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El adiós de los bancos

De un tiempo a esta parte vemos como los Bancos cambian. Han pasado de la tradicional ventanilla donde nos acercábamos con nuestra cartilla de ahorro, o con nuestro talonario para sacar dinero. Dinero que previamente habíamos ingresado en la misma ventanilla, cada sábado, después de haber cobrado la nomina. Más tarde paso a ser mensualmente.

Ya después solo íbamos para retirar lo que nos quedaba, después de haber pagado los créditos que teníamos con el banco previo letras firmadas y con gastos, por la compra del piso, el coche, la lavadora, el frigorífico, el televisor, etc. Para entonces ya se habían suprimido las ventanillas y había mostradores.

Ahora, ya no hay nada de todo eso. Proliferan los cajeros, las oficinas cierran, y solo están para quienes pueden pedir una hipoteca, a quién se la den; un crédito si tienes respaldo o aval, y, sobre todo, eso es lo más importante, son oficinas de seguros. Te aseguran, el coche, la casa y supongo que todo lo que sea asegurable. Dentro de poco no nos tiene que extrañar si vemos como nos venden, la lavadora, el coche y hasta el ¡federico! si es necesario.

Entras en una oficina bancaria, donde antes estaba Don José que te atendía y te aconsejaba, y además te fiabas, porque podías hacerlo, y tienes que ir con la mano en la parte donde termina la espalda –en el culo, con perdón- por si acaso, ya que para que alguien te de los buenos días tienes que pagar, y sobre todo ir al tanto de que no te enchufen  a la corriente de 380 voltios de las preferentes.

De todas maneras es muy curioso esto de la tecnología digital y 3D, y otras cosas . . .  Verán, el otro día, el 24, saben que los pensionistas en algunos bancos nos adelantan la pensión al día 25, pues bien, me había quedado sin montante para mis carajillitos que me acompañan en las partidas diarias del dominó, me acerque tranquilamente a un cajero, ¡oigan! todavía no le había enseñado la tarjeta y ya me pito, y medio el pantallazo; puse mi dedo índice sobre el lugar que decía 20€, la máquina empezó a trajinar y ¡zas! asomo una mano en 3D, y me hizo la peineta . . . . ; del dinero, nada, de nada.

A donde nos va a llevar tanta tecnología.




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