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Nuevo Canal Uno: ¿dónde está la innovación?

Ha pasado el primero de mayo de 2017, fecha en la que el grupo Plural se hacía con la operación del Canal Uno, tras la polémica licitación que rodeó el mismo, adjudicada a finales del 2016, y tras horas de espera… no llegó nada. O al menos, nada relevante o nuevo. En días previos, hicieron un programa de “despedida” llamado “Todos somos Uno”, que, a mi juicio, fue un quiero y no puedo: Evocar más de 60 años de historia del canal público comercial no es fácil, pero le faltó mucha estructura, me sobraba Julio César Herrera presentando ahí, y creo firmemente que se pudo aprovechar para servir de lanzamiento de las nuevas ideas que se vienen para el canal.

No creo que estemos en presencia de una nueva época de las licitaciones de canales como el Uno. Simplemente pasan de 15 a solo 4 programadores privados. La esencia del negocio sigue siendo igual a la que hemos visto desde tiempo inmemorial, solo que ahora por fin se deshacen de la pesada carga de mediocridad y obsolescencia de Jorge Barón TV –que se va con su música a RCN- y RTVC abandona la carga de producirles la cuarta parte del contenido.  Ahora es un consorcio el que se hace cargo de la programación como único oferente, pero donde es fácil distinguir qué es de cada integrante de ese consorcio.

En mi opinión, Canal Uno está desaprovechando una oportunidad preciosa para constituirse en una verdadera tercera fuerza en el mercado televisivo local, lugar que, sin mucho empacho, sí está logrando Señal Colombia, a pesar de no ser un canal comercial. A diferencia de lo que ocurrió con los privados hace 19 años, que demoraron en consolidarse mientras su señal llegaba a todo el país, y por ello nutrieron sus pantallas de repeticiones y de vez en cuando ensayaron productos nuevos; el Uno ya tiene la infraestructura hecha. Parece mentira que a gente que lleva años en el negocio televisivo les cueste tanto hacer una programación sólida y decente desde hoy, y todo se quede en la indefinición, que flaco favor le hace a un mercado donde lidera aquel cargante concursito de imitadores de medio pelo, seguido, a ratos sí y a ratos no, de la telenovelita ridícula de los tinterillos que no saben que es incorrecto hablar de “demanda penal”.

En todo caso, si el Uno quiere lograr buenos resultados, aquí les dejo una lista de lo que SÍ  y de lo que NO deben hacer:

  • Nuevos talentos: Son un sí o sí. Reciclar figuras de Caracol como parecer ser la idea de traerse a Iván Lalinde o Mabel Lara no es el camino. Es más, antes que a Mabel, yo habría optado por ser semillero de nuevas figuras, que tengan sentido de pertenencia con el canal y no que tengan el tufillo de su antiguo empleador. La misma pulla va para Julio César Herrera. No vaya y nos cuele la bionovelita ridícula donde protagonizó la esposa y de cuyo nombre ya no queremos acordarnos. Y también, atraer figuras que susciten polémica intelectual. Qué lejos estamos de tiempos donde brillaba una Margarita Vidal, o un Jaime Garzón (QEPD) en nuestras pantallas.
  • No a las televentas: Lastimosamente en el subconsciente de la gente, se habla del “Canal Uno” y de las primeras cosas en que se piense sean las pesadísimas televentas de Vanessa Navarro, es porque la cosa no está bien. La presencia de televentas no es buena imagen para el canal, desde ningún punto de vista, los pocos pesos que se ganan emitiéndolas se pierden en credibilidad del mismo.
  • Optimizar el sistema informativo: Si hay un piso sobre el que se funda este canal es la credibilidad que sí tienen CM& y NTC en materia de noticieros. Claro está, la idea no es hacer todo un remedo de CNN, sino de lograr ubicarlos en horarios donde verdaderamente hagan contrapeso al conspiretismo de RCN y a la sobrepantalla de Caracol. No en vano entre Noticias Uno (nuestra rescatada del 2002) y CM& han acaparado los premios India Catalina de los últimos años, cerrándole el paso a los informativos de los privados. En Twitter, Daniel Coronell nos confirmaba que “(…)Todos estamos sacrificando parte de nuestra autonomía empresarial para sobrevivir y conservar independencia editorial(…)”
  • No más telepredicadores: A semejanza de lo que critiqué de las televentas, con los predicadores de credos cristianos de toda laya pasa exactamente lo mismo, dan una imagen de canal menesteroso que no gusta y sí espanta la teleaudiencia. Con tanto canal de Cable de las diversas religiones (Enlace, Cristovisión, Teleamiga, etc), ya no deben tener cabida en un canal público comercial como es el Uno.
  • Franja infantil: A mí me da pena ajena pensar que los niños hoy no tienen más alternativas de lunes a viernes que ver los infumables culebrones turcos de Caracol o los mexicanos de RCN, cuando antes en las tardes tenían programas de alto contenido como El tesoro del saber, Brújula mágica  o una amplia oferta de dibujos animados. Y en los fines de semana, solo les quedan las enésimas repeticiones de los Cuentos de los Hermanos Grimm o de El Chavo del 8. Ese es un mercado que puede servirle al Canal Uno para crear valor agregado a su programación, y que sí está logrando, por ejemplo, Señal Colombia, con productos como Josefina Super Mega Chef o Puerto papel.
  • No a las bionovelas-traquetonovelas-corronchonovelas-refritos: El cuádruple eje de la mediocridad creativa de Caracol y RCN no puede recalar tampoco en el nuevo Uno. No nos interesa que termine siendo un centro de reciclaje de ideas que desechan los privados. Si en el Uno va a estar RTI, que sí sabía producir buenas historias, que se aproveche para crear una mejorada creación de productos de ficción que haga mella de la de los privados. Es más, si es del caso, en lugar de refritar la serie extranjera, traerla completa y doblada, pero emitirla con rigurosidad, sin los habituales baches entre temporadas. Ah, y tener mejor criterio para retransmitir telenovelas y series del ayer, porque yo puedo querer ver grandes obras dramáticas como Los Cuervos ( claro, en horarios menos imposibles), pero no me interesa en lo más mínimo un producto que en su tiempo no fue ni fu ni fa como La huella de tus besos.
  • Llegar de nuevo a las regiones: Hace mucho se perdió la conexión entre el canal Uno con las regiones. Y la que hay en los privados solo les sirve para comprar sus productos o “talentos” más vergonzantes, como Suso El Paspi. El Uno debe dejar de verse como un canal “bogotácentrista” y ofrecer una ventana a lo mejor de las regiones para ganar audiencia. La infraestructura ya está ahí, y con la TDT no hay excusas.
  • No más magazines de sofá: La idea ya pasó de moda, el formato del magazín matutino de tres presentadores y algunos invitados echando cháchara ya está mandado a recoger. Sobre todo, si en ese magazín hacen presencia personas como Hernán Orjuela, por ejemplo. No puedes competir con Caracol y RCN imitando las ideas caducadas de estos. Podría pensarse más en formatos que hace tiempo no se tratan como temas de moda y estilo –sin ser clones baratos de Estilo RCN-;  salud –que NO sean televentas encubiertas de menjurjes- sexualidad –sin caer en la chabacanería o la mojigatería- y no en formatos trillados como lo es Gente pelota (oh, un programa de gente golpeándose en la ingle, ¡qué novedad!)

Solo siguiendo estos consejos, el Canal Uno – o quien haga sus veces- podrá recuperar el sitial de honor que perdió hace casi 20 años. Incluso, me postulo yo para orientarles en ese camino, modestia aparte.

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