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100 canciones con versos cuestionables (Sexta parte)

Continuando con mi lista de Canciones con versos cuestionables, te recuerdo que el propósito de este ejercicio es que aprendas a utilizar tu mente a la hora de escoger las canciones que como equipo de alabanza van a cantar en la iglesia o que permitirán cantar en las propias congregaciones. Incluso, si eres compositor, esta lista te puede ayudar a ejercitar tu intelecto para que seas muy cuidadoso de las letras y versos que escribes. Pero antes de comenzar, si por algún motivo no conoces las canciones en cuestión, te invito a que copies el título, la producción en la que se grabaron y el nombre del intérprete, los pegues en Youtube y así te familiarices con cada una de estas letras.

CANCIONES CRISTIANAS CON VERSOS CUESTIONSABLES (32-37):

32) “Yo te extrañaré” (“Hollywood”, Tercer Cielo).

♫ Ya no llores por mí, yo estoy en un lugar (lleno de luz) donde existe paz, donde no hay maldad… ♪ etc.

La famosísima canción de Tercer cielo cae en el mismo costal que “Jennifer” de Marcos Witt y “No me diga adiós” de Samuel Hernández y que hablamos en la entrada anterior. Solo que en esta no es que el vivo le habla al muerto y ya o que el muerto le habla al vivo y ya. No, en esta canción el vivo habla y el muerto le responde. ¡O sea! Al escuchar este tipo de letras uno vuelve a preguntarse: ¿podemos entonces hablarles a los muertos y estos respondernos como ilustra esta canción?  ¿No contradice esta letra Deuteronomio 18:10-11 que nos exhorta a no comunicarnos con la gente del más allá?

Como con las canciones anteriores, aunque seguramente la intención de los autores no era la de escenificar una sesión espiritista, sino ficcionar una conversación imaginaria entre alguien que perdió un ser querido y este le describe las maravillas de la eternidad, definitivamente la canción es igual de cuestionable que las otras debido a que raya con que la comunicación con los muertos podría ser posible y hasta permitida.

Como dije antes, ha de haber mejores formas de describir las glorias del cielo y la eternidad que estas que apelan a conversaciones estilo “ultratumba”.

33) “Todo es posible si puedes creer” (Corito de dominio público)

♫ Fe mueve la mano de Dios, fe en su Palabra viva, todo es posible si puedes creer…♪

¿De verdad la fe mueve la mano de Dios? Pero ¿qué tal si eso que tú deseas y pides en fe no es la voluntad de Dios? ¿La mano de Dios se va a mover por el simple hecho de que tuviste fe?

Toda canción cristiana que hable de la fe debe ser escrita, no solo a la luz de los textos bíblicos que hablen de que Dios contesta la oración o que para él no hay nada imposible, sino a la luz de textos como 1 Juan 5:14-15 que dice: “y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho”.

¿Fe mueve la mano de Dios? Si eso que pedimos con fe coincide con su soberana voluntad, sí, la mano de Dios se moverá. Si no es su voluntad, por más que tengas fe… no lo hará. O por lo menos, no de la forma que tú esperas.

34) “Dios de pactos” (“Dios de pactos”, Marcos Witt).

La gracia y el perdón son los frutos de vivir en comunión y adoración… ♪

La canción “Dios de pactos” es una canción poderosísima que nos recuerda la fidelidad de Dios a su Palabra y que nos invita a confiar en ese Dios que nunca fallará. Sin embargo, la canción se equivoca grandemente en este verso pues pone a “la comunión” y a la “adoración” como prerequisitos par obtener “la gracia y el perdón”. Por eso dice: la gracia y el perdón son los frutos de vivir en comunión y adoración… ♪ Es decir, dice que la gracia y el perdón son producto de vivir en comunión y vivir en adoración. Y no, afirmar tal cosa contradice tajantemente la enseñanza de Efesios 2:8-9 y otros textos más (Rom. 11:6, Gál. 2:16, 2 Tim. 1:9, Tito 3:4-5, etc.) que dicen que no podemos obtener la gracia ni el perdón (la justificación) por obras humanas.

