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Las formas de alimentarse del capitalismo y sus diversos niveles de acción




Las dinámicas del Capital se mueven, se actualizan y cobran forma en el campo social, a través de un circuito bastante complejo en el cual confluyen y se interrelacionan distintos niveles de existencia y explotación de la vida tanto humana como no humana. Partiendo de allí, bien podríamos afirmar que enfocar el capitalismo únicamente desde un punto de vista anclado en lo económico, es en gran parte limitar el espectro de fenómenos bajo los cuales opera dicho monstruo de colosal tamaño. Cabe citar, a modo de ejemplo de lo anterior, la visión teórica de Maurizio Lazzarato (2014), un autor que retoma las teorías de Félix Guattari (1993; 2001) para dar cuenta del hecho de que el capitalismo es mucho más que un sistema de circulación y producción, ya que  para dicho autor, dicho fenómeno es también un sistema semiótico de poder y hegemonía.

Nos dice Lazzarato (2014), al respecto, que los componentes semióticos del capital (es decir, el capital visto como fenómeno semiótico) poseen dos tipos de registros. El primer registro que atañe a la cuestión del capital como estructura semiótica (y no solo como fenómeno anclado en la circulación económica) es el registro de la representación, en el cual se encuentra “la lengua”, y en el cual, nos dice el autor citado, el poder de los signos lingüísticos da forma a las identidades individuales y sociales de acuerdo con ciertos esquemas y roles básicos (un registro que de hecho estratifica la identidad). El segundo registro semiótico del capital, es el registro maquínico, el cual consta, de acuerdo con Lazzarato (2014), de formas asignificantes como la moneda o los distintos aparatos de los que disponemos en la actualidad. Estas formas de poder asignificantes, cabe decir, están destinadas a mover los afectos, a controlar nuestros estados de ánimo o nuestros estados de opinión, de ahí que en la actualidad las estructuras de poder no puedan existir sin los medios de comunicación (Chomsky y Ramonet, 1995).

Hasta este punto bien podemos decir que el capitalismo tiene, además de un nivel económico de circulación y producción, un nivel semiótico en el cual también confluyen las distintas formas del capital. Sin embargo, puede que aun considerando dichos dos niveles, la visión que tengamos del capitalismo como fenómeno social siga siendo limitada. Es así como se presenta en este texto la idea de que el capitalismo contemporáneo tiene lugar en un circuito psicosemiótico en el cual se presentan múltiples formas de explotación de la vida. Antes de continuar, es necesario traer a consideración la crítica que Slavoj Žižek (2006) hace a lo que él llama “las filosofías de las posiciones marginales”, representada por autores como Deleuze, Guattari y Foucault. La filosofía de las posiciones marginales es la filosofía que sitúa la crítica al capital en la horizontalidad y en el hecho de que gran parte de la sociedad actual tiene forma de red con nodos intercambiables y superpuestos, y en el  hecho de que gran parte de la sociedad es líquida y difusa. Pues bien, dice Žižek (2006) que dicha filosofía es la ideología de las clases dominantes emergentes. Una filosofía que consiste en verlo todo difuso, para obviar el hecho de que la sociedad sigue estando estratificada y que aún siguen existiendo las clases sociales.

Žižek lleva mucha razón, al menos desde mi punto de vista, y en ese sentido es necesario no perder dicha característica del capitalismo si se quiere comprender dicho fenómeno sin hacerlo demasiado ajeno a las dinámicas reales de poder. No obstante, hay que tener en cuenta que no solo el nivel de circulación y producción económica genera estratificaciones. El nivel semiótico que se exponía líneas atrás con la guía de Lazzarato, también las genera, desde luego, tanto en su aspecto significante como en su aspecto maquínico que es, como ya se mencionó, el mismo ámbito asignificante.

