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El argumento de autoridad

 

Dicen que es uno de los principios básicos de la retórica. A falta de argumentos lógicos que apoyen o contradigan una afirmación, se acude al veredicto de alguien supuestamente entendido en la materia o con el prestigio suficiente como para emitir un juicio fiable. El argumento de autoridad puede entonces convertirse en una falacia, al primar la opinión sobre el razonamiento, por mucho que dicha opinión venga de buenas fuentes.

Y sin embargo, cuando algo va bien, cuando las evidencias, y los resultados, son palpables e irrefutables... muchas veces no nos basta. Buscamos en las hemerotecas, en las páginas de Internet, en cualquier lugar, a la postre, esas declaraciones, esas palabras de los gurús, de los "entendidos",  de los expertos, que confirmen lo que ya sabemos. Como para dejar claro algo que, en realidad, no necesita de tal verificación.

Aunque al final, puede que más que un deseo de confirmar algo con la opinión ajena, lo que buscamos en realidad sea una exaltación de nuestro orgullo. Ya sabemos que tenemos razón, ya sabemos que somos los mejores, pero queremos ver, escuchar, leer cómo los demás lo dicen también. Sería entonces una satisfacción añadida a una teoría, no un deseo de ver confirmada la misma.

Así que ahora están los foros blaugranas henchidos de satisfacción porque una revista del prestigio e influencia de Newsweek lleve a su portada y como el principal artículo de la semana al Barça, preguntándose claramente si este equipo es el mejor de la historia. Y no hay nada malo en ello; en que nos guste, o nos "preste", como decimos en Asturias. No sólo está bien el ser bueno en algo, sino también en el que otros te lo digan. Es, como decía antes, una satisfacción añadida.

Pero lo que no debe ocurrir es que esta satisfacción se convierta en un argumento de autoridad, la necesidad imperiosa de que alguien importante te diga lo bueno que eres o la razón que tienes. Hay que tener presente siempre que si se ha abierto el debate sobre si el Barça es, o puede llegar a ser, el mejor equipo de la Historia, tal cosa no ocurre por que lo diga Newsweek, Pelé o el mismísimo Aristóteles redivivo. El debate esta ahí porque los hechos lo avalan: el juego presentado y los resultados obtenidos, sumados a una admiración general de especialistas y, sobre todo y ante todo, de aficionados.

Si somos capaces de ser racionales y no basar nuestra fuerza en la opinión de otros, por mucho pedigrí que tengan, no es malo regodearse un poco en la pleitesía que rindan los que presuntamente saben. Sin necesidad de convertirles en el argumento de autoridad que apoye una teoría, "presta" que gente importante te diga lo guapo y bueno que eres. Sería la tercera pata del banco de aquel famoso aforismo: la mujer del César ya no sólo tiene que ser buena, y no sólo tiene que parecerlo; aparte de esto, los demás tienen que proclamar a los cuatro vientos lo buena que es.

Adeu i bona sort.


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