Fíjate, la canción “Dios de pactos” dice que sí, la Escritura dice que no, ¿debemos entonces seguir cantando esta canción tal como está? ¿Debemos avalar dicho verso solo porque el resto de la canción está bien?

En mi opinión se debería seguir cantando esta canción si y solo si se cambia ese verso o se omite. Por eso, una propuesta que leí en algún foro donde se abordó este tema proponía cambiarlo para que dijera: ♫ La gracia y el perdón dan poder para vivir en comunión y adoración ♪ ¿Notas la diferencia? ¿Verdad que así estaría mejor escrito y más apegado a la enseñanza bíblica?

Ahora sería cuestión de que nos acostumbráramos a cantar este verso así o buscar otra manera de que no diga lo que dice y entonces no cantarlo de ese modo porque se incurre en lo antibíblico.

Como suele suceder en este tipo de canciones, alguien no hizo su tarea de someter a revisión la letra o si lo hizo, ¡lo hizo mal! Curiosamente el libro “25 Conmemorativo” de Marcos Witt explica que esta canción se escribió en alrededor de 2 horas. Es decir, se escribió rapidísimo. Cosa que no tendría que ser mala en sí misma a excepción de que no le prestaron atención a este verso. Por eso, yo siempre digo: “si el gran Marcos Witt se equivocó, ¡cuánto más nosotros no podríamos!” Por lo tanto, por más seguro que te sientas de tu letra, ¡sométela a revisión!

35) “Voy a perder la compostura” (Single de Billy Bunster)

♫ Voy a perder la compostura delante de ti…♪

Entre los conceptos de compostura que brindan los diccionarios están: “Modestia, mesura, comportamiento digno y adecuado. Ej. guardar la compostura”. Y también: “Aseo o adorno con que algo o alguien se presenta”. Es decir, basados en la correcta conceptualización del término a todas luces se ve que no es correcto decir que durante la alabanza se va a perder la compostura. ¿Qué justifica que la pierdas? ¿Por qué te vas a comportar inmodestamente o indignamente durante un servicio de adoración?

Cuando escuchas la canción original, se brinda una introducción explicando de dónde el Señor sacó a David y en dónde lo posicionó. Además, basados en la danza exuberante que hizo mientras introducía el arca del pacto a Jerusalén y que le valió la crítica de Mical, se justifica el motivo de perder la compostura delante del Señor así como lo hizo David en aquella ocasión. El problema de este tipo de interpretaciones no es tanto que se hable sobre cómo Dios levantó al rey David ni el entusiasmo que él mostró ese día, sino que se plantee que lo que hizo David es normativo para los creyentes durante la alabanza. Es decir, si él danzó perdiendo “la compostura”, dice el compositor, “¡entonces nosotros debemos perderla también!” Pero ese tipo de episodios, si bien son ejemplares en cuanto a fervor y entusiasmo, no significan que debamos estandarizar dicho comportamiento excéntrico para toda la iglesia.

En lo personal, aplaudo la efusividad durante la alabanza, pero eso de perder la compostura, ¡jamás mis hermanos! ¡Jamás!

36) “Desciende aquí” (“Sobrenatural”, Marcos Witt) & “Ven a este lugar” (“Devoción”, Danilo Montero).

♫ Dios, desciende aquí, Dios, desciende aquí… ♪

♫ Ven a este lugar, llena hoy mi vida, Señor… ♪

Letras como estas dan la impresión de que Dios estuviera ausente, no solo de nuestros servicios de adoración, sino de nuestras vidas en general. Prácticamente estas letras nos dicen que hay que invocar al Señor al estilo de los aborígenes norteamericanos cuya danza de la lluvia “supuestamente” provocaba que lloviera profusamente sobre sus cosechas. Del mismo modo, algunas canciones cristianas dejan entrever que tenemos que adorar a Dios intensamente para que su presencia sea derramada sobre nosotros.