Los distintos niveles del capital desde una indecidibilidad biosocial

Nos dice Mauricio Molho (1992) que el significante no refiere directamente a la experiencia sino al concepto que la subsume, ya que el significante es una señal, o una huella en términos derridianos. Todo significante siempre se halla relacionado con otro significante. No existen significaciones que tengan lugar por sí solas, y de esa forma bien podemos decir que para entender qué es un teléfono móvil debemos tener, de igual forma, cierta idea de lo que es la comunicación y qué cosas o deseos interiores nos motivarían a querer comunicarnos. El asunto en cuestión es que hoy día el poder de la significación es realmente gigantesco, y más aún porque el mercado nos bombardea continuamente con mensajes de todo tipo, y porque las dinámicas del capital se han apoderado de la industria cultural.

El universo de la significación, de hecho, es un universo en sí mismo sumamente estructurante, un universo, sin duda alguna, con gran poder. Es cierto que requiere de un entorno social, pero si tenemos en cuenta que en muchos grupos sociales las personas se saludan o se despiden de determinadas formas, bien podríamos llegar a decir que no solo en determinadas ocasiones las estructuras constriñen o moldean a los individuos, sino también el universo o el nivel de lo semítico en sí mismo. El poder de la significación, cabe decir, es tan grande que muchas veces se coloca por sobre lo humano, dando lugar, por ejemplo, a una desbiologización cultural por medio de la cual pueden desconocerse por razones culturales ciertos patrones de nuestra animalidad, como el hecho mismo de que durante gran parte de la historia se negara la existencia del placer sexual femenino (Guerrero, 20116).

La significación, así vista, estratifica. En ocasiones mediante la imposición de un régimen racial destinado a convertir personas en simples unidades de producción tal y  como sucedió en épocas del descubrimiento y la conquista de América (Quijano, 1992). Pero en otras ocasiones, la significación también estratifica mediante la imposición de un régimen especista y antropocéntrico mediante el cual muchos animales nacen únicamente para la explotación humana, negándoseles de esa forma su agencia natural.

Cabe mencionar que no es el propósito de este texto decir que esa característica de la significación de estratificar sea una característica negativa. Bien cierto es mucha veces las estratificaciones tienen lugar en ciertos procesos sociales de negociación y de acuerdo con los intereses de cada grupo social en juego, pero no todo debe reducirse a ese ámbito de relaciones de interés. Pueden existir estratificaciones significantes de otras personas, de los animales y en general de todo el amplio universo natural plural que existen básicamente porque sí, sin necesidad de convertir a lo demás en unidad de producción o extraerle algún provecho, y de cualquier forma esas significaciones pueden inferiorizar, deshumanizar, y, en general, negar la agencia de todo aquello que posee vida en este mundo.

De esa forma, es indudable que la significación posee características negativas, pero también las posee que son positivas. Los derechos humanos podrían ser un buen ejemplo. La defensa de ciertas ideas por vía de un adecuado pluralismo jurídico son un buen ejemplo de que la significación bien puede llegar a permitir estratificaciones que coloquen no precisamente a la explotación por encima de lo demás sino a la defensa misma de la vida. El problema, es que en la evolución jurídica del ámbito actual disponemos de un pluralidad de órdenes jurídicos demasiada antropocéntrica y muy poco biocéntrica. Como nos recuerdo Boaventura de Sousa (2009), el pluralismo jurídico puede ser utilizado como herramienta de represión, de hecho la misma democracia contemporánea da forma a un régimen democrático de dominación, de acuerdo con Gabriel Alejandro Soltonovich (2010), es decir, el discurso democrático se utiliza actualmente para seguir manteniendo focos de pobreza y desigualdad en oportunidades. Por ello mismo, el mundo actual pide a gritos una pluralidad de órdenes jurídicos basada en la interculturalidad, más aun si consideramos que el poder de lo intercultural para permear significaciones, tiene, asimismo, el poder de luchar contra aquellas estratificaciones que subordinan a grupos sociales determinados.

