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Calabazas en el Trastero: Fútbol

Para su decimoquinto volumen, los artífices de Calabazas en el Trastero optaron por un tema bastante alejado de aquellos a los que habitualmente tienen acostumbrados a los seguidores de la serie. Así que en lugar de algún subgénero o cliché clásico del Terror estamos ante lo que probablemente sea la primera antología que exista sobre literatura de terror futbolístico. Y por extraño que parezca, el tema da mucho más de sí de lo que cabría esperar.

Ya la inquietante portada a cargo del siempre tremendo Pablo Urías deja claro que es posible mezclar el balompié con la cara más escabrosa del género. Y la reflexión que Roberto J. Rodríguez deja en el prólogo, donde recapacita sobre el afilado borde que delimita la excitación y la euforia típica de un estadio con el pánico y el terror, no hace más que reforzas aún más esa perspectiva.

 

Debut y gol (Daniel Garrido Castro)
La tensión de un jugador en el campo parece vaticinar la desgracia en un partido que debería ser su mmento de gloria. Trágico, bien llevado y aunque no termina de ser redondo del todo logra conmover al lector.

 

Como una tarde de domingo cualquiera (Ángeles Mora)
En un tiempo en el que el fútbol ha sido prohibido y ha pasado a ser un deporte clandestino, un antiguo jugador quiere mostrarle a su hijo la emoción del mismo. Tirando de la cara más brutal del fútbol la autora construye un relato que lleva ese aspecto al extremo, quizás el desarrollo se hace algo lento, pero consigue un final sólido y muy coherente con la historia previa.

 

¿Qué quieres ser de mayor? (Santiago Eximeno)
Un hombre empieza a contar su trágica historia mientras echa de menos a su camarera habitual. Eximeno vuelve a algunos de sus lugares comunes construyendo una historia terrible (y terriblemente cotidiana por desgracia) con la que consigue acongojar al lector, además de hacer gala del negrísimo sentido del humor que tiene.

 

Aserradero (Alejandro Valiente Lourtau)
Un joven viaja a Guinea Ecuatorial para seguir los pasos de su abuelo décadas atrás. Pese a que se puede intuir el desenlace el relato resulta entretenido y consigue mantener la tensión que destila con una ambientación opresiva y muy bien dibujada.

 

La suerte del campeón (Héctor Gómez Herrero)
Tras un encontronazo con un compañero de entrenamiento la vida de un muchacho de todo un giro. Por razones evidentes no comento este relato.

 

El hombre vacío (Óscar Muñoz Caneiro)
Un policía retirado y un joven espectador de un partido de fútbol parecen mostrar reacciones completamente opuestas ante dicho deporte. El relato se va desenvolviendo poco a poco, manteniendo al lector en una delicada incredulidad hasta cerrar con un final extraño y sorprendente.

 

Cinturón Rojo (Óscar Pérez Varela)
En un futuro Madrid el fútbol parece una válvula de escape ante la represiva sociedad controlada por los bancos. El relato lleva lo distópico hasta el extremo cayendo al final en lo puramente esperpéntico.

 

¿Has visto alguna vez caer la lluvia? (Miguel Martín Cruz y Gema del Prado Marugán)
Un detective investiga los extraños accidentes en los que tres jugadores se han visto involucrados. Entretenido y ligero, mezclando con soltura los clichés del género detectivesco con algunas pinceladas sobrenaturales.

 

Equipo visitante (Fernando Lafuente)
En un partido intergaláctico, el equipo de un recientemente descubierto planeta pierde por goleada ante otro mucho más hábil en el campo de juego. Pese a que se intuye el giro final, algunas de las ideas vertidas al principio del relato resultan bastante atractivas.

 

La ofrenda (Santiago Sánchez Pérez -Korvec-)
Justo antes de un Barcelona – Real Madrid, un ex-toxicómano recibe un extraño encargo. Relato delirante, sobre todo en sus compases finales, que consigue entretener mucho al lector según va desvelando una historia cada vez más inverosímil.

 

Gol de oro (Raúl Gómez Lozano)
El padre de un niño que murió a causa de una bengala en un partido de fútbol logra cambiar totalmente dicho deporte y provocar un inigualable impacto a nivel mundial. El relato resulta algo atropellado, más una enumeración de hechos que una historia en sí, pero es difícil pensar que pudiera plantearse de otra forma. Aun así, mantiene al lector a la espera de algo que quiebre tanta dicha desde la primera línea a la última.

 

El factor campo (Aitor Solar)
Un hombre debe trasladarse por trabajo unos días a una pequeña capital de provincias, cuyo equipo de fútbol vio tiempos mejores. La primera parte del relato dibuja muy bien esa ciudad pequeña, triste y en decadencia, pero la segunda parte termina siendo una clásica historia de miedo para contar alrededor de una fogata, es justo lo que parece buscar el autor y como tal funciona muy bien, pero quizás el haber mantenido ese tono inicial habría hecho del relato uno mucho más redondo.

 

Castigo disciplinar (Juanfran Jiménez)
Cuando el balón de Santi termina en el patio del “muerto” por culpa de Lucas el muchacho no es capaz de reunir valor suficiente como para recuperarlo. Un relato que no sólo retrata a la perfección la crueldad y la rivalidad propia de la infancia, sino que es capaz de dibujar la crudeza del mundo adulto vista desde los ojos de un niño con una soltura tremenda.

 

Tal vez éste no sea el Calabazas con mayor nivel de todos los publicados hasta la fecha, pero sí es probablemente el más variado. Cada autor logra un acercamiento completamente distinto a un tema que a priori resultaba tan poco cercano al terror, lo cual ya es todo un logro en una antología que acota tanto la temática. También cabe destacar que es uno de los pocos números de Calabazas en el Trastero que he leído hasta hoy donde el terror busca principalmente su raíz en lo cotidiano. Por primera vez un número más que representativo de autores ha sacado a relucir lo más terrible del hombre en lugar de buscar una causa sobrenatural para inquietar al lector. Tal vez hacía falta un tema tan mundano para enfrentarnos a esta clase de terror.

En lo personal, son justmente los relatos que ahonda justamente en ese terror tan humano los que mejor funcionan del volumen, tanto ¿Qué quieres ser de mayor? como El hombre vacío son dos relatos muy bien ejecutados, pero por encima de todos destaca el broche final del número, Castigo disciplinar, que no desmerecería ninguna antología, de género o no, en la que estuviese incluido al ser capaz de mostrar de forma increíblemente sutil las distintas caras que todos tenemos, y como todos somos en parte monstruos.



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