Mi voz es un delgado hilo de multitudes, una razon para transfigurar demonios, un motivo para dimitir de la mayoria de las razones que me aquejan. En esta interminable secuencia de suenos inconclusos, que somos sino una pirueta en la arena humeda, sombras divagando entre ilusiones perdidas. Con esa certeza zumbado entre mis suenos, me pregunto quien eres tu, quien yace tras estos innumerables espejos, quien palpita por doquier como llevados por un desenfreno colectivo de razon y humanidad. Me corresponde una parte de la locura, un trozo de desquiciada pseudo-libertad, me corresponde una herida sublime, un reglon borroso en esta historia sin fin. Una gota palida y transparente danzando entres las corrientes profundas de este oceano de deseo y anhelo.
El alfa y el omega, el principio y el final, el origen y el destino, incoherencias ironicas. No conocemos el arco, y como una flecha minuscula vamos a ciegas tentando la pared difusa. Desconoces limitaciones y vas volando a ras de suelo, como desafiando el valor ultimo de creer, aquella infima conviccion que da la confianza, esa fuerza sutil y poderosa que flota entre tus rincones.
Y aunque aun se inclinen las rodillas a rozar la sangre ajena,
aunque aun levantemos el filo de nuestra indiferencia con mordaz alevosia,
aunque aun desviemos la mirada huyendo como despavoridos de la tribulacion de otros,
aunque aun tu no te reconozcas en mi sombra y en la de todos los otros,
aun asi, algo se yergue en tu adentro y en el mio,
como un baluarte de mil batallas perdidas,
tu fe y la mia y la de todos, basta para meter la mano en la tierra contra rocas y volcanes,
contra el augurio mas funesto, y permanecer con la mas firme de las sonrisas,
porque la humanidad es un gesto lanzado al aire, un suspiro lejano flotando en la oscuridad,
una poesia de platonico amor, de intangible deseo,
pues que asi sea, nuestros latidos unidos retumban en esta profundidad inmensa,
tu verdad y la mia y la de todos nosotros, por siempre.
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