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OLVIDAR

Olvidar es un acto inconsciente. Cuando pretendemos domesticarlo nos exponemos a recordarlo perpetuamente. Solo la aceptación es capaz de enjaular el “no olvidar”. (Anónimo)

Maestro y alumno se paseaban por el jardín del conocimiento cuando el joven se paró y preguntó:

-¿Maestro por qué me olvido de aquello que quiero recordar y siempre me acuerdo de aquello que pretendo olvidar?

- Es una buena pregunta, joven, ¿por qué crees tú que te sucede tal cosa?

- Bueno, se me ocurre que es mi memoria quien juega conmigo a mi pesar.

- Es posible. ¿Pero no podría ser también que pretendas ser, infructuosamente, maestro de tus deseos y acabes siendo esclavo de tus pensamientos?

- Es posible maestro pero no estoy seguro de entenderle…

- Había un reino en el que el rey tenía a su hijo mayor como la joya de su vida. Este, de salud frágil, enfermó y el rey se entristeció. Oro por su hijo sin cesar, le pidió a todo su pueble que se uniera a él en sus plegarias y así lo hicieron todos sus vasallos pero el niño empeoró y murió. Ese día se le quebró el corazón al rey y toda su esperanza se transformó en amargura y resentimiento hacia Dios. Le había quitado su razón de vivir. No había escuchado sus súplicas. Pasaron 7 inviernos oscuros y tenebrosos en los que el rey estuvo corroído por todos sus pensamientos tan tóxicos como virulentos. Todo el mundo le invitaba a olvidar lo sucedido, a pasar página, tenía un nuevo heredero pero este para él era tratado como culpable de la muerte de su hermano. Un día que se paseaba por los bosques de sus alrededores sumido en la melancolía de su terrible pasado se cruzó con un anciano que parecía perdido y le preguntó

- ¿Dónde va usted, parece perdido?

- No lo sé, le contestó el anciano, creo que me he olvidado de mi camino.

- Pues tiene usted mucha suerte porque yo llevo años intentando olvidar y no hay manera.

- Tal vez sea porque pretende hacer algo que no está en sus manos en lugar de aceptar que por muy alto que uno este en este mundo hay cosas que no son de nuestra potestad. Mire, yo, soy amo y señor de mi cuerpo y no me acuerdo por qué estoy aquí.

- Entonces ¿qué cree usted que sería lo correcto hacer? ¿Acaso sabe usted más que todos mis consejeros?

- No piense mi señor que un pobre anciano como yo sea capaz de tal osadía. Solo que mis años me han enseñado que aquello de lo que uno no puede librarse siempre tiene la potestad de aceptarlo. Yo por ejemplo, no tengo memoria y lo curioso de ello es que no consigo olvidarme de que no tengo memoria. Estuve mucho tiempo enrabiado por ello hasta que descubrí que podía desarrollar esta capacidad aceptando su presencia y haciendo de ella, que fuera una parte positiva e importante de mi vida. Hoy, vivo con la alegría de poder pensar de nuevo sin el lastre de lo que me ha ocurrido hace un tiempo. Es un peso que los hombres no son siempre capaces de llevar y Dios me ha librado de él.

- Bueno eso es fácil cuando uno no tiene responsabilidades pero yo soy el rey y no soy capaz de olvidar aquello que me corroe el corazón haciendo que mi reino se resienta de ello.

- No tengo memoria pero sé ver dentro de los corazones y el suyo ha sido marcado por una perdida irremplazable. ¿No?

-Así es pues…

- Pues no la remplace, solo hágale un lugar en su corazón que le permita recordar lo bueno de lo malo. Sepa encontrarlo porque siempre lo hay. Solo así podrá ver que para los hijos de Dios todas las cosas obran para bien. Y sí esto es cierto, y lo es, todo su resentimiento se transformará en agradecimiento a Dios. Debe ser consciente que olvidar no está a nuestro alcance conseguirlo, pero perdonar sí y perdonarse a sí mismo es muy importante.

- También tendré que perdonarle a Dios…

- No se equivoque, ni usted ni yo, ni nadie tiene potestad de perdonar a Dios porque el perdón es para aquellos que erran y Dios es perfección, pureza infinita y bondad absoluta. En todo caso pídale que le perdone a usted y restaure su corazón solo así conseguirá recuperar las riendas de su reinado y de su vida. Mire aquel gorrión que se aleja detrás de usted, haga que su amargura haga lo mismo y le abandone.

Y el rey se giró y vio el pájaro alejarse. Cuando se volvió para contestarle al anciano, este había desaparecido. Tuvo una sensación curiosa. Habría un antes y un después tras este encuentro para el rey. Se sentía aligerado de la pesadumbre que lo había cargado todos estos años. La luz del bosque era más intensa y resplandeciente que hacía unos minutos. Su mirada había cambiado y su corazón había sido restaurado. Sintió una necesidad imperiosa de arrodillarse para pedir perdón a Dios y orar para darle gracias por su Gracia y su gran misericordia. Estuvo en el bosque orando hasta el atardecer y cuando volvió al castillo todos supieron que el rey, el de verdad, había vuelto. Todos estos años solo fuero un mal recuerdo que si bien nunca se olvidaron sí sirvieron al rey, y también a todo su reinado, para recordarles que la mejor forma de olvidar es recordándose, sin amargura ni resentimiento, de todo aquello que nos ha sido gravoso para sacar de ello lo bueno que siempre nos deja.

El alumno estaba como embrujado por la historia y se despertó de repente de su letargo.

- Otras maestro, entiendo ahora lo importante que es no querer olvidar mas sí recordar con amor aquello que no nos gusta para que nos enriquezca.

- Tú lo has dicho joven, nuestras vidas son como una cuerda que se rompe a cada avatar que nos sucede o provocamos y para poder continuar debemos hacer un nudo lo que hace que nunca más será una cuerda lisa. Pero eso contrariamente a lo que uno podría pensar hace la cuerda más fuerte siempre y cuando sepamos aceptar y recordar el por qué de cada suceso positivamente. Dios nos pule a cada paso, a cado nudo que alimenta nuestra cuerda. Ah!!! Y por cierto no te olvides de esta historia, jajaja…

Y maestro y alumno continuaron su paseo riendo y comentando la historia.

28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.(Romanos 8:28)
Que Dios os bendiga, Alfons
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