Es decir, la interculturalidad es una herramienta de lucha contra la desigualdad social, pero ¿cómo combatir la desigualdad presente en los distintos regímenes de la vida? Es decir, como combatir la negación de la agencia de los animales y de los entornos naturales que se explotan de forma inmisericorde. Pues si la interculturalidad tiene efectos positivos en el medio social, la pluralidad de órdenes jurídicos debe basarse también en otras herramientas como lo es el biocentrismo. Sería interesante poder hablar incluso de un biocentrismo intercultural. El capitalismo, cabe recordar, sobrepasa lo económico, y en su accionar se mezcla con el fenómeno industrial, las máquinas, desde luego, poseen su propia agencia, gran parte de la cual se la otorgamos las mismas personas con nuestra libido y nuestra subjetividad al utilizar los medios actuales para definirnos a nosotros mismos, de esa forma la simbiosis máquina-capital se sirve de nuestra psique. En otras palabras: el capital se alimenta de nuestra psique, se alimenta de la explotación humana y se alimenta de la explotación de los distintos regímenes de la vida. Y lo peor de todo, es que aun cuando logremos crear sociedades sin pobreza o desigualdad social alguna, si permitimos que la estructura industrial siga explotando a los animales y a los demás seres vivos, las dinámicas del capital seguirán presentes, seguiremos siendo en cierto sentido seres especistas y explotadores.

Y para terminar, no hay que olvidar que dichas formas de alimentarse del capital se mueven en un circuito sumamente complejo donde no solo tiene lugar el nivel económico, sino el nivel semiótico e incluso el nivel psíquico. Solamente el nivel semiótico encierra en sí un grado de complejidad tremendo. Como ya se mencionó el universo de la significación puede tener aspectos tanto positivos como negativos, es decir, es indecidible, o en otras palabras, a través del mismo pueden constituirse cadenas de significación que no se dejan comprender en la oposición filosófica binaria y que no obstante la habitan, la resisten, la desorganizan, pero sin constituir o llegar a configurar en ningún momento un tercer término (Derrida, 1977). La significación, por tanto, puede tener aspectos positivos o negativos para la vida, pero no es esencialmente ni positiva ni negativa. Lo positivo se configura mucha veces cuando lo intercultural y lo biocéntrico comienzan a hacer parte de los órdenes jurídicos plurales y, desde luego, del mismo imaginario cultural de las personas, pero siempre desde la construcción de un bien común. Puesto que es el bien común lo que puede extraer de la pluralidad y de la diversidad, estratificaciones positivas en materia de derecho, por ejemplo.

La significación, por si fuera poco, y como bien se puede deducir de lo hasta aquí dicho, posee su propia agencia. La industria posee su propia agencia. La modernidad posee su propia agencia. Pero, sobre todo lo demás, aquel monstruo llamado capitalismo también posee sus propios niveles de agencia.
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 Autor: Miguel Ángel Guerrero Ramos



Bibliografía:
Chomsky, N. y Ramonet, I. (1995). Cómo nos venden la moto. Información, poder y concentración de medios.
De Sousa Santos, B. (2009). Sociología jurídica crítica para un nuevo sentido común en el derecho. Bogotá: ILSA, 2009. p.581, Colección En clave de Sur.
Derrida, J. (1977). Posiciones. Entrevista con Jacques Derrida, Pre-Textos, Valencia.
Guattari, F. (2001). Caosmosis. Buenos Aires: Manantial.
________  (1993). "A propos des machines", en Chimeres, nº 19.
Guerrero Ramos, M. A. (2016). Teoría crítica de la indecidibilidad biosocial. (La consciencia dialéctica de la jerarquización simbólica). Eumed.net
Lazzarato, M. (2014). El "pluralismo semiótico" y el nuevo gobierno de los signos. Homenaje a Félix Guattari. (eipcp) instituto europeo para políticas culturales progresivas. 23/06/2014 0:13.
Molho, M. (1992). Para una lingüística del significante. AIH Actas XI, Centro Virtual Cervantes http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/11/aih_11_1_005.pdf
Soltonovich, G (2010). La democracia y su oxímoron. Notas sobre el concepto de régimen democrático de dominación. Humberto Restrepo Domínguez (Director), Teoría crítica de los derechos humanos. M. H. Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Žižek, S. (2006).  Órganos sin cuerpo, sobre Deleuze y consecuencias. Valencia: Pre-textos.















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