iter estaba a punto de ser capturado, su ser racional sabía que no había escapatoria, pero su espíritu se rebelaba ante cualquier destino inapelable y él seguía corriendo con todas sus fuerzas, luchando contra la maleza que le impedía avanzar, dispuesto a defender su vida con uñas y dientes. -¡Piter! ¡A cenar! ¿Por qué sucedía siempre en el momento más apasionante? Parecía como si su madre