Ayer fue un día muy bendecido. Dios nos habló nuevamente acerca del sentir de su corazón; la importancia de orar, para que El sensibilice nuestro corazón y nos dé cada día, más compasión por los perdidos. Dios nos hablaba de un gran mar y de la inminencia del peligro. Así están las personas en nuestra zona y Dios está queriendo que seamos atalayas para esta generación, anunciando el peligro de perder la vida. También nos hablaba de un río de agua de vida que por donde pasa lleva sanidad, donde todo lo que toca vive y finalmente llega al mar. Nosotros estamos en ese río y eso es tremendamente trascendental para nuestra sobrevivencia. Más, estamos ahí porque ese río llega al mar - que representa el mundo - y desemboca allí llevando la gracia del Señor y llevándonos también a nosotros. Tenemos un gran privilegio, ser testigos a nuestra generación de la poderosa obra de Dios.
También Dios nos habló de que el sonido de nuestra adoración al Señor, sería escuchado en toda la región y llegarían multitudes que se irían acercando, con harapos, ropas sucias, enfermos, necesitados, ciegos,etc y serían sanados y salvos por Su presencia en medio nuestro. Señor ¡ayúdanos a perseverar en el bien hacer!. Ayer Dios se reveló de una manera sorprendente y generosa. Volvió a llenar nuestros vasos y nos infundió fe para seguir.
También Dios nos habló de que el sonido de nuestra adoración al Señor, sería escuchado en toda la región y llegarían multitudes que se irían acercando, con harapos, ropas sucias, enfermos, necesitados, ciegos,etc y serían sanados y salvos por Su presencia en medio nuestro. Señor ¡ayúdanos a perseverar en el bien hacer!. Ayer Dios se reveló de una manera sorprendente y generosa. Volvió a llenar nuestros vasos y nos infundió fe para seguir.
