Se dice que el Odio genera más odio, pero cuando el que genera más odio está dispuesto a morir matando, y además es de dentro del mismo pueblo que la victima, es muy difícil, casi imposible de poder controlar.
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Todo tiene su origen en la segunda invasión a Irak. Es cuando aparece Al Qaeda de la mano de Osama Bin Landen, consecuencia de aquellos tres genios del mal hacer, llamado el trío de las Azores, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar, que se empeñaron en encontrar armas de destrucción masiva en suelo de Irak.
De ese odio hacía occidente se constituye el Estado Islámico que sin tardanza pasa a Siria cultivados por la oposición al dictador sirio Bashan al-Ásad. El resto de la historia, la tenemos día a día, contando muertes y destrucción.
¿Cómo se piensa, no ya acabar con la guerra de Siria, qué eso lo harán cuando quieran, sino con lo que se inicio a finales del primer milenio y que ya en el primer cuarto del segundo, continua sin control, el terrorismo?
Es como el fuego que arde en el bosque en verano, solo la providencia de la lluvia lo puede apagar.
Mientras sigamos pensando que solo con el odio a los terroristas, más las leyes que creamos para el castigo, lograremos acabar con el terrorismo, no alcanzaremos nada a cambio y mucho menos la paz.
La Unión Europea tiene algo a decir ya que, entre el trío de las Azores se entre mezclo un cuarto, el entonces Presidente de la Comisión Europea, el portugués Primer Ministro de Portugal que actuaba de anfitrión, José Manuel Durao Barroso.
La UE, ahora, es quien está sufriendo las consecuencias de la estupidez de la desestabilización política de Irak.
Provocar la guerra terrorista e intentar acallarla con odio.
El trío de las Azores no supo ver que el odio que se combate con odio solo genera más odio. Las gentes de la calle pagamos las consecuencias.
