De pequeña aprendí que cuando uno habla y promete o expresa algo que tiene que ver con una segunda o tercera persona, se debe cumplir lo trasmitido.
Pero en estos días que poco o nada vale un yo te prometo, un me interesa, un sí quiero... en fin es una arruga más a la vida, aliviado para quien se libra de ello pero decepcionante para quien creyó en ello. ¿Irónico no?, porque si cada promesa nuestra sería un cheque, cuantas deudas tendríamos en la vida, me incluyo no por practicarlo constantemente sino ¿porque quien alguna vez, no devaluó o prometió algo y no lo cumplió? A veces somos generadores y otras veces portadores.
Volviendo a la metáfora llego a la conclusión que tenemos deudas pendientes en nuestras vidas y si "las olvidamos", estas pasan a ser ilusiones robadas, es decir quién no le robo algo a alguien, que por no ser tangible no deja de ser una posesión.
Ahora vayamos a las causas que vendrían a ser inmadurez quizás, facilismo, desinterés, aparentar e inconsciencia del valor; mientras el que expresa no valora a la otra persona, esta otra valúa de sobremanera los gestos de promesas.
La conclusión es que si ambos tuviéramos claro el valor de cada acción que hacemos cada día, seriamos buenos contribuyentes de la vida, ¿Es posible hacerlo?