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Salir con un tío bueno



Hay dos tipos de tíos buenos:
Por un lado están los que son guapos y tienen buen cuerpo. Como por ejemplo mi vecino de al lado. Es un tío alto, delgado, ojos bonitos, sonrisa arrebatadora, voz grave y maneras simpáticas. A mí no me pone nada, pero hay que ser justos y reconocer que el tío es un bombón.
Y por otro están los que sin entrar en los cánones perfectos de belleza, logran hacer conjunción de varios elementos que los hacen superatractivos.
Como por ejemplo Nuestro amigo guiri. A primera vista es un tiarraco de impresión, pero si lo miras con lupa dirás oh, si tiene la cara redonda que disimula con esa barba, si tiene barriguita y algo de lorcilla, si está un poco bizco... Pero vamos, que lo ves aparecer y es de los de hacerse la muerta.
Ambos tipos de tíos buenos están buenos... y lo saben.
Y los demás también lo sabemos.


El guiri ha venido a pasar un finde a Madrid y tocaba sacarlo de copas.
¡Bien!
Porque mira, lo de salir de ambiente yo cada vez menos. Entre que ya tengo una edad, que mi maripandi se va a casa después de cenar, que vivimos en el culolmundopuntocom, que a Tx no le gusta nada salir y que, qué coño, que en cuanto te descuidas se te van sopotocientos euros... poquito.
Así que a convencer a Tx y ¡oh casualidades! este finde venían también unos Amigos de provincias y otros de ultramar estaban de paso. Total, que nos juntamos un grupillo muy ecléctico para dar una vuelta, ya que casi nadie se conocía.

Aparecimos en el nuevo bar Fraggel Pop de la calle Regueros, lo que era el Búho Real de toda la vida. Bien porque a primera hora hay hueco para un grupo amplio y luego controlan el aforo. Bien porque siempre encuentro a gente a la que saludar.  Porque aunque se salga poco, si siempre frecuentas los mismos locales al final casi todo el mundo te suena. Y mal porque en el nuevo local siguen cayendo en el cutrerío del original. Vale que aún no estamos en verano, pero hacía calor y hay aparato de aire acondicionado. Y luego lo de la selección musical de "sólo early 80's". Es como una fiesta de hace 30 años. Pero con vídeos bajados de youtube con calidad penosa y una calidad de sonido ínfima. Se lo hemos comentado a nuestro amigo que trabaja allí y se encoge de hombros.



Pero bueno, nosotros estábamos a lo nuestro... y entonces comprobamos lo guay que es salir con un tío bueno en el grupo. Primero, las provincianas se lanzaron a sobarle de mala manera (educadamente, eso sí) y luego menudo cisco que se originó a nuestro alrededor. De golpe todos los "conocidos de hola y ya está" querían entablar conversación. Y hasta las estrellitas de ambiente bear que siempre van mirando al cielo revoloteaban e incluso pretendían interaccionar gracias a la música o baile. Muy divertido.

Entonces llegó ELLA. Ella está cachas, tiene el culo como una piedra y unos pectorales de escándalo. Y lo potencia poniéndose unas camisas apretadísimas (de cuadros, of course) que le marcan los pezones y unos pantalones que no dejan nada a la imaginación (ni por detrás ni por delante). Si estuviéramos en un bar hetero y fuera una tía, a todos nos saldría el punto machista y diríamos "menudo putón va hecha", pero como somos hipócritas y estamos en un lugar de maricones, diremos "qué bien puesto lo tiene todo". Porque somos muy arrastrás, qué coño.


Ella es uno de estos amigos de amigos de amigos. Nos vemos de tardísimo en tardísimo y nuestra conversación se suele limitar a un hola, qué tal, bien y tú, pues aquí dando una vuelta y punto. Pero claro, en cuanto nos vio se acercó sin dudar.

Y puso cara conjunta de incredulidad y zorrez, entrecerrando los ojos y moviendo un hombro hacia un lado mientras su cabeza se inclinaba hacia el otro. No sé si me explico, inténtalo tú en el espejo hasta que te salga. "¿Y éste quién es?", me preguntó. Y yo puse mi cara de vacío cerebral y frivolidad absoluta, sonreí, me di la vuelta y se lo endilgué al Tx, que mira, paso total de darle conversación ni de presentarle a nadie.


Ella y su mejor amiga del momento no pararon de criticar a todos, incluyéndonos a nosotros (lo sé porque uno de los amigos de ultramar que ellos pensaban que no nos conocía estaba a su lado y con la calidad de sonido del local oyó perfectamente su conversación). Bobas, pero al menos acuñaron una frase que ya ha quedado para la posteridad: "¡Para qué están los gimnasios!"

Al segundo pedo redondo en boca, amplio de recorrido, con retrogusto podrido y aromas cítricos que alguien dejó caer en el local, nos fuimos. Bearbie, I want to go to Bearbie! gritaba el guiri que, como todos los guiris, llevaba ya cuatro o cinco copas encima. ¡Es que en España el alcohol es barato y en cada trago te ponen mucho! Se justificaba.



Por lo menos en la planta alta del Bearbie se puede respirar (esos techos altos, qué maravilla, por favor), y la música es de actualidad pop. Y allí nuestro guiri se desmelenó. Es verdad que hubo que explicarle quién era Alaska cuando sonó "Espectacular" y que debía haber habido una amenaza seria por parte de los agresivos fans de Mirela, porque eso de que sonara el "Contigo, bailalalá" es de fiesta de patio de secundaria en cole de monjas. Pero bueno, básicamente bebió, bailó, bebió, se lo pasó pipa, bebió y se quitó la camiseta, provocando una reacción en cascada y mareos varios. Porque tendrá sus defectos, pero nuestro guiri tiene las tetas mejor puestas al oeste de los Urales. Yo, por supuesto, no me quité la camiseta, que tengo una rePUTAción que mantener. 

Y aquí ya las interacciones con los aborígenes se multiplicaron. Divertidísima la loca del coño borracha perdida que se metió entre nosotros y se arrodilló pidiendo que le hiciéramos de todo mientras sus amigos la arrastraban fuera. Gracioso el grupo de rugbyers que realizaban bailes de cortejo de urogallo pirenaico alrededor del guiri.



Y claro, entonces llegó ELLA. Y, ni corta ni perezosa, pasó de su nuevo mejor amigo y se metió en nuestro grupo. Tx y el de ultramar no paraban de decir: "no sabemos para qué están los gimnasios". La noche siguió y ya llegó el momento de largarnos, que las señoras bien señoras fetén estábamos ya cansadas. Por lo que me dijeron, se siguieron produciendo interacciones y presentaciones de "oh, a partir de ahora vamos a ser íntimos aunque no nos volvamos a ver". Por las informaciones recibidas, hay quien dice que unos se fueron a sus hoteles cinco minutos después que nos retiráramos nosotros y otros aseguran haber oído comentar la posibilidad de ir a otro local más canalla a finiquitar la noche. Eso sólo lo saben los dioses y Alba Carrillo.

En definitiva que gran noche, que hasta Tx se divirtió muchísimo en una disco (él que se queda sentado en un rincón habitualmente) y que es muy divertido sacar a un buenorro desconocido (que si no nadie te hubiera hecho caso, mocha mayora tonta y gorda).


El guiri se lo pasó bien.
Y nuestro vecino guapo también, que las paredes son de pladur, ya son muchos años al lado y nos damos cuenta perfectamente cuándo folla con alguna que no es su mujer. "Qué te apuestas a que dentro de cinco minutos se oye la puerta de la calle", me dice Tx. ¡Bingo!

Ayyyyy, para qué estarán los gimnasios.




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