Puede que este sea el momento más elevado de la escénica presencia del Odio y sus avatares. Por ello, el día de hoy, a ustedes, buenos habitantes de la ciudad de las apariencias y de una Arborizadora que se hunde bajo el peso de una única figura posible, no les diremos que están locos, no es necesario, pero sí les gritaremos, desde el océano intangible de los valores que nos hacen personas, que TODO MUNDO, toda la comunidad internacional está observando. Hoy todos rechazamos los actos mezquinos, la cizaña deliberada, y las burlas que se transforman en delito y en criminalidad de odio. La misma esencia de la sociedad actual en un diferido lapso de acciones sociales, los rechaza como intolerantes. Los rechaza rotunda y categóricamente. Y es que, bien se dice que hay que darle progresión al alma y a la vida dentro de las mismas fibras de la cotidianidad. Por ello mismo Somos Nosotros los que miramos con pesar, incertidumbre y compunción su odio e intolerancia. Somos nosotros quienes alzamos la bandera de la libertad y de la humanidad. No somos nosotros, eso sí, los que sufrimos innecesariamente porque la felicidad es el único objetivo posible en cada segundo de existencia. De modo tal que sonreímos y sonreiremos a sabiendas de que haremos historia, y que esta contendrá el valor de la lucha y la energía de la voluntad expresada en derechos que con amor por lo humano y por la sociedad construiremos.
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