

Es irrefutable que las células hematopoyéticas contribuyen a la recuperación de pacientes con enfermedades de la sangre e inmunodefiencias, afirma la hematóloga pediatra Madia Corolla Salinas.

¿Pero cómo funciona el trasplante? El caso de la leucemia es un buen ejemplo.

“Los linfocitos, células defensoras del cuerpo, proliferan de manera anormal en la médula ósea. La quimioterapia barre esta médula sin discriminación. Tras el tratamiento intenso el médico acondiciona el organismo del paciente para que reciba las células hematopoyéticas y produzca linfocitos sanos”, explica.

El éxito del trasplante depende de la similitud genética entre sujetos, así como del historial clínico del donador. Por ejemplo, personas con ciertas enfermedades virales transmisibles no son elegibles, señala la también especialista en hematología clínica.

La compatibilidad está determinada por los antígenos leucocitarios humanos que forman parte de la codificación del ADN.

“Sin embargo, la posibilidad de que hermanos compartan este material es del 25 por ciento. La gran diversidad del banco público de cordón aumenta las posibilidades de encontrar el match ideal, que oscila entre el 90 y 100 por ciento de similitud”, indica Corolla Salinas.

Las tasas de éxito son mayores cuando donador y donante son casi idénticos. Este proceso de prendimiento toma generalmente 18 días, periodo en que los médicos buscan señales de rechazo, aunque la vigilancia continúa hasta después de un año, dice.