Como dije en una entrada anterior, el problema de este tipo de letras es que se escriben solo a la luz del Antiguo Testamento y no a la luz del Nuevo Testamento. Debemos componer a la luz de toda la Biblia y no solo a la luz de una parte de ella. Por ejemplo, el Señor dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20). Y Pablo: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (1 Co. 3:16). Es más, la carta a los Hebreos dice: “nunca te dejaré ni nunca te desampararé” (Hebreos 13:5).

Si esto es verdad, entonces, ¿por qué le cantamos a Dios pidiéndole que venga si él ya está en nosotros, con nosotros y a la par de nosotros? ¿Por qué le pedimos que descienda si él ya habita adentro nuestro a través de su Espíritu?

Ahora, con esto yo no estoy diciendo que sea un pecado componer o cantar canciones con este lenguaje. No, pero debido a que las canciones son educativas, como escritores cristianos deberíamos educar correctamente a la iglesia acerca de la realidad de que el Padre, el Hijo y el Espíritu ya hicieron su morada en nosotros conforme lo enseña Juan 14:15-17 y 23. Es decir, ya somos su templo, su casa y su habitación. No somos el hotel de Dios donde él viene, se hospeda, se va y vuelve a venir cuando le cantamos canciones como estas. Vamos, Dios no es así.

Él ya vino y vino para quedarse.

37) “Como una guerrera” (“Otro nivel de guerra”, Nancy Amancio)

♫ Yo declaro que no tocan ya mi casa, no tocan ya mi vida, que sueltan mi familia… ♪

Declarar, confesar, establecer, etc., es el modus operandi de muchos cristianos al momento de orar. Ellos creen que, como sus palabras tienen poder, las cosas que digan se van a realizar se oponga quien se oponga. Este tipo de creencia es ajena al Nuevo Testamento. Tú no vas a encontrar ningún texto que muestre a algún apóstol o a algún discípulo de Cristo practicando dicha dinámica en oración para asegurarse un futuro prometedor. Al contrario, como algunos teólogos e historiadores del cristianismo han asegurado, los cristianos del primer siglo se hubieran reído a carcajadas si se enteraran de que al son de sus confesiones pudieran conseguir prolongar más sus días, evitar el martirio o sobrevivir al circo romano.

Para comenzar, el único que tiene poder para decir algo y que eso suceda es el Creador del universo. Un simple vistazo a Génesis capítulo uno dejaría en claro que Dios habla y las cosas son creadas. Este es un poder y una capacidad que solo el Señor posee, no nosotros. El asunto es que quienes creen que sus palabras tienen poder, no solo sacan de contexto Proverbios 18:21 y muchos textos más, sino que sin saberlo están abrazando una herejía denominada “la deificación del hombre”. Esta asegura que el ser humano, como imagen y semejanza de Dios, es un “dios pequeño” o un “duplicado de Dios”. En este sentido, ya que somos “dioses” tenemos el mismo poder de Dios para materializar cosas al son de nuestras confesiones. Es decir, declarar, confesar, establecer, etc. es un cachorrito de la “deificación humana” ya que, si no fuéramos “dioses”, obvio que no tendríamos el poder para confesar y provocar que las cosas ocurran.

Lamentablemente, la mayoría de cristianos que creen en la Confesión Positiva no saben el trasfondo de dicha práctica y fallan por ignorar lo que realmetne enseñan las Escrituras.

Es curioso que cuando lees el Nuevo Testamento no encuentras NINGÚN texto, ¡NINGUNO! donde los apóstoles declaren, confiesen o establezcan para modificar alguna circunstancia difícil que estén atravesando o que vayan a atravesar. Por el contrario, los ves orando, confiando y aceptando sumisamente la voluntad de Dios sobre sus destinos.

Como el tema es sumamente amplio y este espacio muy corto, te invito a que leas la serie: ¿Positivo o negativo?, donde explico más a fondo cómo la Doctrina de la Confesión Positiva se ha infiltrado en la iglesia evangélica, no solo en nuestra forma de orar e interceder, sino también en la adoración congregacional.

Continúa leyendo la Séptima parte.



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